Larraga (Navarra), 15 de agosto de 1936. Hace 88 años. Día de la Asunción de la Virgen María. 2.00 h de la madrugada. Hacía cuatro semanas que los militares y paramilitares rebeldes habían perpetrado el golpe de Estado del 18 de julio que conduciría a la guerra civil española (1936-1939). Navarra había caído en manos de los golpistas, que desde el primer momento habían desplegado una siniestra oleada represiva, con docenas de detenciones y asesinatos. En ese contexto de terror, un pelotón formado por el falangista Julio Redín Sanz, el requeté conocido como "el hijo del churrero de Larraga" y dos guardias civiles del cuartel del pueblo de Artajona (uno de los cuales se apellidaba Arana y el otro de identidad desconocida) llamaban a la puerta de la casa de la familia Lamberto-Yoldi, en la calle de la Mota, 3.

Escuela de niñas. Larraga (circa 1936) / Fuente: Euskal Telebista

"Quién es esta gente que llama de madrugada"

Los paramilitares golpistas detuvieron al padre de familia, Vicente Lamberto, por su militancia política republicana (era afiliado al sindicato UGT). Se lo llevaron al ayuntamiento, juntamente e inexplicablemente con su hija mayor, Maravillas, una niña de tan solo 14 años, sin ninguna militancia política. El padre fue recluido en las mazmorras del sótano y la niña fue conducida a la planta alta del edificio municipal (en el despacho del secretario municipal) y fue sometida a un terrible calvario. Fue salvajemente torturada y violada en manada por todos los personajes que habían practicado esa detención y por otros que se sumaron después. Incluso, según los propios autores de esa brutal agresión, el primero que violó a la niña fue el usuario de ese despacho, el secretario municipal.

¿Quiénes eran los Lamberto-Yoldi?

Según Jesús Nieto, presidente de la Asociación Maravillas Lamberto, de recuperación de la memoria histórica, los Lamberto-Yoldi eran una familia de pequeños propietarios agrarios de Larraga, un pueblo de la comarca de Tafalla, que, a inicios del siglo XX, ya combinaba los tradicionales cultivos de secano con un incipiente aparato hidráulico. La pequeña propiedad de los Lamberto-Yoldi era de secano, y por su pequeña extensión era insuficiente para sostener económicamente a la familia. Por dicho motivo, Vicente —padre de familia— alternaba su actividad de campesino autónomo con la de jornalero a sueldo de los terratenientes agrarios de la comarca. Vicente, apodado popularmente Vicentón por su extraordinaria corpulencia, y su mujer Paulina Yoldi tenían tres hijas, Maravillas, Pilar y Josefina, que en ese momento tenían 14, 10 y 7 años, respectivamente.

Festividad religiosa. Larraga (circa 1936) / Fuente: Euskal Telebista

¿Cómo era Larraga el día del golpe de Estado?

Según Joseba Asiron, alcalde de Pamplona durante la legislatura en la que se inauguró la plaza Maravillas Lamberto en la capital navarra (2015-2019), y de nuevo alcalde en la actualidad, el paisaje socioideológico de Larraga estaba marcado por una profunda división. Por un lado, estaba el tradicionalismo carlista (que venía de perder tres guerras durante el siglo XIX), pero que, como mínimo desde 1934, se estaba reorganizando y rearmando. Este grupo representaba, aproximadamente, el 50% de la población. Y, por otro lado, estaban los republicanos (socialistas y abertzales), que representaban el otro 50% de la población, pero que —a diferencia de la otra masa socioideológica— ni estaban organizados, más allá de las agrupaciones locales de sus respectivos partidos, ni, aún menos, estaban armados. Asiron destaca que el caso de Larraga sería extrapolable al conjunto de Navarra.

¿Por qué esa explosión de violencia?

Nieto y Asiron destacan que la tensión entre esas dos masas era muy evidente, pero nada hacía pensar que desembocaría en esa explosión de violencia. El alcalde Asiron cuenta que, cuando se produjeron esos crímenes, ya habían empezado los trabajos de la siega y que en las cuadrillas de trabajo, formadas por personas de todas las ideologías, esas diferencias habían quedado aparcadas. Pero, en cambio, se estaba gestando una terrible oleada de represión. Los investigadores de este fenómeno explican que sería el resultado de la fabricación de un escenario propicio: el general rebelde Mola asignó la misión de exterminar físicamente a cualquier persona no vinculada con el Alzamiento a los elementos más violentos del espectro paramilitar golpista (carlismo y falangismo). El alcalde Asiron los llama "ratas de retaguardia".

Un grupo de religiosos armados en la retaguardia golpista (1936) / Fuente: Blog Iñaki Anasagasti

¿Por qué Vicentón era uno "señalado"?

El alcalde Asiron explica que, en el momento de los hechos, la tierra era la única fuente de generación de recursos en la mitad sur de Navarra. Y Joseba Eceolaza, miembro de la Asociación de Familiares de Fusilados de Navarra, pone el acento en la profunda desigualdad económica y social que presidía y que condicionaba ese escenario. En el año 1931, con la proclamación de la II República, los jornaleros agrarios de Larraga habían logrado la reversión de la privatización de las antiguas tierras comunales, denominadas popularmente "corralizas", que habían pasado a manos privadas durante el siglo XIX, cuando los Ayuntamientos no habían podido pagar las deudas que, previamente, habían adquirido con los terratenientes locales. Vicentón, muy concienciado con la tragedia de la precariedad, había sido una de las voces más representativas de ese movimiento.

¿Cuántas víctimas se cobró esa represión?

Solo en Larraga, que en el momento de los hechos era un pueblo de tan solo 2.500 habitantes, las "ratas de la retaguardia" asesinaron a 47 personas. La mayoría, chicos entre 17 y 23 años. Y en el conjunto de Navarra, asesinaron a 3.452 personas, 47 de las cuales eran mujeres que habían sido, previamente, violadas. Eceolaza afirma que el asesinato de los Lamberto no fue un hecho aislado, sino un patrón de represión. Y pone el ejemplo de la masacre de Lodosa (a 30 kilómetros al sur de Larraga), donde las "ratas de la retaguardia" masacraron a la familia Molinero, formada por la pareja, tres hijos en edad infantil y un cuarto hijo bebé. Y el alcalde Asiron pone el ejemplo de la maestra Camino Oscoz, detenida, torturada, violada en manada, asesinada a tiros y lanzada por un barranco de la sierra de Urbasa. El cuerpo de Camino no ha sido nunca recuperado.

Batallón Requeté (1936) / Fuente: Blog Iñaki Anasagasti

Qué pasó con Vicentón y Maravillas

Una hora y media después de la detención, padre e hija fueron metidos en un vehículo y conducidos al pueblo de Ibiricu (a 30 kilómetros al norte de Larraga). Los testigos que lo presenciaron, vecinos de la plaza del Ayuntamiento que se habían despertado con los terribles gritos de dolor de Maravillas, contarían que la niña andaba con paso errático y tenía toda la ropa hecha jirones. En Ibiricu, el secretario municipal de Larraga, el falangista Redín —"el hijo del churrero"— y los dos guardias civiles (Arana y el no identificado) violaron, otra vez, a la niña; esta vez delante de su padre. Y a continuación, los asesinaron a tiros y abandonaron sus cuerpos en ese lugar. Según Nieto, unos días más tarde, un grupo de vecinos de Ibicu encontraron el cuerpo de la niña, en estado de descomposición y parcialmente devorado por los perros, y lo quemaron con gasolina.

¿Qué pasó con la madre y las hermanas de Maravillas?

Pilar, la hermana pequeña de Maravillas, cuenta que al día siguiente, 16 de agosto, se presentaron en su casa una serie de elementos del pueblo, vinculados ideológicamente al movimiento golpista, y se lo robaron todo: las gallinas, los conejos, el grano, la conserva de carne y de fruta, la ropa. Y les confiscaron la casa. Y el panadero del pueblo les robó la yegua, con el falso argumento de que la familia le debía dinero. El 17 de agosto de 1936, Paulina, Pilar y Josefina abandonaban para siempre Larraga. Viajaron hasta Pamplona y durante semanas vivieron de la caridad y durmieron en las calles. Pilar, la hermana pequeña de Maravillas, explica que su madre estuvo a punto de abandonarlas en el orfanato. Finalmente, la madre, desesperada, aceptaría entrar en el servicio doméstico de una familia emparentada con uno de los asesinos de Vicentón y Maravillas.

La maestra Camino Oscoz, de ideología comunista, víctima de la represión golpista / Fuente: Euskal Telebista

¿Qué pasó con los asesinos de Maravillas?

El alcalde Asiron cuenta que el falangista Redín se incorporó al frente de guerra y murió carbonizado al estrellarse e incendiarse el camión que conducía. Pero, en cambio, el resto no pagaron por sus crímenes. Es más, según Jesús Nieto, se beneficiaron de los privilegios que el régimen franquista concedía a los elementos "de adhesión inquebrantable": la adjudicación de estancos de tabaco, de administraciones de lotería, de surtidores de carburante, o trabajos en el ámbito de la administración pública. Algunos antiguos vecinos de Larraga, que actualmente viven en otros pueblos, afirman que al día siguiente de los hechos, las "ratas de la retaguardia" se pavoneaban de su "gesta" por las tabernas del pueblo. Nunca se hizo justicia. Ni con la fantástica Transición democrática con la que, reveladoramente, se llenan la boca los descendientes de tantas de aquellas "ratas de la retaguardia".