Anaïs Vila es, de largo, de las artistas más consecuentes que he conocido. De hecho, la entrevistamos para este medio al poco de publicar su nuevo disco, Ara sempre, y, en cada una de sus respuestas, había una nota a pie de página. Por ejemplo, y a propósito de este álbum, ella podría tocar sola con su acústica en mil rincones, pero Anaïs era consciente de que este disco estaba planteado de otra manera: lo concibe únicamente para ser tocado con banda. Y claro está, no iba a traicionar esa idea, el espíritu primario. Que podría hacerlo, pero no, este no es el caso. Lo primero, siempre, la honestidad con uno mismo. Es como lo de publicar su disco en formato físico, esta vez iba a ser que no. No le compensaba. Con lo cual, ha preferido diseñar un bonito póster con toda la información del disco y un QR que te lleva hasta las plataformas donde puedes escuchar sus canciones.

Otros tiempos, otra realidad para Anaïs Vila / Foto: Roser Gamonal 001

El mejor público del mundo

Son nuevos tiempos y, sobre todo, otra realidad. La de Anäïs, insisto, parte desde la coherencia. Y también, desde el saber estar. Lo mismo se sube al escenario del Palau Sant Jordi formando parte de la banda de Joan Dausà, que toca en espacios mucho más reducidos. Es más, lo primero que defiende, cuando se sube a las tablas del Paral·lel 62, es que ese público que persigue con ahínco, existe, y que puede convivir con cosas más grandes. Porque todo es compatible, aunque a veces cueste imaginarlo y desarrollarlo. De hecho, hará cosa de un mes, me moví hasta una ciudad catalana que tiene oficialmente 218.000 habitantes, para ver a una de las jóvenes promesas (y diría que realidad) de la música hecha aquí (su disco debut estuvo en la mayoría de listas con lo mejor del año pasado), y allí no éramos más de veinte. Contando que yo venía del Maresme y otros dos amigos llegaban desde otro pueblo no colindante. Así pues, está claro que algo estamos haciendo mal. En la música, como en la sociedad misma, ha desaparecido la clase media. En el terreno meramente musical, o entras en la rueda de los festivales o bien te quedas inmóvil en tu pequeño nicho. En un momento del concierto, Anaïs gritó: “Sois un público pequeño, pero es el mejor del mundo”.  

Anaïs Vila ha presentado en directo su nuevo disco, Ara sempre, a la sala Paral·lel 62 de Barcelona / Foto: Roser Gamonal

La velada empezó sin aspavientos, parecía como si llevaran tres meses seguidos de gira, actuando con una naturalidad pasmosa. A la segunda, la titular Ara sempre suena con fuegos artificiales y en Cendres lucen los coros (sus tres acompañantes al unísono). A continuación, Anaïs pide que la gente avance unos metros, todavía queda un hueco delante. En Com una flor, brilla esa letra que habla de matices vitales, sobre cómo debemos sostenernos y dejarnos sostener, cuando pasamos una época en la que no estamos finos del todo. En cualquier caso, este es un disco que también trata sobre la salud mental. Luego, abre un paréntesis, con tres canciones de Contradiccions, su anterior obra, un lote del que destaca Decisions,  con esas teclas de apertura, el ritmo de la batería (qué dos músicos la acompañan tanto en directo como en el estudio, Andreu Moreno y Pep Soler) y un bailoteo improvisado e inesperado. Remor, esta sí, la hace sola, y el premio llega con Desert, subiendo a escena Mazoni con esa aura poética y, a la vez, intensa. Con Loop, el primer single de Ara sempre, invita al público a hacer coros, y sí, le hacen (hacemos) caso. Hay complicidad, eso es algo que Anaïs Vila se ha ganado a pulso. Su honestidad y el saber dar la cara, tienen premio. Ahora solo falta aquello de conciliar lo grande con lo pequeño. Será una cuestión de seguir insistiendo.