Revolución en un Louvre que cae a trozos. Eso es lo que ha anunciado este martes el presidente francés, Emmanuel Macron, a la vez que ha aclarado cuál es el futuro de La Gioconda —también conocida como Mona Lisa—. Un anuncio que llega después de la filtración de la semana pasada a Le Parisien, sobre el estado del museo. Concretamente, su presidenta, Laurence des Cars, advertía sobre las consecuencias de la saturación de visitantes y sobre "la obsolescencia inquietante" de unas instalaciones que no fueron concebidas para tanta gente.
En una nota confidencial a la ministra francesa de Cultura, Rachida Dati, Des Cars subrayaba "la realidad severa del estado de los edificios, demasiado ocupados". Se trata de una realidad que tiene consecuencias con "averías" en equipamientos "a veces muy deteriorados", así como con "inquietantes variaciones de temperaturas que ponen en peligro la conservación de las obras". Los cristales de la pirámide, por ejemplo, contribuyen a crear un efecto invernadero que hace que el espacio sea "muy inhóspito", tanto para los turistas como para los trabajadores. Así, contemplar las obras se ha convertido en una "prueba física" para los visitantes, mientras que la oferta gastronómica o la disponibilidad de los lavabos están "ampliamente por debajo de los estándares internacionales". En definitiva, que el edificio está "estructuralmente superado", víctima de su éxito —el año pasado vendió 8,7 millones de entradas.
En este contexto, Macron ha anunciado este martes un gran proyecto de remodelación del Museo del Louvre... con nuevos planes para La Gioconda: la obra de Leonardo da Vinci estará en una sala separada, con un acceso y un billete de entrada separados, con el fin de gestionar mejor a las 30.000 personas diarias que atrae. En la misma línea, se construirá una nueva entrada por el este, que servirá para descongestionar el acceso por la pirámide de cristal.
Hasta ahora, la Mona Lisa ha estado en la denominada Sala de Estado, al lado de otras grandes obras como Las bodas de Caná (Paolo Veronese) que pasan desapercibidas. La experiencia para ver La Gioconda y las otras obras es muy incómoda, pero los cambios anunciados por Macron permitirán visitarla "con más tranquilidad", tal como se merece. La construcción de la nueva sala vendrá acompañada de una expansión del flanco este del museo, con salas subterráneas como las que se encuentran bajo la pirámide. Es por eso que habrá un nuevo acceso en el patio conocido como Cour Carrée, en la denominada Columnata Perrault.
Aumento de la entrada del Louvre
Este "renacimiento" del Louvre tendría que estar finalizado para 2031. Pero, claro está, para hacerlo hará falta dinero: parte de la restauración se financiará con un aumento del precio de la entrada para|por los visitantes extracomunitarios, que será de unos 30 euros —delante de los 22 que cuesta actualmente—. Estos ingresos extra se sumarán a partir de enero del 2026 al aumento del 30% que ya experimentaron los precios el año pasado, el año de los Juegos Olímpicos de París. Asimismo, se contará con mecenas, con la explotación de la marca Louvre, con el alquiler de instalaciones y con inversiones del Ministerio de Cultura. La previsión es que el ministerio destine 10 millones de euros, pero el bloqueo político y presupuestario de la Asamblea Nacional francesa pone en riesgo este dinero. En cualquier caso, se calcula que hará falta una inversión de entre 700 y 800 millones de euros durante la próxima década.
La última grande reforma del Louvre fue hace cuarenta años, cuando se construyó la pirámide de cristal. Desde entonces, el museo ha duplicado la cifra de visitantes: si bien se concibió para cuatro millones de visitantes, el año pasado hubo 8,7 millones (la mayoría extranjeros). La previsión es que el año 2031, cuando se acabe la remodelación, estará en condiciones de recibir a 12 millones de visitantes cada año.