La Haya (Países Bajos), 17 de febrero de 1720. Hace 305 años. Cinco años después de la conclusión de la Guerra de Sucesión hispánica (1701-1715). Las potencias europeas que habían combatido en la Guerra de la Cuádruple Alianza (1718-1720) —una réplica desnaturalizada del conflicto sucesorio hispánico— se sentaban en una mesa de negociaciones para poner fin, definitivamente, a las hostilidades. En aquella mesa, Felipe V de España, el primer Borbón de Madrid y el gran derrotado en aquella contienda bélica, sería obligado a entregar la isla de Cerdeña al ducado independiente de Piamonte. Desde entonces, la histórica corona de Cerdeña, que se habían ceñido por primera vez los reyes catalanoaragoneses (1295), pasaría a la cabeza de los Saboya (la estirpe soberana de Turín), y el nuevo Estado resultante pasaría a ser denominado Reino de Piamonte-Cerdeña.

Mapa de la parte continental de Piamonte Cerdeña (1799). Fuente Wikimedia Commons (1)
Mapa de la parte continental de Piamonte Cerdeña (1799). Fuente: Wikimedia Commons

¿Qué era el Piamonte?

Cuando el Piamonte asumió las compensaciones de La Haya (1720) era, territorialmente, un Estado de pequeñas dimensiones (una vigésima parte de la superficie de Francia) pero situado sobre un espacio de gran valor estratégico (el tradicional pasillo que unía la Europa atlántica y la península italiana). Y era un territorio rico y poblado. Turín, la capital, reunía una población de 50.000 habitantes (en aquel momento, Barcelona tenía 40.000) y ya era un núcleo económico importante (un destacado centro de fabricación y de negocios). Pero aquel Piamonte de 1720 era, sobre todo, un sujeto político en línea ascendente. Había saldado, con éxito, su participación en los dos grandes conflictos continentales europeos de principios de siglo y sus diplomáticos se sentaban en las mesas negociadoras al lado de los representantes de las grandes potencias continentales.

¿Qué más era el Piamonte?

La existencia de una estirpe ducal Saboya, capacitada y ambiciosa, contribuiría a hacer posible aquella estrategia. El duque independiente Víctor Amadeo II (que gobernaría entre 1675 y 1732) culminaría una trayectoria política de alejamiento de la tutela francesa iniciada por sus antecesores. En 1688 se sumaría a una Gran Alianza austroimperial para frenar las ansias expansivas de Luis XIV, el Borbón francés. Y en 1701 se sumaría a la Alianza internacional austriacista, en la Guerra de Sucesión hispánica. Inglaterra y Austria, las potencias que le discutían el liderazgo continental y mundial en Francia, se fijaron y le darían apoyo en su nuevo papel de Estado-tapón que tenía que frenar la histórica tendencia expansiva gala hacia la península italiana y contraponer el tradicional liderazgo de los Estados Pontificios en el contexto territorial y político de la bota italiana.

Mapa de la parte insular de Piamonte Cerdeña (siglo XVIII). Fuente Cartoteca de Catalunya (1)
Mapa de la parte insular de Piamonte Cerdeña (siglo XVIII). Fuente Cartoteca de Catalunya

¿Qué era Cerdeña?

En cambio, Cerdeña, aunque ostentaba la categoría de reino, no tenía el peso del ducado independiente de Piamonte. Conservaba su histórica importancia estratégica (su dominio era imprescindible para el control de la navegación en la mitad occidental del Mediterráneo). Y mantenía su tradicional importancia económica (era el granero de las repúblicas italianas, de la Provenza y de Catalunya; sobre todo en épocas de malas añadas). Pero su sociedad no disponía de unas élites ricas y ambiciosas como la piamontesa. No había una nobleza militar potente, ni unas clases mercantiles influyentes. Estos déficits se explicarían, en parte, porque históricamente, el reino de Cerdeña había estado subordinado a poderes centrales externos: la Corona catalanoaragonesa (1295-1479) y la monarquía hispánica (1479-1713).

¿Por qué a los duques de Piamonte les podía interesar la corona sarda?

Cuando se produjo aquella transferencia de dominio (1720), el absolutismo monárquico estaba plenamente consolidado. El dibujo clásico del régimen feudal (el equilibrio de poder entre los estamentos de la corona, la nobleza y la Iglesia) había dejado paso a la reaparición de la pirámide jerárquica de la antigüedad, donde la figura del rey se situaba en la cima en solitario. Por este motivo una cuestión que, durante la larga Edad Media había jugado un papel secundario (y que explicaría la larga nómina de podestás, condes, duques y archiduques independientes, que convivían en igualdad o en superioridad de condiciones con los reyes); en aquel nuevo orden se había convertido en una prioridad. La restauración de la pirámide jerárquica y del prestigio de la figura del rey; impulsaría, por ejemplo, los stadhouders de los Países Bajos o los duques de Piamonte a buscar la fórmula para convertirse en reyes.

Mapa de la península italiana (medios del siglo XVIII). Fuente: Cartoteca de Catalunya
Mapa de la península italiana (medios del siglo XVIII). Fuente: Cartoteca de Catalunya

El papel protagonista de Piamonte-Cerdeña en la historia europea del XIX

El nuevo reino de Piamonte-Cerdeña jugaría a la perfección la condición de liderazgo que había asumido en el contexto territorial de la península italiana. La cancillería de Turín —y no la de Venecia, la de Florencia, la de Milán, la de Roma o la de Nápoles—; sería la que impulsaría el proceso de unificación italiana (1859-1870). Cuando nos referimos a las figuras primordiales que impulsarían el Rissorgimento, hablamos de la casa real piamontesa y del rey Víctor Manuel III de Piamonte-Cerdeña; de Camil Benso di Cavour, primer ministro del reino de Piamonte-Cerdeña; o de Giuseppe Garibaldi, general de los ejércitos piamonteses. Incluso, cuando nos referimos a Amadeo de Saboya, el hijo de Víctor Manuel III que el general Prim llevó a Madrid para relevar a la corrupta Isabel II, lo identificamos como un miembro de la casa real de Piamonte-Cerdeña.

¿Piamonte-Cerdeña, sí y Catalunya-Aragón, no?

El caso de la construcción de la Corona catalanoaragonesa o Corona de Catalunya-Aragón, tiene muchas similitudes con el del reino de Piamonte-Cerdeña. Una unión dinástica formada por dos entidades políticas con un peso político, militar y económico muy diferenciado. No solo en el momento de la unión (1150) y como quedaría manifiestamente patente en la negociación (siempre claramente favorable a los catalanes); sino, también, en el transcurso de su historia (con el papel claramente protagonista de Catalunya en el proceso expansivo en el Mediterráneo). Entonces, ¿si no tenemos ningún inconveniente en referirnos al Estado de los Saboya surgido de la Paz de La Haya (1720) como el reino de Piamonte-Cerdeña, por qué no nos podemos referir al Estado medieval catalán como Corona de Catalunya-Aragón?

Vista de Turín (principios del siglo XVIII). Fuente: Pinterest
Vista de Turín (principios del siglo XVIII). Fuente: Pinterest