¿Se puede ser profundo y un tonto al mismo tiempo? Blink-182 parecen utilizar sus conciertos para demostrarnos que sí, que es posible. Probablemente tenga mucho que ver que a pesar de ser un grupo que se hizo famoso por sus canciones festivas, videoclips divertidos y chistes subidos de tono, el tiempo se ha encargado de hacerles ver que no todo en la vida es una broma. En sus casi 30 años de carrera profesional, el trío californiano de punk pop las ha visto de todos colores. El cantante y guitarrista Tom DeLonge estuvo enganchado a los calmantes, el batería Travis Barker sobrevivió a un accidente en un jet privado en 2008 en el que murieron cuatro personas, y hace un par de años, el cantante y bajista Mark Hoppus hacía público que sufría un linfoma, mostrando una fotografía totalmente calvo por los efectos de la quimioterapia. Por no hablar de las tensiones internas que provocaron que, hasta dos veces, DeLonge abandonara el grupo, dejándoles en una situación bastante incierta.

Precisamente fue el anuncio de su vuelta ahora hace un año, después de siete de no estar, lo que ha provocado que el grupo haya vivido un resurgimiento con una gira de reunión que ha superado todas las expectativas. Las entradas para su concierto en el Palau Sant Jordi de Barcelona llevaban meses agotadas, cuadruplicando así su poder de convocatoria respecto de su última visita en el 2012. Si los boomers tenían a los Ramones, y los Gen X a Green Day, los millennials tienen a Blink-182. Los chavales que hacía 20 años los escuchaban en el instituto son ahora adultos con bastante poder adquisitivo para poder regalarse una noche de nostalgia a precio de oro (las entradas oscilaban entre los 45 y los 190 euros). Y justo eso es lo que recibieron.

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Foto: Carlos Baglietto

Con las notas de Also sprach Zarathustra, op. 30, la pieza de Richard Strauss popularizada por la película 2001: Una odisea en el espacio, DeLonge, Hoppus y Barker salieron al escenario aclamados como grandes héroes. Arrancando con Anthem Part Two de Take Off Your Pants And Jacket (2001), Blink-182 dieron un repaso exhaustivo a toda su carrera, constatando que ningún otro grupo de su generación cuenta con un arsenal de hits como el suyo. El exuberante The Rock Show, Family Reunion (una colección de groserías a ritmo de punk rock), la celebradísima Feeling This, las trepidantes Dysentery Gary y Dumpweed, o su último single EDGING, que formará parte del nuevo disco que sacarán el 20 de octubre, marcaron una primera parte del concierto en lo que, por desgracia, el ensordecedor sonido de la batería sacó brillo a las melodías.

Si los boomers tenían a los Ramones, y los Gen X a Green Day, los millennials tienen a Blink-182

El show, una especie de concierto de arena rock de estar por casa con explosiones, llamas, luces láser, un globo inflable en forma de furgoneta, y confeti, nos mostró también su cara más emo con temas como Stay Together For The Kids, Always, Down, Bored To Death o Miss You, con tempos menos acelerados y letras más serias. Fue aquí donde el trío pareció más cómodo, sin tener que fingir que son todavía unos gamberros que van a todas partes con patinete.

El final fue de traca, empalmando What's My Age Again?, First Date, All The Small Things y Dammit, un póker que, por sí solo, justifica que Blink-182 hayan adquirido su estatus de leyenda. A medio concierto, Mark Hoppus había bromeado diciendo "¡Que les den por el saco a los Beatles! ¡Somos mejores que los Beatles". Es evidente que no, pero viendo las sonrisas de los asistentes bajando Montjuïc abajo con las camisetas empapadas, más de uno podría llegar a dudarlo.

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Foto: Carlos Baglietto