Sadam Hussein amordazado y ahogado en formol dentro de una caja de cristal. O el generalísimo Francisco Franco de pie, vestido de pulcro militar y en posición de casi súplica encerrado en una nevera de Coca-Cola. O el rey emérito Juan Carlos I maniatado y practicando sexo en una representación esculpida por la austriaca Ines Doujak. Estas son solo algunas de las piezas únicas que ha ido recogiendo en el último lustro el periodista y empresario Tatxo Benet, harto de ver como estos diálogos artísticos no encontraban su lugar. Todo empezó cuando en 2018, ARCO retiró la obra Presos políticos en la España contemporánea, de Santiago Sierra y recién adquirida por Benet, y ahí al socio fundador de Mediapro se le empezó a encender la bombilla. ¿Por qué no recopilar aquellas obras censuradas que habían molestado a los poderes y enseñarlas al mundo? 

Cinco años más tarde, de la idea nace el Museu de l’Art Prohibit, ubicado en la casa Garriga Nogués de Barcelona, y que pretende abogar por la libertad de expresión a partir de la exposición de obras globales que han sufrido algún tipo de censura, ya sea política, social o religiosa, y que algunos han querido marginar del debate público. “Es un museo único en el mundo”, ha manifestado su impulsor. Una propuesta que, por otro lado, no ha sido fácil: las primeras noticias sobre la iniciativa fechan de 2020, y el tiempo se ha visto obligado a dilatarse para que el centro haya podido convertirse en una realidad. “Es un museo que se ha hecho muy rápido y que ha costado mucho de hacer, llevamos casi cuatro años hablando y discutiendo de cómo hacerlo”, ha explicado. La colección de Tatxo Benet comprende más de 200 piezas, pero de momento solo 42 obras podrán verse permanentemente en este nuevo espacio artístico, una colección que se irá actualizando aproximadamente cada seis meses o un año. Son obras que abrazan desde la pintura al grabado, la escultura u obras audiovisuales, algunas más pequeñas y otras más mayúsculas, y que temporalmente van desde los tiempos de la Ilustración hasta el siglo XXI.

Foto: Pere Francesch / ACN

El museo no solo tiene una misión divulgativa, si no que también pretende alzarse como un centro de estudios de la censura; un espacio que contemple las múltiples modalidades del veto y les haga frente con un diálogo entre pieza y espectador. Artistas de prestigio internacional se unen en estos pasillos para denunciar injusticias sociales, políticas o religiosas; autores como Ai Wei Wei, Andy Warhol, Robert Mapplethorne, León Ferrari, Pablo Picasso o Gustave Klimt, todos ellos de diferentes momentos temporales, demostrando que la censura jamás ha entendido de épocas, e interpretando temas universales que todavía continúan siendo motivo de veto, como el deseo femenino, el placer sexual, el mundo queer, la pederastia en el seno de la iglesia o las ideologías dictatoriales de tiranos y déspotas. 

Tatxo Benet: "Queremos que la gente entienda que las obras no son importantes por si mismas, si no por la historia que llevan detrás"

Dirigido por Rosa Rodrigo y con Carles Guerra en la dirección artística, el Museu de l'Art Prohibit es un museo para amplificar voces y contar relatos, con 2.000 metros cuadrados habilitados para establecer una conversación genuina entre artista y espectador y con la voluntad de que la experiencia de cada usuario sea totalmente personificada. Tanto es así que la exposición puede verse en 60 minutos o en 3 horas, porque la importancia no reside solo en los objetos, si no en los relatos intrínsecos que cuenta cada pieza. “Queremos que la gente entienda que las obras no son importantes por si mismas, si no por la historia que llevan detrás; por eso dijimos de hacer un museo en el que la explicación de la de la obra tuviera tanta relevancia como la pieza”, ha añadido Benet, que ha asegurado que continúa ampliando su colección personal. 

La obra de los presos políticos abrió la veda

Sobre la obra de los presos políticos exhibida en ARCO —que no se encontrará en esta exposición, ya que todavía está cedida al Museo de Lleida, Tatxo Benet ha asegurado que la compró antes de que fuera censurada. Por lo tanto, no se trataría de la primera obra que compró con la idea de montar un museo, aunque sí que ya empezó a sentar las bases del objetivo que perseguiría poco después el periodista: hacerse con el máximo número de obras censuradas posibles y exhibirlas en un gran ejercicio de anti represión internacional, también para descubrir los propios umbrales de la tolerancia humana. La primera pieza que Benet adquirió con esta voluntad expresa de crítica y reflexión fue Evermust, de Zoya Falkova, retirada de una exposición en Kirguistán por orden del Ministerio de Cultura por ser demasiado pornográfica e incompatible con las tradiciones nacionales, en este caso, con la mirada sobre el cuerpo de la mujer. La pieza es un saco de boxeo colgado del techo que simula la figura femenina.

Entre la cuarentena de obras que se podrán disfrutar en su inauguración, el Museu de l'Art Prohibit acoge propuestas artísticas como Mao, de Andy Warhol, que se vetó en China por supuestamente representar a su líder con connotaciones femeninas; La civilización occidental y cristiana, de León Ferrari, vetada por el actual Papa Francisco cuando era obispo en Argentina por representar al Cristo clavado en un avión de combate; Con flores a María, de Charo Corrales, que muestra a la virgen mirando al cielo mientras se toca el sexo en posición de masturbación; Mc Jesus, de Jani Leinonen, en la que se ve a la mascota Ronald McDonald crucificado; o la popular Not dresses for conquering / HC04 Transport, en que aparece Juan Carlos I y la activista Domitilia practicando sexo junto a un pasto alemán. Esta obra formó parte de la exposición La bestia y el soberano, y en 2015 propició la dimisión de Bartomeu Marí, entonces director del MACBA. La entrada al público general se abrirá a partir del próximo jueves 26 de octubre.

Foto: Pere Francesch / ACN