Habituados como nos tenía a editar un disco nuevo cada dos años, esta vez la gestación de su Ós bipolar (Quisso Records/Música Global, 2016) se ha alargado el doble. La espera, evidentemente, ha valido la pena. Figura determinante de nuestra escena musical, Quimi Portet reaparece con un trabajo que desde ya mismo se posiciona como una de sus mejores referencias en solitario. Un álbum luminoso, diverso, lleno de matices pero de disfrute instantáneo, en el que ha contado con las colaboraciones de quién fue su aliado en El Último de la Fila, Manolo García, su alma gemela Joan Miquel Oliver y una de las voces más cautivadoras de nuestro cosmos sonoro actual, Núria Graham.
Y todo es culpa de una millonaria inglesa.
El título del disco es una casualidad. Estaba viendo un documental de la BBC sobre millonarios y salía una señora de Londres que enseñaba su casa. En la sala de estar tenía un oso disecado al cual llamaba Bipolar. Con el juego de palabras me dio la risa. Una tontería que me hizo gracia. A partir de esta chorrada empecé a trabajar en la canción que da título al disco. Una canción que encontraba muy poética y evocativa. “Ós bipolar” me dio pie a escribir una letra también muy poética y evocativa.
Quizás el juego de palabras es una tontería, pero no deja de tener aquel trasfondo muy tuyo.
Quizás tiene este punto de estirar el lenguaje hasta sus límites, en este caso sin ninguna pretensión, porque el chiste es muy fácil. A veces, como ha pasado aquí, es interesante que el proceso sea en la inversa, que sea el lenguaje el que te fuerce a ti. Eso pasa mucho en las charlas con los amigos regadas con algún licor: el lenguaje se devuelve el director de la situación. Saber interpretar eso y saberse abandonar, en un marco creativo como el de la música popular, puede ser muy productivo.
¿Ves mucho la televisión?
Nada. En absoluto. En este caso, no estaba viendo la televisión sino un documental de la BBC. Veo muchas cosas en la pantalla, muchísimas, pero nunca la tele que me dan sino la que me hago yo. Vivir alimentándome de lo que me suministran los medios del momento y estar fastidiado por las mismas cosas que fastidian a todo el mundo no me realiza. Siempre me he rebelado contra eso.
Te has creado un mundo particular con tus propias reglas, normas, filias y fobias...
Primero, hay que destacar que he tenido la suerte de poder dedicarme a la música en una época en la que nos fue muy bien. Y sí, me he hecho un mundo. Soy un experimento sociológico dirigido por mí mismo. En realidad todos somos experimentos sociológicos, el secreto es ser el director del experimento o, como mínimo, el científico jefe del proyecto.
En tu caso, las conclusiones del experimento no podrían ser más positivas.
No lo sé. Eso se lo tendrías que preguntar a mis familiares más próximos. Profesionalmente, sí. He tenido la suerte de formar parte de aventuras como El Último de la Fila con la que vendimos muchos discos. Y en solitario, igual. Siempre rodeado de gente muy buena y haciendo aquello que realmente me interesaba. Pero insisto, he tenido la suerte de haber vivido una época en la que el oficio de músico popular estaba muy valorado. Ahora los críos lo tienen más difícil. Ya buscan la manera de salir adelante, pero actualmente es mucho más complicado que antes.
Si un músico no hace lo que quiere tiene un problema grave
Un pasado que actualmente te permite hacer lo que, como comentas, realmente te interesa, para no decir directamente lo que te da la gana.
No me gustaría que nadie pensara que soy uno frívolo. Mi oficio me lo tomo muy seriamente. Si un día hago un disco, quiero que tenga una gran difusión. Si doy un concierto, quiero que la gente se marche contenta. Y si un día no siento esta pulsión, dejaré de hacer discos y conciertos. Sí, realmente hago lo que quiero, pero si un músico no hace lo que quiere tiene un problema grave. Nos hacemos músicos por eso, para hacer lo que queremos. Ya hay otras profesiones que te obligan a rutinas o te dirigen hacia una determinada manera de actuar. Pero si te haces músico, una de las partes de tu oficio es explorar esta libertad. Después, también hay una parte de azar. Conozco gente buenísima que no se ha podido dedicar profesionalmente a la música, y otros muy malos que han vendido muchísimos discos.
¿Te has preguntado alguna vez por qué tú sí y otros, no?
¡No! Intento plantearme preguntas que pueda responder. Si entro en estos ámbitos más metafilosóficos puedo acabar con una pedrada mental considerable. Soy serio y trabajo mucho. También he trabajado con gente muy buena. Y, por último, he tenido la suerte de gustar a la gente. Porque que el público, y eso lo tenemos que tener claro, nunca hará un esfuerzo para que le gustes.
De hecho, uno de los objetivos de la música pop, que por eso es popular, tendría que ser llegar a cuanta más gente mejor.
Yo pienso que sí. Hay otras expresiones musicales muy respetables, como podría ser el jazz o músicas progresivas, donde hay una intención voluntaria de exploración de los límites de la propia técnica. Géneros que yo respeto y me interesan mucho. Pero la música popular tiene esta finalidad de gustar a la gente, de llegar a un número importante de personas. Eso yo siempre lo he tenido mucho presente. En realidad, toda expresión artística tiene un componente vanidoso, de gustar a los otros, de saber dónde estás con respecto al prójimo.
¿Te interesa la psicología y la psiquiatría?
Nada, me ha interesado nunca. Como explicaba, hice servir la palabra bipolar en el título de la canción y el disco, porque en aquel contexto en el que a un oso polar lo llamaban Bipolar, me hizo gracia. Tengo la curiosidad que tiene todo el mundo por saber del funcionamiento de la mente humana y sus patologías, pero no tengo una inclinación especial por la temática.
En cambio, siempre se te incluye en este grupo de figuras de nuestra escena musical un poco locos... Los Sisa, Riba, Pla, Puntí, Oliver...
En eso hay mucha poesía. Conectamos en muchas cosas pero, si os fijáis, musicalmente somos muy diferentes. Nos une un cierto sentido del humor, eso sí. Una mirada irónica hacia el propio oficio. Ser de un país pequeño como el nuestro, hace que las estrellas también sean minúsculas y que, consecuentemente, acepten el éxito en su oficio con humildad. Estoy muy contento conque se me relacione con todos ellos, pero de aquí a hacer de esto una escuela...
Una escuela no, pero con Sisa y el Oliver compartes proyecto, el Col·lectiu Eternity.
Sí. Y con el Pla hemos trabajado juntos muchas veces y me gustaría volver a hacerlo en el futuro. Lo mismo con Puntí. Y a Riba lo admiro total y completamente.
Me gusta la música pero también el oficio de ser músico
Durante la entrevista estás repitiendo a menudo el término oficio, una palabra que no todos los músicos de pop y rock utilizan para referirse a su trabajo.
Para mí la música es un oficio. Obviamente, tiene una génesis emocional e impulsiva. Cuando era joven quería ser músico para propulsarme a este mundo mágico, pero con los años vas descubriendo que para llegar tienes que aprender toda una serie de cosas: el oficio. Y este oficio implica desde escribir canciones, grabarlas y actuar en directo, pero también hacer propaganda, cambiar las cuerdas, limitar la ingesta de productos alcohólicos después de los conciertos porque tienes que conducir de vuelta en casa (porque un bolo no se acaba hasta que te echas en la cama). Me gusta la música pero también el oficio que tienes que hacer para ser músico.
Explicas que Ós bipolar lo has escrito pensado que era para ti pero lo has grabado como si fuera un encargo.
Desde el 2004 he hecho unos cuantos discos que me gustan. Cuatro álbumes: La Terra és plana (2004), Matem els dimarts i els divendres (2007), Viatge a Montserrat (2009) y Oh my love (2012), que los he grabado dedicando muchas horas. Discos extensos y trabajados, pero al mismo tiempo grabados con cierta dejadez. Como si realmente no me importaran.
No reniego de mis anteriores discos pero que hubiera un punto de dejadez, quizás para parecer más auténtico, se había convertido en una rutina
¿Por qué?
Creo que a veces tendía a pensar que mi perfeccionismo era un freno. Pedradas que te cogen. Contrariamente, me he dado cuenta de que cuando producía discos para otros músicos, los grababa con mucha pulcritud y brillo... ¡Tanto que al final he acabado teniendo envidia! No reniego de mis anteriores discos, que me encantan, pero que hubiera un punto de dejadez, quizás para parecer más auténtico, se había convertido en una rutina. Ós bipolar, exacto, lo he escrito como todos los otros pero lo he grabado como si fuera un encargo de un amigo. Y se nota. Es un disco menos áspero y más brillante y luminoso.
No es un disco estrictamente de pop, pero el sonido es más pop que los anteriores.
Es más diáfano. Los anteriores discos eran oscuros de composición, pero es que también lo eran de grabación. Estoy contento del resultado obtenido.
Soy un gran aficionado a la música y esta es un disco hecho por un melómano
Al mismo tiempo, es un disco ecléctico. Desde alentadas de rock...
Ya lo puedes decir, de rock pachangero. Tengo una vertiente de rock al estilo de Status Quo, y me encanta. Desde jovencito, soy un gran aficionado a la música y esta es un disco hecho por un melómano. Que sea ecléctico, que haya varios estilos, me gusta. A mí me gustan los discos que suenan a muchas cosas. Un álbum que suene de principio a fin a rock, a pop o a reggae me aburre. Escucho y soy fan de gente que trabaja así, pero yo necesito otros retos. Me gusta explorar. Con todo, están mi voz y mis letras, que serían el común denominador, lo que otorga una personalidad concreta a la obra en su conjunto. Cuando escuchas una canción, escuchas, sobre todo. una voz.
Sorprenden ciertas aproximaciones que has hecho al, muy al estilo de Brian Eno, minimalismo electrónico.
¡Me flipa Brian Eno! En el estudio no me corto. Si un día quiero grabar unas guitarras muy bestias, lo hago. Si quiero experimentar con sonidos electrónicos, también. Hago muchas cosas, en el estudio. Algunas las utilizo y otras, no. Eso es lo que me permite grabar discos eclécticos, e ir hacia un lado u otro. Eso es lo que me estimula y me permite trabajar en mis discos con un mínimo de entusiasmo. Porque, realmente, después de haber hecho tantos discos en solitario y con compañía, está el riesgo de aburrirse o chocar contra tus límites y deprimirte. Una manera de reconocer tus límites pero usándolos a favor tuyo es explorando.
En algún momento puntual me he dicho que lo dejaba, pero siempre he vuelto al cabo de dos semanas
¿Te has aburrido alguna vez, con la música?
En algún momento puntual sí que me he dicho que lo dejaba, pero siempre he vuelto al cabo de dos semanas. A veces cojo la moto y me largo. Pero siempre acabo regresando al estudio, porque me gusta y apasiona. Si no me dedicara a la música profesionalmente, muy probablemente sería mi hobby. De la misma manera que hay gente que hace la Torre Eiffel con palillos, yo haría discos. Aun así, siempre he intentado que la música no sea una obligación. Es una obligación hacer entrevistas, que las hago y, sinceramente, me encanta, pero escribir o grabar una canción para mí no ha sido nunca una obligación o presión.
Has comentado que eres un gran aficionado a la música. ¿Sigues teniendo curiosidad por descubrir grupos nuevos?
No, en absoluto. Me ha pasado esta ilusión. Lo que sucede es que, de vez en cuando, descubro alguno. Tengo una hija de 22 años que también es muy aficionada a la música y ella me va enseñando cosas. De bandas nuevas que me gustan citaría a Foals y London Grammar. Sí que últimamente tengo curiosidad por redescubrir clásicos del rock de los sesenta y setenta.
Lo más importante de la música de los Beatles soy yo
La música es como un viaje de ida y vuelta. De joven descubres unos grupos que marcan tus gustos y a partir de estos vas ampliando el abanico. Pero al final, por mucha cosa nueva que descubras, siempre acabas retornando al punto de salida.
Tengamos la edad que tengamos, todos tendremos nuestros clásicos particulares, que nos gustan ya no sólo por su música sino por los recuerdos que evocan. A mí los Beatles siempre me harán pensar en mi madre. Independientemente de cómo fueron de buenos, aquel es un sonido que me remite a mi infancia. La música con la que crecí y me hizo soñar que quisiera dedicar a esto. Lo más importante de la música de los Beatles soy yo. El poder evocador, eso es lo más bonito de la música popular: como la gente se la hace suya.
Hablabas de cómo una voz marca una canción. A Ós bipolar Manolo García canta a “Roda el món” y aunque el tema no tiene nada que ver con qué hacíais juntos, escuchándola es imposible no pensar en El Último de la Fila.
Es lógico. La voz del Manolo tiene mucha fuerza, es especial y está vinculada a muchas canciones que todos conocemos. Con eso está todo dicho. La música son habas contadas.
Acabas de publicar disco nuevo en solitario, pero los últimos meses también han venido muy marcados por tu reencuentro con el Manolo y la recuperación y revisión de vuestro legado con vuestros grupos pre El Último de la Fila: Los Burros y Los Rápidos.
Ha sido un trabajo agotador, pero al mismo tiempo nos hemos divertido muchísimo. La reunión empezó porque, en el garaje de casa, encontré unas cintas de la última gira, del año 1995, de El Último de la Fila. Nos reunimos para ver si podíamos mezclar todo aquello y publicarlo. Después decidimos grabar todo el material de Los Burros otra vez. Y finalmente grabar también otra vez mucho material disperso que había de Los Rápidos. Han sido ocho meses de estudio, en los cuales nos hemos visto cada día horas y horas. Una experiencia increíble. Con Manolo no hemos perdido nunca el contacto, pero hacía mucho que no trabajábamos juntos tan seguido y tan intensamente. Y ha sido un placer.
¿Un viaje nostálgico?
No. Me pongo más nostálgico cuando trabajo en mi carrera en solitario, porque me hace pensar en mí y en mi pasado. Cuando trabajo con Manolo rápidamente se recrea el ambiente de la época y me vuelvo un inconsciente. Y encuentro que en las grabaciones que hemos hecho de Los Burros y Los Rápidos se nota que no es un trabajo nostálgico, sino una desbarrada actual.
Mis discos son una evasión, pero tras esta huida me escondo yo
En cambio, Ós bipolar sí que tiene un cierto tono melancólico.
Sí, no puedo negarlo. No puedo ocultar que voy cumpliendo años. Es un disco luminoso pero tiene una parte de añoranza. Hay una cosa que se llama pasado. Ya lo decía en una canción: cuando eres joven el pasado es muy pequeño y el futuro inmenso. Pero cuando te vas haciendo mayor el pasado es inmenso y el futuro incierto. Vete a saber. Tengo previsto vivir 300 años, pero lo normal es que viva menos. Es normal sentir melancolía por el pasado, por las personas que ya no están y las cosas que ya no volverán a pasar. Pero también hay ilusión por el futuro y por convivir con la gente que ha llegado, como los hijos. Pero no puedo disimular, soy lo que soy y soy como soy. Mis discos son una evasión, pero tras esta huida me escondo yo.
Eres de una generación que no intuía el rock en la vejez y aquí estás, a 58 años.
Está bien planteado. A mi edad sigo haciendo rock, pero me tengo que replantear la fórmula con cada uno de mis discos, porque ni soy joven ni quiero hacer ver que lo soy. Cada vez que me pongo a escribir me tengo que reinterpretar y tengo que reinterpretar la música que hago, sonar honesto y que lo que canto me represente con mis circunstancias. También es bueno para la salud mental estar constantemente replanteándote quién eres, dónde estás y qué espacio ocupas en este oficio. Aunque la vida es incomprensible y, en el fondo, nada de todo esto tiene sentido.
Entre la gente que está llegando al mundo de la música encontramos a Núria Graham, una de las voces más especiales de nuestra escena musical, que ha colaborado en el disco cantando en el tema “Daisy (Al·leluia)”.
La conozco de hace tiempo, porque los dos vivimos en Vic, somos vecinos y la he visto actuar muchas veces. De Núria no sólo destacaría su voz. Es una artista increíble que lo tiene todo. Tiene un talento innato pero también la voluntad. Será una creadora fuera de serie, estoy seguro. Su aportación al disco es preciosa. Es una colaboración muy breve, un minuto al final del tema, pero espectacular. La clavó a la primera. Los que estábamos en el estudio nos emocionamos escuchándola.
Y con Joan Miquel Oliver qué cachondeo que os lleváis. Si tú mezclaste e hiciste de “asesor vocal” de su disco Pegàsus (2015), ahora él te devuelve el favor haciendo de “asesor vocal” de este Ós bipolar.
Y ha puesto coros y guitarras en algunas canciones. Con Oliver somos almas gemelas. Un músico espectacular, con un talento descomunal y una humildad increíble. Me encanta ser su amigo. Generacionalmente nos separan casi veinte años (puntualizar que él es el joven), pero nos lo pasamos muy bien juntos. Compartimos el oficio pero también la ilusión por vivir fuera del oficio. Somos amigos de verdad. Como también me pasa con Manolo. Con él también somos amigos que cuando no estamos tocando juntos encontramos cosas por hacer y de las que reirnos.
Hemos tenido ofertas para volver con El Último de la Fila, pero aquí los jefes somos nosotros y las únicas propuestas que escuchamos son las nuestras
¿Ahora que os habéis encontrado para reavivar puntualmente a Los Burros y Los Rápidos, cuántas ofertas habéis tenido para volver con El Último de la Fila?
Hemos tenido ofertas para volver con El Último de la Fila, pero aquí los jefes somos nosotros y las únicas propuestas que escuchamos son las nuestras.