El debate sobre los robots está de máxima actualidad. La ciencia avanza a gran velocidad y gracias a la informática la interrelación entre personas y robots cambia día a día. "Los robots impregnan nuestra vida más que nunca, y todavía estarán de más actualidad en el futuro", explica Elisa Durán, directora general adjunta de la Fundación la Caixa. Los robots nos ofrecen ayudas esenciales en el mundo laboral, por ejemplo, evitando riesgos de los trabajadores; además, está mejorando notablemente la vida de algunos enfermos, a los que se está dotando de más autonomía. Pero los robots dan miedo: ya lo hacían cuando empezó la segunda revolución industrial, porque se temía su impacto en el mercado laboral, y siguen dándolo ahora, porque su espectacular mejora empieza a generar dudas éticas. "Si Kant se preguntaba qué es el hombre, quizás la pregunta de nuestros tiempos tendría que ser qué es el robot", reflexiona Lluís Noguera, director del CosmoCaixa... Para ofrecer herramientas para este debate, la Obra Social la Caixa, con el Museo Federal de Seguridad y Salud DASA (Dortmund, Alemania) y con el Parque de las Ciencias de Granada, ha organizado la exposición Robots. Los humanos y las máquinas, que se podrá ver desde este viernes hasta el 31 de enero en el CosmoCaixa Barcelona.
De la fascinación al miedo
El primer apartado de la exposición se centra en las máquinas, desde sus inicios, y presenta ejemplares de máquinas que demuestran un gran ingenio. Desde la eolípila, la primera máquina de vapor, inventada por un griego en el siglo I (y que nunca fue utilizada), hasta la imprenta, una máquina que permitió difundir el conocimiento por todo el mundo (en el extremo contrario se expone una ametralladora, la máquina que llegó a banalizar la muerte). En el espacio siguiente se muestran autómatas, robots que imitaban personas, algunas con sorprendente perfección, pero con intención símplemente lúdica. El tercer espacio nos muestra el miedo a la máquina que generó la revolución industrial (de hecho, la palabra "robot" apareció por primera vez en una obra teatral de Karel Čapek, con connotaciones claramente negativas. Ahora bien, en este ámbito también se recoge la fascinación que despertaron los robots después de la Segunda Guerra Mundial, cuando se tenía una visión muy optimista del futuro y se pensaba que los robots harían más fácil la vida de los humanos. Y, en realidad, algunos lo hicieron...
Todas las posibilidades
Pero, sin duda, el plato fuerte de la exposición es el apartado donde se muestran las posibilidades de los robots actuales, de todos tipos. Se pueden ver robots con finalidades sanitarias, para rehabilitar enfermos; robots para reducir los riesgos de los trabajadores, como desactivadores de bombas o extintores de incendios; robots con finalidades científicas, como los vehículos espaciales o los submarinos que llegan a profundidades abisales; robots para mejorar la producción, como una ordeñadora mecánica o un robot industrial... Pero también, en una esfera diferente, robots que sirven para llevar mejor la soledad, como el Aibo, el perro robot japonés, una mascota robótica destinada a paliar la falta de calor humano. En el CosmoCaixa, estos meses, se pueden ver robots que difícilmente podríamos ver en otros contextos.
La madre del cordero
El tramo final de la exposición se enfrenta a dos temas espinosos que han abierto un montón de interrogantes sobre el futuro de los robots. Por una parte, se plantea el problema de la mejora del ser humano mediante aplicaciones robóticas integradas a su cuerpo, la fusión entre el hombre y la máquina. Hasta ahora estos dispositivos sólo son utilizados por personas con discapacidades: hay diseñados para gente con daltonismo, para gente que ha tenido ictus... Pero no es nada descabellado pensar que dentro de pocos años, cuando se hayan perfeccionado, haya gente sana que voluntariamente quiera aplicarse mejoras tecnológicas para ser más hábiles. Los cyborgs, dentro de poco tiempo, serán una realidad. Es posible que en el futuro se pueda comprar más fuerza, más inteligencia o más habilidades tal como hoy alguien compra un coche o un televisor. Y aquellos que tengan más capacidad económica serán mejores que el resto. Eso, obviamente, abre muchos interrogantes éticos. También los abre la posibilidad de la creación de un robot que llegue a ser autoconsciente y plenamente autónomo. Si bien la mayoría de científicos apuntan que eso no será posible en los próximos años, y que algunos expertos lo descartan completamente, hay la posibilidad de que en las próximas décadas lleguen a existir seres con muchas más capacidades que los humanos, con los que tendremos que establecer unas relaciones que sin dudas serán muy complejas. El avance de la ciencia, en estos casos, va por delante del debate ético.
Ver aquello que raramente se puede ver
La exposición Robots presenta algunas piezas muy destacadas: desde una instalación adaptada al soldado del techo de los coches, hasta un prototipo de corazón artificial, pasando por una maqueta de la nave espacial que ha recorrido Marte durante años. Pero lo más impresionante es la interactividad de esta exposición: desde el hecho que dos robots humanoides, Ada y Charles, guíen al visitante en su paso por las salas, hasta la posibilidad de interactuar con un robot que reproduce las facciones de tu rostro, o la atracción de jugar una partida de Memory con un robot. Aviso para los que se arriesguen a esta última posibilidad: el robot está programado para perder un 30% de las partidas: si se le programara para ganar siempre, sería imbatible. La exposición Robots, pues, resulta un pretexto fantástico para visitar el CosmoCaixa y también para reflexionar sobre un futuro que no está claro que sea de color de rosa.