No era el dinero. Eran los chistes.
Y la simplicidad.
Y el ingenio.
Y la tontería.
Y las polémicas, y el hype.
Eran los chistes.
Porque por culpa del dinero, quizás todo eso ha muerto.
Quizás, el dinero ha matado el formato.
Soy tu padre
La Resistencia se acerca cada vez más al convencionalismo de su querido El Hormiguero. Pero con cinismo. Como un adolescente que se mira a su padre pensando que nunca llevará aquellas camisas grunge cursis... Hasta que pasa y las luce como si fuera lo más cool.
Ha sido el programa de humor más importante del mainstream los últimos años. Sustentado básicamente en tres pilares: el trabajo hecho en las catacumbas de la cadena SER en La vida moderna, de la que Broncano es director y es el espacio donde ha ido creciendo en la sombra; de todas las horas invertidas por los principales actores del nacimiento del humor en España, como el mismo director del programa de Movistar +, Ricardo Castella, mítico de Paramount Comedy; el carisma burlesco del citado David Broncano, niño superdotado para la improvisación y el ego en duda, el ego que hace reír; y el sudapollismo/sudacoñismo de un formato que no existiría sin la sensación de directo constante e improvisación que ha pavimentado YouTube.
La Resistencia permitió de alguna manera que mi padre disfrutara de YouTube, de las nuevas plataformas: de las cosas hechas de forma chapucera –o con apariencia de serlo–, de los memes y de los personajes del underground musical, cultural, del deporte y de Internet. Pero disfrutaba en las antiguas plataformas. Tan antiguas como Movistar+ (¡de pago!).
¿Cómo llegó La Resistencia a mi padre?
Adiós a Youtube
Mucho antes que La Resistencia fuera un formato que despertara el interés de una generación ampliada y bastarda, que Broncano fuera el presentador de moda, una comunidad de fieles en Youtube, como ya pasaba con La Vida Moderna (mucho más vista que escuchada), hacían trending topic las entrevistas y secciones del programa cada día.
Ahora, cuando el formato ya ha ganado bastante notoriedad, se ha abandonado la plataforma (se siguen subiendo vídeos pero de una duración muy escasa). Se entiende que a la quinta temporada, ya era el momento de la provisión. Que Movistar ya no quería dar gratuitamente –aunque las entrevistas de veinte minutos colgadas hasta ahora también eran un extracto editado– el contenido y que tocaba sumar parné: Canal 24h de La Resistencia al canto.
La comunidad de seguidores no tardó en quejarse.
El debate incluso llegó al mismo programa. Pero de momento nada ha cambiado. Siguen siendo cortes de tres minutos.
Tensión escénica no resuelta
Quizás peor que estos trocitos, he ahí un joven que le roba el Movistar+ a su padre y ha podido ver los programas completos, es que La Resistencia también ha cambiado. En esta quinta temporada se han trasladado a un teatro más grande. Ahora hay una tensión escénica insostenible. Todo les queda grande. Incluso Grison se ha cortado el pelo.
¿El Sansón del beat box ha hecho perder la fuerza al programa?
La Resistencia se está convirtiendo en un late convencional. Al fin y al cabo, tiene a El Terrat detrás, que ya había provocado estas transformaciones con los diferentes formatos de Andreu Buenafuente, hasta convertir el plató de Late Motiv en una copia –conseguida– de David Letterman y su The Tonight Show.
La paradoja de La Resistencia: popularidad, más caché, más medios, mejor espacio y condiciones, pero más frialdad. Más distancia.
Una lenteja que es palmera
Justo al contrario de lo que pasó durante el confinamiento pasado, cuando el programa se convirtió en algo más allá que televisión. Un servicio casi de primera necesidad. Un plató donde cuatro colegas quedaban para pasar el rato, para hacer versiones de canciones, para plantar lentejas en botes de yogur. Se convirtió el formato en Lo que de verdad importa y se cocinó pescado frito, los invitados entraban en calidad pésima por videollamada... Y qué.
Nunca se había acompañado y se había hecho reír con tan poco. Historia de la televisión, con momentos metatelevisivos impagables, como aquel 26 de marzo cuando Broncano colapsó, decidió parar el programa, hacer una reunión de los directores en directo, en tono serio y... emitirlo todo.
Hoy aquella lenteja sería una palmera de una región tropical de Malasia.
Y no, no tendría puta gracia. La lenteja era simple, ingeniosa, tonta. Un gran absurdo. Un buen chiste.