El acto de entrega del 50º Premi d'Honor de les Lletres Catalanes a Quim Monzó, ha llenado el Palau de la Música, en un homenaje sentido al que es, sin duda, uno de los valores más internacionales de las letras catalanas. Monzó, un hombre discreto, pero extremadamente popular, ha sido recibido por el público, de pie, con gritos de "Libertad, libertad, libertad." El acto ha contado con la presencia del presidente de la Generalitat, Quim Torra, y del presidente del Parlament, Roger Torrent. La entrega del premio se ha cerrado, también, con el canto de Els Segadors y con gritos de "Visca Catalunya lliure!" "Independència" y "Presos polítics, llibertat".
Sin Cuixart
El acto ha contado con muchas ausencias: la de los presos y la de los exiliados. Entre ellas, una especialmente dolorosa: la del presidente de Òmnium Cultural, la entidad que otorga el premio: Jordi Cuixart, preso en Soto del Real. Cuixart ha tenido que presentar el acto mediante una carta, hecha desde la prisión, que se ha emitido por audio, en que el presidente de Òmnium ha resaltado el valor de Monzó como exportador de la cultura catalana. Y ha hecho suya la frase de Pompeu Fabra: "No hay que olvidar nunca, ni la tarea, ni la esperanza". Cuixart ha recordado que "Òmnium nació para salvar las palabras", y en este contexto de regresión de las libertades, hace falta que se dedique a "salvar los derechos", y ha apuntado el valor revolucionario de los intelectuales. Cuixart, justamente, ha querido acabar su discurso con una cita del poema The True Prison, de Ken Saro Wiwa, un escritor ogoni ejecutado por el Estado nigeriano después de un juicio injusto.
Vitaminas para momentos difíciles
Ante la ausencia de Cuixart, ha correspondido entregar el Premi d'Honor a Marcel Mauri, vicepresidente de Òmnium Cultural, quien ha destacado que por primera vez en 50 años, no es el presidente de la entidad quien entrega el galardón. Pese a todo, ha destacado que mantener la convocatoria es el mejor homenaje que se puede hacer a los presos y a los exiliados y ha querido dedicar el acto a los familiares de los presos y de los exiliados, algunos de los cuales estaban presentes en el Palau. Mauri ha destacado que la cultura y la educación son las herramientas que sirven para combatir la opresión y que Òmnium, que hace esta tarea desde sus orígenes, no renunciará a ella. Mauri ha definido el Premio de Honor como "una brújula moral del país", y ha asegurado que en estos momentos difíciles tiene que hacer de faro. El vicepresidente de Òmnium ha pedido que en estos momentos hay que hacer un país más inclusivo que nunca. "No renunciaremos a compartir con todo el mundo la República Catalana", ha afirmado el vicepresidente de Òmnium, quien ha afirmado que "el hecho migratorio es el ADN de nuestra identidad". Y ha definido Catalunya como "el país que nunca se echa para atrás", "el país del 1 de octubre". Y ha finalizado el parlamento apuntando que "en tiempos tan difíciles" "nos hace falta más Monzó que nunca," porque "su literatura son vitaminas".
De adolescente escribía porque odiaba el mundo que me rodeaba
Los inicios de un escritor
Monzó ha querido, en su discurso de aceptación del premio, recordar sus inicios como escritor. Ha recurrido, como era de esperar, a la ironía, y ha explicado que no se formó "al Ateneu Barcelonès", sino con los cuatro libros que tenía en su casa. Después de apurar la pequeña biblioteca de su padre, se pasó al bibliobús, y a los puestos de libro viejo del Mercado de Sant Antoni, e incluso ha reconocido que en alguna ocasión había robado algún libro. Para el joven Monzó, la literatura fue su salvación. Siendo como era "un chico de piso", "poco sociable", se dedicaba a "leer cualquier cosa". Y de la lectura, de forma todo natural, pasó a la escritura: "De adolescente escribía porque odiaba el mundo que me rodeaba", ha reconocido. En realidad, ha confesado que escribir quizás lo salvó de un suicidio en que pensaba continuamente, y que inspiró su primer cuento (que giraba en turno a un suicidio frustrado, de tono irónico). Con humor, ha reconocido que en algún momento también escribió poesía, pero que un día "afortunadamente", decidió quemarla toda.
Bibliobusos que salvan
Quim Monzó ha recordado que empezó a leer gracias a un bibliobús, y este bibliobús, para él, le garantizó la salvación. Y, de su experiencia personal, ha pasado a una paradoja: un bibliobús de la Generalitat republicana hizo su último viaje, en enero de 1939, conduciendo a Mercè Rodoreda, Armand Obiols y otros escritores al exilio. Monzó ha visto en eso una metáfora "de lo que ha sufrido y está sufriendo este país". Ha concluído su discurso afirmando que los tiempos de represión están retornando, y que teme "Que en algún día no muy lejano no tengamos que coger un bibliobús para huir de la injusticia".
A la fama por los cuentos
Monzó (Barcelona, 1952) se inició en el mundo de la literatura a través del periodismo, en la década de los 70, en que incluso ejerció como corresponsal de guerra. En 1976 ya ganó el premio Prudenci Bertrana con su primera novela, L'údol del griso al caire de les clavegueres. Pero lo más excepcional es que su reconocimiento popular empezó con la publicación de varias recopilaciones de cuentos, como Uf, va dir ell u Olivetti, Moulinex, Chaffoteaux et Maury, aunque la narrativa corta no acostumbra a tener mucho éxito de público.Monzó decidió mantenerse fiel en una editorial media, conducida por un editor singular, Jaume Vallcorba Plana: Quaderns Crema. Además de sus cuentos, ha publicado las novelas Bencina y La magnitud de la tragedia. De una forma más discreta, trabajó como traductor, siendo el autor de algunas de las grandes traducciones de clásicos modernos, como Truman Capote o Roald Dahl en la lengua catalana. Pero asqueado ante el incremento de la piratería, decidió dejar de publicar ficción y dedicarse sólo al periodismo. Pese a eso sigue siendo considerado todo un referente intelectual en el país.
El maestro de las formas cortas
Manel Ollé ha hecho una glosa de la figura de Monzó, y ha destacado su sentido del humor, pero al mismo tiempo, su capacidad lingüística, especialmente en el cuento. Apunta que esta es la clave del placer literario que provoca la prosa de Monzó en los lectores. Jordi Basté y Mònica Terribas han querido recordar el paso de Monzó por la radio y por la televisión, y su capacidad de decir las cosas por su nombre, en programas como Persones Humanes, y han destacado el nivel de exigencia profesional que tenía el escritor. Basté afirma que, aunque poca gente lo sabe, Monzó es alguien con una fuertísima capacidad de improvisación. Por su parte, los traductores de Monzó han destacado que no sólo es un maestro del lenguaje, sino que su humanidad y su ironía son tan grandes como su dominio de la lengua. La ironía ha sido uno de los elementos básicos, justamente, del espectáculo que ha acompañado el acto de concesión, con varias actuaciones, entre otras una de Albert Pla.
Un galardón de los grandes
El Premi d'Honor de les Lletres Catalanes, concedido por Òmnium Cultural desde 1969, tiene una dotación de 20.000 euros y fue creado, en pleno franquismo, para destacar a alguna persona "que por su obra literaria o científica en lengua catalana, y por la importancia y ejemplaridad de su tarea intelectual, haya contribuido de manera notable y continuada a la vida cultural de los Països Catalans". Su importancia, más que en la dotación, reside en la misma historia del premio. Entre los galardonados figuran algunos de los grandes nombres de la literatura catalana: Pere Quart, Joan Fuster, Mercè Rodoreda, Pere Calders, Jaume Cabré... Además de la dotación económica, el galardonado recibe una escultura diseñada por Ernest Altés, con un guijarro de algún río de los Països Catalans empotrado. En este caso, Altés ha ido a buscar un guijarro a la playa de la Barceloneta, donde se situaba la antigua isla de Maians, que da nombre a una de las obras de Monzó.