"Addicta a les grans taules parades", con esta frase tan maravillosa podemos imaginarnos cómo escribe Roser Vernet, autora de Lo mig del món, publicado por Club Editor, un libro donde se reflexiona sobre cómo habitar un lugar, cómo habitamos los lugares y cómo nos habitamos a nosotros mismos. Importando también sabernos casa de otras personas y poder encontrar refugio en personas casa cuando lo necesitamos. Porque "Lo lloc és la gent" y Roser Vernet no puede tener más razón.
En su ópera prima descubrimos una tierra de piedras con una sutil poética íntima. Cada capítulo es una confesión o una historia, con una mirada tan personal que nos presenta a cada palabra a la escritora del Priorat. El híbrido entre ensayo y ficción y autobiografía permite al lector conocer aspectos como estuvo exiliada por motivos políticos o las excursiones que hacía de pequeña a Scala Dei. Todo lo que nos explica es una manera de desnudarse en el espacio que habita para explicarnos con un lenguaje franco y un catalán delicado, sonoro, cómo lo ha hecho, cómo lo hace y cómo, cuándo uno se va, la percepción de los lugares de donde venimos, a la cual pertenecemos, cambian y ocurren recuerdo o añoranza. Cuando lees frases de Roser Vernet, envidias su manera de explicar, de mirar y de latir con palabras.
El híbrido entre ensayo y ficción y autobiografía permite al lector conocer aspectos como estuvo exiliada por motivos políticos o las excursiones que hacía de pequeña a Scala Dei
Lo mig del món: la patria de Roser Vernet
“La memòria com un tresor o com un llast” (La memoria como un tesoro o como un lastre), podría ser una frase resumen de Lo mig del món, de hecho puede funcionar en cualquier relato del libro. Existe la memoria de las personas, de las cosas y la memoria de la tierra. Si nos olvidamos de la memoria de la tierra, estamos medio perdidas, si nos olvidamos de la memoria de los muertos, también nos perderemos. Porque las pérdidas de memoria, sean como sean, son un desastre, una brújula rota para caminar el futuro. De verdad, os digo que es así. Contradiré Aristóteles y a los sabios, la memoria no es el pasado, es el futuro por el cual vivimos. Y así, Vernet relata una crónica social sobre las protestas contra el Plan Hidrológico Nacional, el proyecto de mapa eólico y la central térmica de Enron del 2001. Ella estaba en el puente de la Mora con la Plataforma del Priorat denunciando la peligrosidad del proyecto de central de gas. Nos damos cuenta de que ella toma partido, que está allí y participa, no solo observa. Quizás, podemos pensar que ha querido introducir crónica social en el libro, pero... ¿Qué es la literatura? Cuando menos, explicar el pasado, el presente y el futuro. Explicar con sentimientos, experiencias, "acumular añicos de vida para revisitarla", la experiencia de quien es vieja o joven y todavía lo tiene todo por descubrir.
Roser Vernet se estrena con una novela que despierta una sensibilidad extraña en el lector porque tiene vocación de contar un territorio a la gente
Roser Vernet se estrena con una novela que despierta una sensibilidad extraña en elector porque tiene una vocación de contar un territorio a la gente, pero a la hora de explicar la importancia del emocionalidad. Por eso, ella, imagino, es la responsable de preservar el legado de Quim Soler, porque donde hay literatura, hay territorio, hay vínculo. Quien no ama la patria, no ama a su madre. Una vez, en una clase con alumnos de cuarto de ESO, expliqué que quería decir patria y que defendían a algunos autores cuando se referían a este término. Intenté explicar que la patria era un olivo centenario que daba frutos cada invierno, una cosecha con la familia, una sombra para una persona baldada, un refugio de un beso veraniego o un recuerdo de sus hojas alzándose con la sabiduría de quien acumula años y años. Por descontado, no era un grito vacío de paisaje, no era un grito vacío de gente. Nuestra patria es Lo mig del món de Roser Vernet.