Hay una cosa extrañamente fascinante de los Estados Unidos: todos sus rincones, desde las ciudades más grandes y conocidas, hasta los lugares más pequeños y escondidos, nos resultan familiares aunque no hayamos estado nunca. Un fenómeno curioso, muy probablemente como resultado del colonialismo cultural: de la literatura al cine pasando por la música, que ha ejercido sobre el resto del mundo desde inicios del siglo XX. Una especie de memorias construidas en que la icónica Ruta 66, ensoñación de libertad, ocupa un espacio destacado: ¿quién no han pensado nunca en subirse a un viejo Cadillac descapotable, apretar el acelerador y recorrer los millares de millas (más concretamente 2448 millas, o lo que es lo mismo 3940 kilómetros) que separan Chicago, en el este, de Santa Mónica, en las puertas del océano Pacífico? El editor, corrector, traductor y librero Jordi Galli lo hizo durante un par de meses de un verano caluroso, vivencias sobre cuatro ruedas que ahora evoca en La ruta invisible (Quaderns Crema, 2024), un libro excelente, una lectura deliciosa.
En busca del sueño americano
Los mejores relatos son aquellos que ofrecen varias capas, factor en que destaca sobradamente La ruta invisible: Jordi Galli ha escrito un libro de viajes que sobrepasa en infinidades de aspectos las formas del género. Parada a parada en su particular gira por la icónica carretera norteamericana, desde de Illinois hasta California, adentrándose en Missouri, Kansas, Oklahoma, Texas, Nuevo México y Arizona; nos acerca, a partir de esos pequeños detalles que hacen grandes los relatos, a la historia de un país que parece tener una personalidad más o menos homogénica, pero que en realidad es poliédrica y bipolar.
Cowboys, buscadores de oro, predicadores y cristianos fervorosos, empresarios sin escrúpulos, artistas, músicos de blues, ángeles del infierno... Personajes de todo tipo, algunos fascinantes, otros despreciables, todos ellos intentando hacer realidad la gran fantasía yanqui
Una nación de la cual parece que lo conocemos todo, pero que puede resultarnos indescifrable e inalcanzable cuando nos adentramos en las interioridades de su historia y realidad. Aquella que en las bibliografías oficialistas (aquellas que siempre escriben los ganadores) empieza con el desembarque de los conquistadores y religiosos españoles y prosigue con la llegada de los colonos británicos llegados a bordo del Mayflower. Los 102 padres peregrinos que con su obstinada conquista del oeste empezaron a erigir aquello que se ha dado a conocer como "Sueño americano". Tras de ellos, cowboys, buscadores de oro, predicadores y cristianos fervorosos, empresarios sin escrúpulos, artistas, músicos de blues, ángeles del infierno... Personajes de todo tipo, algunos fascinantes, otros despreciables, todos ellos intentando hacer realidad la gran fantasía yanqui.
Esta es la esencia del sueño americano: solo hace falta que te lo creas para que se haga realidad y publicitada en chillonas luces de neón
En algunos párrafos libro amenísmo de historia, en algunas páginas, especialmente en aquellas que hace parada y fonda en pueblos inquietantes que no son más que una calle con una barbería y un motel, una escena de una película de David Lynch; La ruta invisible es la guía (que no pretende ser guía) perfecta para adentrarse en una Mother Road que, irónicamente, hace décadas que ya no existe. Pero esta es la esencia del sueño americano: solo hace falta que te lo creas para que se haga realidad y publicitada en chillonas luces de neón.