El 50º Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, dotado con 20.000 euros, ha recaído en Quim Monzó. Así, Monzó, con 65 años (uno de los galardonados más jóvenes) se suma a una lista donde ya están Salvador Espriu, Joan Fuster, Mercè Rodoreda, Pere Calders, Miquel Martí y Pol, Josep Benet, Jaume Cabré... Ha sido un premio que ha despertado mucho entusiasmo, porque Monzó, novelista, cuentista, guionista de cine, traductor y articulista, es una de las figuras más emblemáticas de las letras catalanas, con libros míticos como Benzina, La magnitud de la tragedia o El perquè de tot plegat. Marcel Mauri, vicepresidente de Òmnium Cultural, entitat creadora del Premi ha valorado a Monzó como "uno de los mejores embajadores de la cultura catalana". La presentación del premiado ha sido un acto atípico, porque el presidente de la entidad que otorga el premio, Jordi Cuixart, es en la prisión de Soto del Real, y Mauri ha querido resaltar el dolor que provoca esta situación. El premio se entregará el próximo 4 de junio en el Palau de la Música Catalana.
Cuixart: La represión que hemos sufrido y seguimos sufriendo nos reafirma en nuestras convicciones
Comunicado por carta
Jordi Cuixart comunicó por carta a Monzó el premio, por el hecho de estar en la prisión (tradicionalmente el galardón se avisa mediante una llamada). El presidente de Òmnium, desde Soto del Real, ha enviado un mensaje a la entidad con motivo de esta concesión y ha reafirmado la "clara voluntad" potenciar la cultura catalana para ponerla al nivel de las grandes culturas europeas. "La represión que hemos sufrido y seguimos sufriendo nos reafirma en nuestras convicciones. El mejor antídoto para la intolerancia siempre será la cultura", ha afirmado Cuixart.
La decisión del jurado
Martí Domínguez, que formaba parte por primera vez del jurado, ha explicado porque ha sido escogido Monzó, un hombre que ha sido capaz de captar "el alma de su tiempo". Ha explicado todas sus vertientes literarias, pero ha remarcado su trayectoria como narrador y como articulista. Ha afirmado que como narrador es un "velocista de la narrativa", "una especie de Pere Calders de su tiempo" que "provoca deslumbramiento". Lo ha definido como un "creador de situaciones insólitas y al mismo tiempo llenas de realidad", a un paso del surrealismo. Con respecto a su tarea como articulista, Domínguez ha querido glosar su "imperturbable independencia intelectual" y también, su precisión en el uso de la lengua: "es un hombre para quien escribir es reescribir, reescribir y reescribir".
Domínguez: Monzó es un hombre para quien escribir es reescribir, reescribir y reescribir
Monzó se queda sin palabras
Quim Monzó, en la rueda de prensa de concesión del premio, ha afirmado que por primera vez en la vida se ha quedado sin palabras. Recibió la carta de Cuixart en que le comunicaban el premio y se quedó sorprendido. Considera "escandaloso" que por primera vez en la historia el presidente de Òmnium no pueda llamar al premiado porque está en la prisión. Y está tan estupefacto que no ha conseguido completar el borrador de respuesta a Cuixart: "¿Cómo contestas a alguien que está injustamente encarcelado"?, se ha preguntado Monzó. Y él mismo ha concluído: no es nada fácil.
Monzó: ¿Cómo contestas a alguien que está injustamente encarcelado?
Con discreción
Monzó ha relativizado la importancia del premio, diciendo que al fin y al cabo, darlo a uno o a otro depende de "decisiones personales" de los miembros del jurado, y "al fin hay gente que se muere y también se lo merecía" (y ha citado a Joan Brossa). A pesar de todo, ha afirmado que es todo un honor estar en la lista del Premi junto a Mercè Rodoreda, Pere Calders, Joan Oliver... Y, con su característica ironía, ha apuntado que no entiende porque le dan este premio justamente ahora: "No sé si tengo un cáncer y no me lo han dicho".
El autor que dejó de escribir ficción
Quim Monzó dejó de publicar ficción porque, como él ha afirmado, "estaba hasta los huevos de los piratas". No ha querido acabar de definirse cuándo los periodistas le han preguntado si estaba dispuesto a repensárselo. "El tiempo dirá", ha afirmado, aunque ha reconocido que le falta tiempo para escribir ficción y que piensa que "alguna cosa se ha de dejar a los herederos escondido en el fondo de un cajón".
Muchas preguntas
Quim Monzó es muy esquivo y difícilmente concede entrevistas. Por eso los periodistas han aprovechado su presentación para hacerle cuestiones muy diversas. Le han preguntado si pensaba escribir unas memorias, cómo apuntaban algunos rumores, pero él ha afirmado que no puede escribirlas, porque, "como decía Pere Calders, recuerdo masas cosas". Y aunque no ha descartado hacerlas algún día, no ha evitado una mordaz crítica al género: Cuando escribes memorias exageras, recortas... ¿Qué son las memorias si no una ficción?". En cambio ha confesado que tiene muchos materiales sin publicar: "Escribo sin cesar porque no puedo evitarlo", y ha añadido: "Después, una parte de lo que escribo se convierte en un libro". Ha explicado su rutina: es un escritor disciplinado, que se pasa la mañana trabajando en sus artículos, desde muy temprano y que pasa la tarde leyendo por placer, muchas obras de ficción (especialmente de sus favoritos, los autores norteamericanos). Y ha querido destacar a una escritora femenina para el 8 de marzo: Anaïs Nin, aunque está convencido que no se la recomendarán en las escuelas. Sin ningún escrúpulo ha explicado que en una ocasión tiró 3.000 de sus libros: "en el contenedor de orgánico", porque ninguna biblioteca los quiso aceptar...
Si no supiera castellano no entendería muchos textos en catalán, porque tienen una estructura castellana, el famoso catañol
Llanto por la lengua
Preguntado por la situación de "la lengua, la cultura y el país", ha afirmado que la lengua es la que está peor de los tres, y ha apuntado que la lengua catalana ha quedado arrinconada en los últimos años: "Vamos hacia una irlandización del catalán", afirma. "A mí me parece perfecto que Catalunya sea un Estado, pero sea un Estado o no, me parece penoso un Estado como Irlanda" en que la lengua está arrinconada. "Es una situación hacia la que vamos", pronostica. "Si no supiera castellano no entendería muchos textos en catalán, porque tienen una estructura castellana, el famoso catañol", denuncia, apuntando que la reivindicación soberanista no debería desplazar a la lingüística.