Roger Mas es uno de nuestros músicos más brillantes. Una figura que rehuyendo toda sobreexposición postiza ha ido trazando una de las trayectorias más sugerentes y fascinantes en nuestro país las últimas tres décadas. Sorprendiendo a cada paso nuevo que da, pero manteniendo una coherencia y fidelidad insobornable con su personalidad, 12 años después de la aparición del primer volumen, Roger Mas ha vuelto a asociarse con la Cobla Sant Jordi Ciutat de Barcelona. El resultado es un trabajo que, entre el sonido de la tenora y la sensualidad del jazz, adaptando piezas tradicionales o reconstruyendo temas propios, bebe tradición y emana elegancia. Si es uno de los mejores discos del año, lo teníamos que entrevistar
Repasaba datos y he redescubierto que, el 6 de septiembre del 96, diste tu primer concierto. Vaya, que ya hace casi 30 años que rondas haciendo música.
En Solsona sí, pero el debut de verdad fue seis meses antes, en Lleida. Es una noticia que hace años que se repite, que es en septiembre y no es exacto. Cada año la desmiento, pero veo que es imposible.
Lleida o Solsona, ¿han pasado rápido, estos 30 años?
A ratos. Pero ha ido bien. No sé qué me había imaginado, cuando empezaba, supongo que quería tener una carrera larga y tranquila. El 2005 hice un disco que se llamaba Mística Domèstica y, la verdad, es que tengo una carrera que es así, un poco mística y doméstica, y me encanta.
El 2005 hice un disco que se llamaba Mística Domèstica y, la verdad, es que tengo una carrera que es así, un poco mística y doméstica, y me encanta
¿Mística en qué sentido?
La mística, aunque no siempre, es un tema recurrente en mi música y en mis canciones. Aunque cada vez hay un poco más de sentido del humor, también.
El humor siempre ha estado, en tu propuesta.
Sí, pero el público no tiene esta percepción y cuando aparece este humor, le sorprende mucho. Pasa muchas veces que, todavía ahora, después de 30 años, me viene alguien a ver por primera vez y tiene la necesidad de venirme a decir que no había sido cómo se lo había imaginado.
Un cantautor como tú que hace una versión de Paulina Rubio en catalán, a la fuerza tiene que tener sentido del humor.
Pero el estereotipo del cantautor canónico todavía pesa un poco.
¿Has tenido uno carrera larga, pero siempre ha sido tranquila?
Cuando tienes un grupo es muy difícil que todos los miembros se sigan aviniendo de la misma manera a lo largo de los años. En solitario es más fácil que puedas tener una carrera larga porque tienes que negociar con muy poca gente. Las cosas importantes de verdad solo las tienes que negociar contigo mismo. Así que 30 años más quizás no los haremos, pero 20 o 25 supongo que sí. Es lo que quiero hacer toda la vida. No me quiero jubilar nunca. Me jubilarán las fuerzas, aunque también podemos fallar las fuerzas mentales en algún momento, antes que las físicas. Eso puede pasar, pero me queda lejos, de momento.
¿Te ha preocupado alguna vez, perder las fuerzas mentales?
Hombre, hasta ahora no, porque todavía no he cumplido ni los 50. Hasta ahora solo tienes pequeñas señales. Hasta los 40 necesitas mucha imaginación, pero cuando te acercas a los 50 ya no hace falta tanta imaginación. Además, en la vida no solo envejeces tú, sino que envejece toda la gente que amas. Cuando ya llevas media vida, como decía Verdaguer en el poema, has visto gente que ya... -Hace referencia al poema Camaninat que adaptó en su disco Cançons tel·lúriques: "Mig segle fa que pel món vaig camina que camina, per escabrós viarany vora el gran riu de la vida...(Medio siglo hace que por el mundo voy camina que camina, por escabroso sendero cerca del gran río de la vida...").
También van surgiendo generaciones por debajo.
Y la escena es toda otra cosa, pero también es divertido.
¿Lo notas, que hay esta diferencia generacional?
Lo noté saliendo de la pandemia. Aunque es ahora que me parece que es muy evidente que hay un cambio de paradigma musical.
¿Te interesa la nueva escena musical catalana?
No me interesa por el hecho de ser nueva, sino por si lo que hacen me llama la atención. He encontrado cosas divertidas y cosas que tengo ganas de ir viendo qué harán con el tiempo. Esta semana, por ejemplo, estoy escuchando un disco de un grupo que son cuatro chicos de 15 años. Se llaman Transistor y hacen rock progresivo.
Y todas las tendencias de la música urbana, ¿a todo eso también te aproximas o te queda más lejos?
Es que cuando los escucho, no siento una atracción de entrada. Pero admito que, de salida, no tengo una atracción natural. Tengo una curiosidad por oficio, pero no demasiado. Además, cuando tienes criaturas, pasas unos años en que desconectas no solo de las novedades que van apareciendo, sino de todo. Estás muy concentrado emocionalmente en una cosa. Estos años de crianza me he refugiado en los clásicos, porque eso es tiro seguro. Ahora tocaría investigar cosas a las que durante estos últimos años no he prestado mucha atención.
¿Cuáles eran estos clásicos?
Mark Knopfler, J.J. Cale o Haydn. De lo nuevo me gusta Joan Magrané, aunque quizás no es muy nuevo, pero para mí es joven.
Todo eso de las nuevas escenas me lo quería hacer venir bien, para, ahora que publicas el segundo disco con la Cobla Sant Jordi, preguntarte por el gran fenómeno de la música catalana estos últimos dos años que ha sido The Tyets con su Coti x Coti.
La encuentro divertida. Encuentro que está muy bien. Todo lo que sea venir a sumar, hacer cosas nuevas y mirar las cosas de otra manera es positivo. En casa, la escuchamos mucho por mis hijas.
Coti x Coti es divertida. Encuentro que está muy bien. Todo lo que sea venir a sumar, hacer cosas nuevas y mirar las cosas de otra manera es possitiué
Las criaturas te desconectan de la actualidad hasta que llega el momento que dictaminan lo que se escucha casa.
Es verdad. Se escucha lo que quieren ellas. La verdad es que, yo que tengo una preocupación por la salud de mi lengua, también es bonito ver que hay tanta variedad y mucha gente diferente haciendo cosas. Y eso me pone de buen humor.
¿Esta defensa de la lengua y esta preocupación han sido desde el principio uno de tus motores creativos?
Es probable que tenga que ver, porque inevitablemente saber que la lengua que has mamado de pequeño y con la que has crecido está en una situación de precariedad y de minorización, hace que la quieras defender. Además, soy de Solsona, que es un lugar curioso, porque está justo en medio de los dos grandes dialectos de la lengua, entre el occidental y el oriental, y nos miramos el catalán desde un lugar curioso. Somos pequeños, estamos en la periferia y a la vez estamos en el centro y somos el nexo.
Una de las cosas que siempre he apreciado, y que creo que ha enriquecido tu propuesta, es que nunca has escondido el dialecto. Hasta ahora todo lo escondíamos tras el dialecto central y tú desde un principio te has expresado con tu habla.
Ahora es bonito, porque se puede hablar catalán con todos los dialectos posibles. Y no solo los dialectos, sino también los acentos de personas que quizás no tienen el catalán como su lengua habitual.
Y el vermell también puede ser roig y es tan bonito el uno como el otro.
Yo creo que eso nos gusta. El nuestro es un país pequeño pero es muy variado y eso, desde siempre, nos hace un poco de gracia. Quizás ha sido más la dialéctica de Barcelona en el resto del territorio.
No crees, sin embargo, que desde Barcelona se ha hecho un poco de befa del resto de hablas.
Eso siempre ha sido así, pero en las dos direcciones, eso. Sí que es verdad que, las últimas décadas, las diferencias cada vez son más pequeñas. La facilidad que hay de movilidad, para moverse arriba y abajo, entrar y salir de Barcelona, para tener acceso a la información, hace que las diferencias, que existen, ya no sean tan generales. Ser de Barcelona o no ser de Barcelona no define tanto. No es tan determinante como antes. Eso está bien.
Tú intentaste vivir una temporada en Barcelona.
Sí, un par de años.
Y tuviste bastante y volviste a casa para mantener esta trayectoria larga y tranquila.
Yo necesito un contacto más directo con la naturaleza. Y El acceso a la naturaleza me es más fácil desde Solsona.
¿Tu arte, tu música, sería diferente si no vivieras en Solsona?
Supongo que sí. Lo que pasa es que toda la vida me he explicado de una manera. Ya hace años que corro y encuentro que hasta hace cuatro días todavía me seguía explicando como alguien que ya ha empezado a desfilar. Es como si hubiera enterrado un león y ahora hay un camello que se está paseando por aquí con el que todavía no nos acabamos de conocer. Es decir, lo que hago ahora tiene más relación con otras partes de la experiencia vital que con el paisaje en sí mismo.
¿Cuándo crees que empezó esta nueva etapa?
Seguramente cuando nacieron mis hijas. Hay un hecho muy bonito de tener hijos, que es que, de sopetón, hay una cosa que es inevitable, que es obligada de verdad y no se puede negociar Cuando uno es joven y no tiene obligaciones, tiene un cierto margen de maniobra y puede hacer cambios drásticos. Los humanos, cuando nacemos, somos una cosa muy vulnerable y hay una dependencia de los padres durante muchos años. Eso es una cosa durísima pero es preciosa. Antes te decían que tener criaturas era una obligación, una cosa maravillosa, y no se hablaba nada de las dificultades que tiene la crianza. Y ahora, hay veces, que hacemos un contrapeso excesivo en las dificultades de crianza. Creo que nos faltan políticas más decididas para favorecer el hecho de tener hijos. No puede ser que las personas tengan que decidir entre su carrera, su realización personal y tener hijos, porque es una cuestión de supervivencia de la especie y, sobre todo, de supervivencia de una cultura, que es la nuestra. Y eso lo sufren especialmente las mujeres. Estamos en un trocito de mundo donde las mujeres tienen que escoger entre una cosa y la otra. No lo tenemos bien resuelto. No hemos acabado de encontrar una solución. De hecho, hasta no hace mucho tiempo, las personas no nos entendíamos como seres individuales.
¿Qué quieres decir?
La persona como individuo es una concepción que nace del siglo XIX. Antes no existía. La gente formaba parte de un colectivo. Era una cosa muy dura, porque como individuo pintabas relativamente poco dependiendo de la posición que tuvieras en la jerarquía del grupo. Y a finales del siglo XX las ideologías solidaristas se quedaron desfasadas. Ahora vivimos en un mundo donde parece que solo son importantes las emociones de cada persona, sin tener demasiado en cuenta que las emociones de cada persona y la realidad de cada persona van relacionadas con una constelación de cosas. Además, el modelo socioeconómico actual, no ayuda nada a recuperar esta visión de grupo y de comunidad. De vivir no solo para tus necesidades, sino también para las de la gente que amas. De grupos más grandes, de comunidades mayores que solo la familia.
Vivimos en un mundo donde parece que solo son importantes las emociones de cada persona, sin tener demasiado en cuenta que las emociones de cada persona y la realidad de cada persona van relacionadas con una constelación de cosas
¿Tu idiologia es más colectiva que individualista?
No. Estoy diciendo eso y toda la vida que lo he hecho al revés. Yo caí totalmente en la trampa del cowboy solitario del mito de Hollywood. Porque, hostia, la colonización de Hollywood y de la música anglosajona es brutal. Yo digo todo eso después de haber practicado el contrario
¿Tu vocación musical vino marcada por el abuelo, verdad?
Sí aunque no lo tenía claro. Si que sabía que quería hacer alguna cosa relacionada con el arte. Una profesión creativa, eso lo tenía claro. Después fui probando, que si escribir, que si pintar... Fue la respuesta de fuera, la que me fue dirigiendo y me fue cerrando el círculo, porque quizás me habría gustado hacer otros estilos musicales. Pero cuando haces cosas y allí te aplauden y aquí no, lógicamente, acabas yendo hací allí.
¿Sigues pintando y escribiendo?
No mucho, no mucho. Pintar, ya no pinto nada. Para volver, necesitaría tener un poc más de tiempo personal, soledad y aburrimiento.
El aburrimiento es muy importante.
El aburrimiento es básico y ahora tenemos un déficit impresionante, porque este trasto que es el teléfono móvil nos está molestando constantemente. Es un trasto que, aunque lo pongas en silencio, si lo llevas encima, mentalmente te absorve.
Es esta necesidad extraña y adictiva de mirar ni que sea la hora.
Hasta que llega un día que te dejas el móvil en casa y te pasas la mañana sentado en un banco viendo pasar la gente. Eso es una cosa absolutamente brutal.
¿Lo haces?
Lo hago poco, pero cuando lo hago, me sorprende. Pero si tengo un móvil en los dedos no puedo. Con el móvil, quizás me siento, miro a la primera persona que pasa, la segunda, pero si la tercera persona tarda demasiado a pasar, caigo y me pongo a mirar el móvil.
12 años atrás publicaste el primero de tus discos en colaboración con la Cobla Sant Jordi Ciutat de Barcelona. Ahora has publicado el segundo. ¿Cómo surge la idea de reavivar, de revivir el proyecto?
Cuando hicimos el primer disco con la cobla ya lo veíamos, que eso se repetiría. Y de hecho, el diseño del primer disco, que es obra de Perejaume, ya estaba pensado para que hubiera una segunda parte invirtiendo los colores.
Pero han pasado 12 años.
Porque no es fácil volver. El primer disco era fruto de un espectáculo en directo de una hora y tres cuartos. El disco, consecuentemente, era largo. Ahora nos metimos en la cabeza que el disco, como máximo, tenía que tener, la duración que cabe en un elepé de vinilo (entre 20 y 30 minutos por cara, ndr.-), porque, además, tampoco podemos hacer un espectáculo tres horas. No podemos sacar todas las canciones del primer disco y no hacer un espectáculo nuevo. Hay canciones del primer disco, como El dolor de bellesa, L'aigle noir... que son un gozo de cantar. Más que hacer una segunda parte, hemos querido hacer una continuación del primer disco visto con estos 12 años de distancia.
Más que hacer una segunda parte, hemos querido hacer una continuación del primer disco visto con estos 12 años de distancia
La continuidad existe, pero este disco es más jazzístico.
Sí, es un poco vintage.
Te he visto como muy crooner.
Quizás por el hecho de cantar también en italiano... Es un homenaje a mi abuelo, porque toda mi fascinación por la música de cobla viene de él, que tocaba la tenora, el saxo tenor y el clarinete en una cobla-orquesta en los años 30 y 40. Eran estas orquestas que iban de pueblo en pueblo, de fiesta mayor en fiesta mayor haciéndolo todo. Hacían el pasacalles, las sardanas, el baile.
Ahora dirían multitasking.
Exacto. Ellos tocaban foxtrot, swing... Hacían la música de Gershwin, de Duke Ellington. Mi abuelo me introdujo en las sonoridades de la cobla, pero también en la de grandes orquestas del siglo XX.
El disco ya es eso, una coctelera sonora que acaba teniendo una personalidad muy homogénea.
Xavier Guitó es un músico estupendo que ha hecho un trabajo brutal. Un músico espectacular que está muy poco valorado en este país.
¿Es el director musical del proyecto, verdad?
Exacto. Ha hecho todo el trabajo de armonización y arreglos para cobla. Siendo un repertorio de orquesta con muchos palos diferentes, una de nuestras obsesiones era que el disco tuviera una coherencia sonora.
Y si diverso se el repertorio, con canciones tradicionales, versiones de estándares del siglo XX, adaptaciones de temas tuyos, diversos son los idiomas en que cantas.
Tengo una debilidad por los idiomas. Mi lengua la amo mucho y es mi marco referencial con la que admiro el mundo a través de mi nación. Pero precisamente, por esta relación que tengo particular con mi lengua, tengo mucha fascinación por todas las otras, también. Y no conozco muchas, por desgracia.
¿Cuántas hablas?
Hablar, hablar poquísimas. Inglés, italiano, castellano y catalán. Ya está.
¿Pero aquí, incluso, cantas en serbio?
En serbio sí que canto (la canción lleva por título Moja mala nema mane), pero no puedo hablar serbio. También canto francés, pero no puedo hablar francés. Cantar en serbio ha sido relativamente fácil. La fonética no es difícil y hay poca letra. Para la canción en aranés (Aqueres montanhes) también me ayudaron a hacer que la fonética que se aproximara lo máximo posible al occitàranès. Eso es tratar de hacer un poco el loro, quiero decir que lo puedo leer, lo puedo entender pero no me puedo comunicar.
¿Habrá tercer volumen?
En el 2036, ya lo tenemos así pactado con la discográfica.
¿Estrenarás el disco en directo en la Fira Mediterrània de Manresa, verdad?
Sí, el 11 de octubre, y ya están todas las entradas agotadas. Al día siguiente actuaremos en el Auditorio de Girona En el Auditorio. Querría decir que Francesc Viladiu, de la Fira Mediterrània de Manresa, y la Marfà de Girona tienen mucho a ver con que se haya hecho esta segunda parte en este momento, porque querían estrenar el disco en la Fira de este año, y nos avisaron con tiempo y nos animaron y nos han ayudado. Y eso, para un artista, es estupendo. Hay otro concierto que me especial ilusión, que es la del 26 de octubre a la Canónica de Pons, en la Noguera. Es una canónica románica que celebra los mil años. Se medio hundió y la gente de Pons, los domingos, subían a comer allí y se llevaban las herramientas para reconstruirla. Es un concierto con un valor especial que me hace especial ilusión. Más adelante también iremos a Porrera, en el Priorat. Iremos girando por el perímetro hasta que el año que viene aterrizaremos en Barcelona.
¿Quién mató a Sansa?
No lo sé. Tengo muchos amigos palleresos, pero allí callan todos.
Tu canción Mort qui t'ha mort pasó a ser Torqui t'ha mort, la banda sonora de la serie de Carles Porta.
La nueva versión me parece una cosa estupenda. Es mucho más oscura. Tiene unos colores que me gustan mucho.
Resuena a Nick Cave, Tom Waits, la banda sonora de True Detective...
A mí me recuerda un poco, muy de lejos, a la banda sonora de Vikings, la serie Netflix, que la encontraba muy interesante precisamente. Para defender un true crime como Tor, es mucho mejor la versión que ha hecho Eloi Caballé que la original mía.