Compiègne (entonces reino de Francia), 21 de mayo de 987. Hace 1038 años. El rey Luis V de Francia sufría un misterioso accidente de caza que le costaría la vida. La desaparición de Luis V representaría el fin de la estirpe carolingia, que había gobernado los destinos del Imperio franco durante casi un siglo (751-843) y del reino de Francia durante un siglo largo más (843-987). Y abriría las puertas a una nueva estirpe, los Capeto, una rama menor de la familia carolingia. Con la coronación de Hugo Capeto (987) y la dinámica feudalizadora que se imponía por toda Europa (erosión del poder real —el poder central—, en beneficio de los barones territoriales —el poder periférico—); se produciría un redibujo del mapa de Europa que se traduciría, entre otras cosas, en la independencia de facto de los condados de la mitad sur de la Marca de Gotia (los futuros condados catalanes).
Durante los años posteriores; los condes catalanes convivieron con la amenaza permanente de una intervención armada del poder central. Pero la lejanía de aquellos territorios, situados en el extremo meridional del reino de Francia, la prioridad del nuevo rey Hugo Capeto de dominar la nobleza y, sobre todo, la acertada tarea diplomática del conde Borrell II de Barcelona, que buscaría la alianza del Pontificado, consolidaría aquella independencia primigenia. Los condados catalanes se situaron bajo un paraguas pontifical que brindaba apoyo y protección a una serie de pequeños dominios independientes del Mediterráneo occidental. ¿Pero quién se sentaba, en aquel momento, en el sitial de San Pedro? ¿Quién fue el papa que ayudó a los catalanes a independizarse y qué relación tenía con los condes de la casa de Barcelona?

¿Quién era el papa cuando los condados catalanes se independizaron?
En 987, el pontífice de Roma era Giovanni di Gallina Alba, que reinaría como Juan XV hasta 996. Después vinieron dos papas que lucharían por sentarse en el sitial de San Pedro; hasta que el 18 de febrero de 999 se ponía fin a aquella disputa cismática y el Colegio Cardenalicio nombraba a Gerbert d'Aurillac, un abad benedictino nacido en Auvernia (Ducado de Aquitania), que había sido arzobispo de Reims —sede primada de Francia— y de Ravena —sede primada del antiguo Exarcado bizantino de Italia—, y que era una de las figuras más destacadas de la intelectualidad de la época. Era un reconocido erudito en varias disciplinas: filosofía, matemáticas, gramática, retórica, dialéctica, ciencias del mundo musulmán y astronomía. Gerbert sería el papa del año 1000: gobernaría entre el 2 de abril de 999 y 12 de mayo de 1003 y reinaría como Silvestre II.

¿Qué relación había entre el papa Silvestre II y el conde Borrell II?
En 967 (cuatro años después de profesar en la orden benedictina, pero veinte años antes de la independencia de los condados catalanes); Gerbert viajó a los dominios del condado carolingio de Barcelona e ingresó al monasterio de Ripoll. Durante tres años (967-970) se formaría en matemáticas y en astronomía, bajo la tutela del obispo Atón de Vic, una de las figuras intelectuales de la época. Durante esta etapa conoció al conde Borrell II quien, con la desaparición del último rey carolingio, se negaría a renovar el pacto de vasallaje con el nuevo monarca de Francia. También durante esta etapa, Gerbert y Borrell cultivaron una amistad sincera, y eso lo prueba el hecho de que a principios del año 970 viajaron juntos a Roma para asistir a las conversaciones de paz entre el pontífice Juan XIII y Otón I, emperador del Sacro Imperio Romanogermánico.

¿Por qué Gerbert y Borrell viajaron a Roma?
Gerbert ya era una figura intelectual. Durante su estancia en los condados catalanes (967-970) había hecho un viaje hasta Córdoba para compartir conocimientos con la intelectualidad andalusí y había conocido el sistema decimal árabe y el número cero. Gerbert fue llamado a Roma para poner su sabiduría al servicio de la causa pontifica. Durante aquellos días, Gerbert no solo se entregaría a la misión que le había sido encomendada sino que, además, introduciría a la Europa cristiana los conocimientos que había adquirido en Córdoba: el sistema decimal árabe y el número cero. Su talla intelectual causó tal admiración que el mismo emperador Otón I lo nombró tutor de su hijo, el futuro Otón II. Pero, en cambio, ¿qué hacía Borrell, un hombre de armas de un pequeño y alejado condado, en aquel paisaje de ciencia, de cultura y de alta política?
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Borrell en Roma
El mundo conocido de la época orbitaba sobre tres grandes potencias: el Sacro Imperio, el reino de Francia y el Pontificado. Y en los grandes conflictos estos actores siempre estaban presentes. Solo variaba la composición de las alianzas. Podemos imaginar que el conde Borrell fue a Roma con un propósito político. La estirpe carolingia estaba agotada y probablemente ya intuía lo que acabaría pasando. Pero no sabemos qué acuerdos políticos alcanzó, ni sabemos con quién los negoció. Ni siquiera si negoció o alcanzó algún acuerdo. Pero sí que sabemos que diecisiete años más tarde de aquella misteriosa estancia en Roma, cuando expiró el último rey carolingio, el conde Borrell mostró una gran seguridad en sus posibilidades y en las de la sociedad que gobernaba. No renovar el pacto de vasallaje (el reconocimiento de autoridad) no era cualquier cosa.
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Silvestre II y Borrell II
La situación de incertidumbre que siguió la no renovación del pacto de vasallaje se disipó, definitivamente, en el momento en que el conde Borrell II se puso bajo la protección del Pontificado (999). El Colegio Cardenalicio nombraba Gerbert d'Orlhac en un escenario apocalíptico provocado por la proximidad del año 1000 y con el consenso de los monarcas de las otras dos potencias. Aquel sabio benedictino que, desde su primera estancia en Roma (970) había sido tutor del hijo del emperador; arzobispo de Reims y de Ravena; y canciller de Francia; se convertía en el nuevo inquilino del sitial de San Pedro. El viejo amigo de Borrell II, el viejo amigo de aquella Catalunya primigenia, se convertía en el Papa Silvestre II, una de las tres figuras políticas más poderosas de su época. Se convertía en el gran valedor de la independencia catalana.