Un chico sostiene un cartel en una esquina de la Travesía de las Corts, justo delante del Camp Nou. "Rosa a 2,5€". Mensaje corto. Conciso. No hay que decir nada más. Imposible encontrar una rosa más barata en toda Barcelona. Seguramente en todo el país. Eso ha sido la festividad de Sant Jordi en el campo del Barça. Poca cosa más.
23 de abril en el Camp Nou
El tema es que el Barça se quejó que la Liga de Fútbol Profesional presidida por aquel hombre de ideología dudosa llamado Javier Tebas, situara un partido tan fundamental como el de hoy, en una fecha tan señalada, en una hora tan nefasta. Al Barça se le da fatal jugar el día de Sant Jordi, peor aún las jornadas que tiene que saltar al campo a la hora de la siesta. Partido contra el Atlètico de Madrid con el título de liga en juego alas 16:15h un 23 de abril: olía a catástrofe. La LFP no hizo caso de las alegaciones culés, que argumentaba que la asistencia de público se vería gravemente afectada, y mantuvo el calendario.
Partido contra el Atlètico de Madrid con el título de liga en juego en las 16:15h un 23 de abril: olía a catástrofe
Por otra parte, al Gremi de Llibreters (e imagino que en el de floristas también), tampoco los hacía mucha gracia la coincidencia. Sospechaban que, después de tres años de diades amodorradas por la pandemia y los elementos meteorológicos, que se jugara un partido tan primordial en una franja horaria tan complicada, aquella en que el cansancio de la mañana despunta, haría que más de uno y una ya no saliera de casa después del pitido final. Por lo visto, la supermanzana literaria ha sido una riada constante de gente durante todo el día.
Un match perfecto
De hecho, Sant Jordi i Barça es, a primera vista, un match perfecto. Ningún día más nuestro, ninguna fecha más representativa para ilustrar que somos y seremos, que hemos sido y que nos gustaría ser. Ninguna entidad más significativa para ejemplarizar todo eso, por mucho que ahora surjan, con la misma credibilidad de los que claman que la Tierra es plana o que la Covid se cura con lejía, voces revisionistas diciendo que Franco y el Barça fueron amiguis. Vaya, que una festividad en el Camp Nou tendría que ser eso, el "mayor Sant Jordi más de la historia". Pero que queréis que os diga.
Sant Jordi y Barça es, a primera vista, un match perfecto
El Barça ha ganado 1-0, pero el partido ha sido un buñuelo. Eso, sin embargo, os lo tienen que explicar los compañeros de la redacción de deportes. Yo antes era un enfermo de fútbol. Ahora mi conexión con la pelota es ver cada lunes qué ha hecho el Horta y mirar a TikTok los highlights del programa de aquella semana de La Sotana (por cierto, grandes triunfadores de la jornada en la categoría de no ficción). El resto me importa entre poco y nada. Culturalmente, la jornada ha sido tan poco relevante como la deportiva. Cierto, Mònica Terribas y Núria Picas han leído un manifiesto en defensa del uso de la lengua catalana en el deporte y acto seguido se ha desplegado un mosaico con la inscripción "Comparteix el Català". Eso y la actuación a la media parte de The Tyets interpretando su Coti x Coti, nuevo himno patriótico por su resurrección y modernización de la sardana. Era la hora de ir a buscar la bebida y hacer el río. Ha sido una actuación deslucida. Ellos dos solos en medio del inmenso mar verde del césped azulgrana. Un playback con los aspersores en marcha y los suplentes calentando. Como mínimo, lucía un èpic solete y no llovía (aunque haría falta que lo hiciera) como pronosticaban algunos mapas.
Camiseta de la temporada con el 9 de Lewandowski en la espalda y cinco rosas en la mano izquierda. Sí, Sant Jordi y Barça hacen match. En la mano izquierda, sin embargo, no llevaba ningún libro. Sostenía un pack de tres latas de mejillones en escabeche Isabel. Todavía no sé cómo interpretarlo
Pensaba acabar el artículo aquí. No había mucho más a decir. Pero en aquellos minutos que se toma el periodista para digerir lo que ha escrito, para discernir si puede mejorar la pieza, he bajado a hacer un cigarro a la calle. Como tenemos la redacción a pocos minutos del Camp Nou, todavía pasaban aficionados de retorno del estadio engalanados con bufandas y otras piezas del merchandising azulgrana. Uno de ellos era un guiri: alto, rubio y piel quemada, como casi todos los guiris que visitan Barcelona. Camiseta de la temporada con el 9 de Lewandowski en la espalda y cinco rosas en la mano izquierda. Sí, Sant Jordi y Barça hacen match. En la mano derecha, sin embargo, no llevaba ningún libro. Sostenía un pack de tres latas de mejillones en escabeche Isabel. Todavía no sé cómo interpretarlo.