La ruta de hoy nos llevará hasta un paisaje natural impresionante: los riscos ("cingles") de Tavertet, donde la naturaleza se presenta con toda su imponencia. Saldremos del pueblo de Tavertet e iremos hasta Rupit, un pueblo admirablemente cuidado. Un recorrido de un poco más de dos horas, por un camino sin especiales dificultades, siguiendo la ruta del GR-2 por el macizo de Collsacabra. Quien quiera volver caminando necesitará como mínimo dos horas más.
Landescapes of Tavertet from Francesc Garcia on Vimeo.
Un paseo con vistas
Podemos dejar el coche en el aparcamiento público de Tavertet. Se recomienda, antes de salir, detenerse en el mirador del pueblo, desde donde tenemos unas magníficas vistas del pantano de Sau. Desde el centro de Tavertet nos dirigimos hacia Can Jufré donde podemos tomar el GR-2. La dificultad es mínima, ya que todo el camino está pavimentado. El camino sube rápidamente al salir de Tavertet. Pero la subida fuerte acaba pronto y no habrá desniveles importantes hasta que se aproxime la llegada a Rupit, cuando vuelve a bajar. Uno de los elementos clave de la excursión es ver, de bien cerca, las impresionantes paredes de más de 100 metros de altura, de los riscos de Tavertet. En la parte más alta del recorrido tenemos unas perspectivas fantásticas, tanto cuando hace sol, como cuando hay niebla y las nubes quedan por debajo del espectador. Dicen que en Tavertet te sientes como en el cielo. El camino transcurre entre robledales y hayedos, y pastos donde encontraremos algunas masías de gran belleza, como la Masia de la Sima, del siglo XIII, que ahora se dedica al turismo rural.
Un pueblo con encanto
Rupit es una de las localidades más visitadas de la Catalunya interior. No esperéis, pues, encontrar paz y aislamiento. Se trata de un típico pueblo catalán de montaña, construido en torno a un castillo, que se mantiene muy bien conservado. Hay quien lo define como "un pueblo de belén". Mantiene en pie una cuarentena de casas construidas entre los siglos XVII y XVIII, en muy buen estado (una de las más bonitas es la herrería, de 1711, pero también vale la pena detenerse en la notaría Soler). Eran casas de artesanos y menestrales, porque en aquella época Rupit era una de las principales poblaciones de la zona. Tiene un curioso puente colgante, de 1945, que hace mucha sensación de cruzar. Si nos quedan energías, vale la pena acercarse a la iglesia de Sant Joan de Fàbregues, un bonito templo románico. Y desde allí, los más atrevidos, se pueden llegar al Salt de Sallent, una bonita cascada. Pasarán por unas curiosas tumbas medievales: las fosas de los Bassis, excavadas directamente en la roca..
Con, o sin retorno
Tras el paseo, es de rigor detenerse en Rupit, a comer, o, como mínimo, a hacer el vermú. No es difícil encontrar un sitio para comer, porque es una localidad frecuentada por los excursionistas y por visitantes de fin de semana. Podemos recomendar dos establecimientos de cocina casera: Ca l'Estragues y el Hostal Estrella. Se aconseja en los dos probar los platos típicos catalanes: sopa de "galets" con albóndiguillas, ternera con setas, cordero al horno, manitas de cerdo, pato... Después de descansar en Rupit, hay la posibilidad de retornar a Tavertet andando: se puede hacer un camino alternativo, para no repetir el mismo itinerario. En este caso, pasaríamos por la parte alta de los riscos, con unas grandes vistas sobre Les Guilleries.
Los complementos
Una vez recuperado el coche, hay varios lugares atractivos en la zona que se pueden visitar sin hacer mucho rodeo. Bien cerca de Rupit hay algunos pueblos muy bonitos. Uno de ellos es Cantonigròs, desde donde se puede visitar la Foradada, un impresionante salto de agua en un paraje curiosamente erosionado, donde es un gusto bañarse en verano. Y a seis kilómetros de Rupit, otro pueblo que vale la pena visitar: l'Esquirol (oficialmente, Santa Maria de Corcó). En esta zona también merece una visita la capilla de Sant Julià de Cabrera, situada en una estribación del Collsacabra. En dirección contraria, saliendo de Rupit hacia el Este, podemos llegar al Santuario de la Salud, a 11 km. Este santuario se encuentra en Sant Feliu de Pallerols, en la Garrotxa. Su nombre le viene de una fuente de aguas medicinales. Desde allí se disfruta de unas fantásticas vistas sobre el Canigó y la Garrotxa. Desde allí podemos ir hasta el Santuario del Far, a 7 km. Está situado encima de un risco y tiene unas grandes vistas de los riscos de Tavertet, del Montseny... Dicen que en días claros, con prismáticos, incluso se puede ver el Puigmajor de Mallorca.