Durante el primer cuarto de la centuria del 800, el territorio de la futura Catalunya vivió una etapa muy convulsa. El empuje del ejército carolingio había permitido el retorno de la masa de exiliados de la Tarraconense y de la Narbonense, que se habían refugiado en territorio franco durante la invasión árabe (717-723). Pero aquel retorno no estuvo exento de tensiones. Sobre todo tras la fracasada operación de conquista de Tortosa (804). Los oligarcas indígenas (los dirigentes del exilio) querían consolidar el poblamiento y el aparato productivo de la parte del país recuperada. Y los militares francos, segundones de la corte carolingia, querían continuar la guerra para lograr botín y prestigio.