Si tuviera que resumir de forma breve el último libro de Rutger Bregman (Países Bajos, 1988) lo haría diciendo que en general, la humanidad es honesta, pero que el poder corrompe.
Bregman, a La humanidad (Empúries) argumenta que las élites, la gente rica, la gente poderosa, nos quiere hacer creer que el conjunto de la humanidad somos egoístas como ellos, de hecho es un mito que durante 2000 años de historia nos hemos tragado, dice, una teoría reforzada por este colectivo con el fin de hacernos creer que necesitemos a alguien que nos mande y nos controle, pero el autor considera que la mayoría de la población es decente y tendríamos que poder tener una democracia participativa e inclusiva que nos permita regirnos por nosotros mismos.
Este conjunto de ideas las sustenta con diferentes casos concretos, algunos radicales y mucha documentación científica. Por ejemplo, en uno de los capítulos cuestiona la justicia criminal y como esta está organizada.
"En Noruega, los presos tienen libertad de movimiento, pueden desplazarse por la prisión, estudiar, socializar entre los diferentes internos, y no se sienten tan cuartados de libertad ni castigados porque se los trata de una manera más humana. Aunque parezca incoherente, porque tendrían que estar pagando por lo que han hecho, las estadísticas dicen que son las prisiones que mejor funcionan del mundo con un índice de reincidencia más bajo. Es decir, tratando a los presos de una manera próxima y desde la bondad, consigues una reinserción más rápida a la sociedad.
El ensayista holandés se dio a conocer con el bestseller Utopía para realistas, un libro que quería demostrar que con una renta mínima universal se podría erradicar la pobreza. Algunos de los lectores se mostraron muy escépticos argumentando que la sociedad es egoísta e irresponsable por naturaleza, y no sabría gestionar este dinero. Fue entonces cuando Bregman se empezó a plantear que hay otra manera de concebir el mundo, que el cambio en el sistema educativo, económico, el acceso al poder o la democracia participativa se puede conseguir si primero era capaz de cambiar el punto de vista sobre la naturaleza humana.
Una de las ideas que propone el autor en su libro que define como "multidisciplinar, porque tiene un enfoque sociológico, antropológico y psicológico," es un cambio en las dinámicas laborales. "La manera de trabajar actual no nos proporciona mucha libertad y eso provoca problemas relacionados con la salud mental".
El año 2019 participó en una conferencia en Davos con un discurso que se viralizó, donde pedía a las grandes esferas económicas que dejaran de participar en actos filantrópicos y dejaran de evadir sus impuestos. Gracias a su discurso, donde avergonzaba y ponía entre las cuerdas a las élites poderosas, se hizo famoso y fue invitado a programas de máxima audiencia a las televisiones estadounidenses. En Davos, sin embargo, no lo han vuelto a llamar.
¿Pero por qué tenemos una imagen tan negativa de la humanidad?
Bregman centra su discurso en la toxicidad de los medios de comunicación y aconseja no seguir las noticias porque "está demostrado que la gente se vuelve más cínica y duda de la posibilidad real de un cambio político, lo cual es peligroso para la democracia." Pero sí que cree que "el buen periodismo no te hace optimista, pero te da esperanza y te demuestra que las cosas se pueden cambiar", y añade, "un buen periódico es aquel que te puedes leer un mes más tarde porque la información todavía es válida".
¿Realmente cree en la democracia como está entendida hoy en día?
"La democracia de hoy en día es una aristocracia electiva, es decir, el pueblo puede escoger a la gente de poder, pero nosotros no podemos convertirnos en políticos".
En Grecia, donde surgió la primera democracia, lo que hacían era seleccionar ciudadanos al azar para ser políticos (exceptuando mujeres y esclavos), y eso fascina a Bregman porque en el libro explica que la sociedad, independientemente si es de derechas o de izquierdas, es capaz de organizarse y comprometerse para encontrar soluciones a problemas muy complejos. Suena bastante utópico, pero lo ejemplariza con la legalización del matrimonio homosexual en Irlanda, inicialmente fue la sociedad que se organizó para sacar adelante esta ley, después se votó a través de un referéndum y finalmente se llevó al Parlamento.
¿Es el capitalismo, uno de los grandes males de la sociedad moderna?
El año que cayó el muro de Berlín muchos intelectuales por todo el mundo creían que habíamos llegado a lo que Francis Fukuyama (el escritor americano) nombró como "final de la historia", donde el capitalismo había ganado y el comunismo había perdido, pero esta idea, según el autor, está muy lejos de la realidad. "Creo que hay una nueva generación que mira el mundo desde otra perspectiva, hay una tercera vía, que son los bienes comunales, la capacidad de autogestión de la ciudadanía en el ámbito local, de sus propios bienes y los beneficios que estos generan. Y lo ejemplariza con el descubrimiento el año 1976 de petróleo en Alaska. El gobernador en cuestión decidió repartir los dividendos que generaba el petróleo entre la ciudadanía, en vez de beneficiar a empresas privadas o al mismo gobierno.
Como reflexión final, Bregman habla de la necesidad de formar parte de un grupo y de la capacidad que tenemos de cooperar entre nosotros y socializar, que es "lo que nos hace especiales y nos diferencia de otras especies, y remarca que es uno de los motivos por los que hemos sido capaces de sobrevivir, y no es precisamente porque seamos más inteligentes como nos han hecho pensar". Y añade, "la sociedad evoluciona y las nuevas generaciones están preparadas para aceptar nuevas ideas radicales que pueden cambiar el mundo".
Fotografía de portada: Rutger Bregman, el autor de La Humanidad, una historia esperanzadora / Stephan Vanfleteren