Indudablemente, igual que no hacía falta que te gustase el tenis para devorar Open de Andre Agassi (con la ayuda inestimable del ganador del Premio Pulitzer J. R. Moerhinger), Rivales, la nueva película de Luca Guadagnino, director de Call me by your name, que hoy llega a las salas de cine, también se puede ver, y disfrutar, aunque no hayas visto en tu vida un partido de Roland Garros o Wimbledon. Esto va más allá, mucho más allá de la raqueta.
Aquí se habla de rivalidad dentro, pero sobre todo fuera de la pista, y también examina los deseos y las prioridades de cada sujeto
Un juego de imprevistos
Es cierto que aquí se habla de rivalidad dentro, pero sobre todo fuera de la pista, y también examina los deseos y las prioridades de cada sujeto. De hecho, todo va bien entre Patrick Zweig (espléndido el papel de Josh O´Connor) y Mike Faist (Art Donaldson, un personaje que va mutando cada vez en alguien más frío), hasta que se cruza en su camino Tashi Duncan (Zendaya). Y esto, claro está, marca un punto y aparte, su aparición en la pantalla lo eclipsa todo. Cuando ella juega (antes de lesionarse), se comporta de manera altiva y destruye a cualquiera solo con la mirada, le da igual el rival. No perdona a nadie. Tampoco siente pena por quien muerde el polvo: “Tiene mal perder y es una racista de mierda. Lo superará”, dice sobre una contrincante a la que ha machacado. Mientras tanto, esos dos seres opuestos que presumen de ser amigos, se ven envueltos en un juego peligroso: ¿a estas alturas es preferible ganar dentro de la pista o bien conseguir una cita en la playa con esa chica que conquista a todos? Y ahí es cuando entra ella: es seductora y sabe administrar su encanto. Un ejercicio en que actúan, por un lado, la codicia y por el otro, la manipulación. Luego está esa escena en la habitación con tanta carga de sensualidad (es más eso, que no sexualidad), que mejor no detallar aquí (vean y gocen).
Con un ritmo ágil y mucha inteligencia, Luca Guadagnino disecciona las relaciones humanas, con una estrategia sutil y leyendo cada punto
Con idas y venidas en el tiempo, se desarrolla esta aventura un tanto cruel que coloca a cada cual en su sitio. Si bien, no siempre la apuesta ganadora es la que destila felicidad: “¿Qué prefieres, ser rico, viajar y tener una fundación, o seguir siendo tenista?”. Esto le dice Trisha a Art tras una crisis de juego y de confianza. En cualquier caso, a quien le gustaría estar en la pista es a ella. Con un ritmo ágil y mucha inteligencia, Luca Guadagnino disecciona las relaciones humanas, con una estrategia sutil y leyendo cada punto. “¿Y todo lo hacéis juntos? Parecéis inseparables”. Exacto, ellos son fuego y hielo (evidente quién es quién) y, sobre todo, juegan al tenis porque se divierten y eso les da acceso a conocer a chicas. O más bien, a la chica (con mayúsculas y signos de exclamación). Sin embargo, es ella quien tiene la sartén por el mango, aunque alguna de sus sentencias no sean creíbles: “¿Quién te hace pensar que quiero que estés enamorado de mí?”. Pues no, esto no es así. Todos están (estamos) enamorados de Zendaya, la que juega al tenis, la que va por el desierto en la epopeya desértica de Dune y también aquella que nos embrujó en la serie Euphoria (no olvidamos esa mirada hipnótica en el cartel de la primera temporada).
Porque la vida y el amor, es un juego de imprevistos, de toma y daca, en el que, como demuestra esta película, todos pueden salir ganadores
Con la música de Trent Reznor y Atticus Ross como punto referencial en la película, agudizando lo bueno y lo malo, la tensión y la emoción, lo oscuro y también la picaresca, las bolas pasan por encima de la red a toda velocidad. Es más, es inevitable no moverse del asiento intentando esquivar cada impacto. En realidad, no estamos preparados para tanto golpe. Porque la vida y el amor, es un juego de imprevistos, de toma y daca, y en el que, como demuestra esta película, todos pueden salir ganadores. “Ese es tu problema, siempre das el partido por ganado. Yo soy tu igual, no soy una puta groupie”, le dice Patrick a Tashi. O como dice la letra de Pecado de Caetano Veloso: “Yo no sé si es prohibido, si tiene perdón, si me lleva al abismo, solo sé que es amor”, que suena en una de las escenas más tiernas, y al mismo tiempo, dolorosa de la película, y en la que te planteas si te quedas en el fuego o en el hielo, con el que te da una seguridad o con la locura de quien no tiene un plan. Pues eso, un enigma sin resolver. Y mientras tanto, la pelota que no se decide a dictaminar. No sé, quizá sea por el poder de Zendaya.