Aunque en algunos lugares aún no recibe el reconocimiento masivo, el impacto de Rocío Márquez es comparable al de figuras como Rosalía o Sílvia Pérez Cruz. Sí, palabras mayores. Al igual que Niño de Elche, Rocío es una de las abanderadas de la última revolución en el flamenco, esa que incomoda a los puristas que rechazan a los jóvenes que, con valentía, fusionan el flamenco con otros géneros. Tal como hicieron en su momento Camarón o Morente, estos artistas contemporáneos han llevado el flamenco a nuevas fronteras, enfrentando críticas similares. Aquellos pioneros se aliaron con el rock cuando nadie lo esperaba; hoy, la nueva generación introduce la electrónica en el flamenco. “Menudo sacrilegio”, dirán algunos. Otros, sin embargo, lo celebran.
Aunque en algunos lugares aún no recibe el reconocimiento masivo, el impacto de Rocío Márquez es comparable al de figuras como Rosalía o Sílvia Pérez Cruz
La crítica, por ejemplo, se rindió ante los encantos de Tercer cielo. Este trabajo, creado junto al productor Bronquio, marca un antes y un después en la carrera de Márquez. Aunque hasta ahora no había integrado sonidos electrónicos en su música, ya había experimentado con otras formas en proyectos anteriores, como Firmamento (2017). En aquel álbum, producido por Raül Fernández Refree, dejó de lado los estereotipos clásicos: no había guitarras ni palmas, sino saxo, piano y marimbas. Refree, quien también produjo el disco El niño, impulsó a Rocío a explorar territorios más radicales. Sin esas experiencias previas, Tercer cielo probablemente no habría existido.
Un sello único
La inquietud artística de Rocío Márquez es inagotable. Cada proyecto que emprende tiene un sello único. Recientemente, participó junto a Niño de Elche en Fandangos abandolaos (acompañados por Yerai Cortés); se unió a Vicente Navarro para un single lleno de experimentación y colaboró con Dani Llamas (en el pasado miembro de la banda de punk rock seminal GAS Drummers, desde hace un par de años en solitario) en otra innovadora propuesta. Su trayectoria está plagada de colaboraciones notables: el disco Diálogo de viejos y nuevos sones con Fahmi Alqhai; Omnia vincit amor, con el bilbaíno Enrike Solinís; y protagonizó un concierto junto a la pianista Rosa Torres-Pardo, explorando obras de Falla, Granados y Albéniz. En el CCCB de Barcelona, incluso le cantó a las plantas. Además, interpretó Me quedo contigo de Los Chunguitos para la película Adiós, una canción que Rosalía también versionó en los Goya. Rocío ha compartido proyectos con artistas como Christina Rosenvinge, con quien lanzó el single Romance de la plata en una edición limitada para el Record Store Day. También rindió homenaje al flamenco clásico en Visto en el jueves (2019), un disco inspirado en tesoros que había descubierto en los mercadillos de antigüedades y rastros de la sevillana calle Ferias. Este álbum incluye fandangos, bulerías, tientos y peteneras, además de colaboraciones con figuras como Kiko Veneno en Andaluces de Jaén.
Juntos, Rocío Márquez y Bronquio han creado un espectáculo que trasciende géneros y tradiciones. Lo suyo es arte elevado a la máxima potencia, una muestra de que la curiosidad y la valentía artística no tienen límites
Ahora lleva más de dos años recorriendo escenarios con Tercer cielo y su impacto no ha disminuido. Es un espectáculo que no caduca y que, a quienes lo han vivido, deja boquiabiertos. Rocío ha encontrado en Bronquio la horma de su zapato. Maestro en combinar laptops y tarjetas de sonido, ha hecho arte de esto como The Prodigy en su día con el drum n'bass. Ha grabado dos discos a medias con 41v1L (el último Nocturnos), un single con Verde Prato, firmó la banda sonora de la miniserie El hijo zurdo de Rafael Cobos (en la que la música jugaba un papel clave), produjo el disco Sobrero roto de Kiko Veneno y, en septiembre del año pasado, se publicó el single de Maria Rodés Chico bueno, que lo ha producido él y donde ha metido algún coro. Como Rocío, su universo también es inmenso y su curiosidad no tiene fin. Por eso, cuajaron tan bien. A la vista están los resultados. Juntos, Rocío Márquez y Bronquio, que mañana vuelven a Barcelona para actuar en la Sala Apolo, han creado un espectáculo que trasciende géneros y tradiciones. Lo suyo es arte elevado a la máxima potencia, una muestra de que la curiosidad y la valentía artística no tienen límites.