¿Cuántas veces has creído que no la tenías lo suficientemente grande? ¿Cuándo fue la última vez que lloraste en público? ¿Cuántas veces has visto llorar a tu padre? A la que escribe no se le caen los anillos por responder a ninguna de estas cuestiones: lloré en público por última vez hace menos de una semana y he visto en mi padre desmontarse varias veces: de todas las normas sociales intrínsecas que le ha trasladado el patriarcado, hacerse el duro no es una de las que practica —al menos ahora, que ya supera la sesentena y lo que piensen de él se la trae al pairo. De la primera pregunta no puedo decir nada, yo que tengo vagina y pechos voluminosos; quizás la longitud de la virilidad es una de las pocas opresiones que las mujeres nos miramos desde fuera, aunque tengamos que lidiar con ella colateralmente y su peso, irremediablemente, nos ponga de nuevo entre las cuerdas.
Las preguntas con las que este año arranca la 29.ª edición del Salón Erótico de Barcelona van dirigidas al hombre. Concretamente, a todos los hombres que no encajan dentro de la masculinidad hegemónica, a los que siempre se les ha dicho que tienen que ser fuertes y valientes, capaces de superar todas las adversidades sin despeinarse porque, si no, no son bastantes hombres, y que también viven esta imposición como un muro de aislamiento. Interpelar el sector masculino para integrarlo a la lucha por la igualdad sexual es uno de los ejes principales del Salón, que vuelve en el Pabellón Olímpico Vall d'Hebron de hoy hasta el 19 de junio apostando por la feminización y reivindicando los cuerpos no normativos en un extenso programa inclusivo liderado y comisariado por mujeres, con más de 350 actividades.
"Esta transformación no puede existir sin la otra mitad de la población, porque a ellos también les afecta el machismo de una forma negativa; cada vez más mujeres se sienten aludidas por el feminismo, pero quizás quien no se ha sentido interpelado es el hombre, especialmente los hetero cis, y por eso este llamamiento", explica Montse Iserte, psicóloga, terapeuta sexual, portavoz del Salón Erótico y la persona que dirige las aulas psicoeducativas. Coincide con ella Cesc Laporta, educador social y facilitador de grupos. En el Salón Erótico dirige un taller vivencial y también participa de la mesa redonda Unboxing. ¿Cómo salimos de la caja de la masculinidad frágil?, un espacio de diálogo para abordar el tema. "Un estudio del Centro Reina Sofía del año 2021 presentaba que un 20% de los chicos de entre 15-29 años cree que la violencia machista no existe. ¡Uno de cada 5 jóvenes!". En este ámbito, la idea con la que ambos trabajan está clara: conseguir que más hombres se sumen a una causa que tendría que ser mucho más transversal pero que, desgraciadamente, todavía no lo es.
El mensaje que transmite el anuncio promocional de este año es bastante claro.
Cesc Laporta: Es claramente un vídeo dirigido a los hombres. A todos aquellos hombres que sienten la presión de tener que cumplir unos mandatos inalcanzables, en este caso, los mandatos de la masculinidad en la cama. Si una cosa tiene la masculinidad hegemónica es que es excluyente. Por lo tanto, este mensaje puede conectar con un ancho espectro de hombres que sienten que no dan la talla en la sexualidad. Y los interpela allí donde se sienten más frágiles y vulnerables; en no ser bastantes hombres. En contraste al hombre frágil, aparece el movimiento feminista. Es muy interesante esta contraposición de mujeres fuertes y hombres frágiles: un movimiento de mujeres empoderadas que luchan contra el hombre hegemónico. El vídeo busca ampliar esta rendija y generar en los hombres complicidad con el movimiento feminista, más por los costes que tiene la propia masculinidad que no por los daños que causa en las mujeres y otras identidades.
Montse Iserte: Busca dar la vuelta a la masculinidad tradicional bajo el paraguas del feminismo, que procura la igualdad, y ya hace unos cuantos años que el salón está haciendo esta transformación para este lado. Esta masculinidad, que parece tan impositiva, tan potente, fuerte y segura, en realidad es la frágil.
Pero ¿qué es exactamente la masculinidad frágil?
M. I: Todo aquello que necesita un hombre para sentirse aceptado, para no sentirse juzgado, para sentirse valorado dentro de la sociedad. Entraría todo aquello que el anuncio mismo está diciendo, estas palmaditas en la espalda, que eso no sucede en otros géneros habitualmente. Todos aquellos cánones que tienen que cumplir para sentirse machos.
C. L: Es una característica propia de la masculinidad hegemónica, y es que esta se construye en oposición: ser hombre es no ser mujer, homosexual o un niño. Este hecho requiere a los hombres un constante y agotador ejercicio de ostentación de la masculinidad y de los roles de género masculinos. Cumplir sus mandatos, y al mismo tiempo competir entre nosotros para ver quién es más hombre, genera mucha frustración. Es por eso que los hombres constantemente oímos que nuestra masculinidad está en duda y nos sentimos, en este sentido, tanto frágiles.
Cesc Laporta, educador social: "De los hombres se espera que no mostremos nuestro mundo emocional, ni que nos vinculemos afectivamente con la persona con quien compartimos la sexualidad"
¿Y cómo se manifiesta en el sexo o las relaciones?
C. L: De los hombres se espera que siempre tengamos ganas de practicar sexo, que nuestra libido esté por las nubes. Se espera que seamos activos, dominantes y agresivos en la cama, que nuestra sexualidad gire en torno a nuestros genitales, que tienen que ser desproporcionadamente grandes y con una potencia inverosímil. Tenemos que tener erecciones infinitas y no tener nunca suficiente. Nuestras prácticas y nuestros cuerpos tienen que ser siempre cis heteronormativos. Excluida toda la diversidad, excepto la racial, que es exótica. Tampoco tenemos que mostrar nuestro mundo emocional, ni nos tenemos que vincular afectivamente con la persona con quien compartimos la sexualidad: ni miradas, ni seducción, ni ritmos lentos. Es imprescindible no mostrar interés por los deseos o límites del otros. Tampoco hay espacio para las curas, ni para prácticas no normativas. Estamos hechos para penetrar, pero somos impenetrables. Prohibido explorar otras formas de sentir placer o deseo. Hace falta reproducir fielmente la coreografía sexual impuesta por la pornografía mainstream, y después explicarlo por todas partes.
M. I: Yo como terapeuta sexual me lo encuentro muchísimo. Muchos hombres con disfunción eréctil psicológica generada por la ansiedad y la presión de tener que rendir y de tener que quedar bien. Tres cuartos de lo mismo con eyaculaciones precoz. Y básicamente es la presión de tener que cumplir, porque un hombre no puede perder la erección. En terapia les pongo ejercicios para poder recuperar esta erección, si es el caso, pero también les digo que en parte la recuperarán cuando dejen de darle la importancia que le dan. Hace falta desmitificar y romper con ideas erróneas que se nos han impuesto, y ver la poca importancia que tiene aquel pene dentro de las relaciones heterosexuales.
La masculinidad tóxica sigue siendo la norma.
C. L: Mientras por una parte avanzamos con la introducción de la perspectiva de género en todos los ámbitos de la sociedad —gracias al movimiento feminista—, y eso se traslada a los medios, al ámbito educativo, político o legislativo, por la otra encontramos que crece un movimiento reaccionario que niega el fenómeno o lo relativiza. Son voces reaccionarias que quieren recuperar la masculinidad tradicional que sienten atacada, alimentadas al mismo tiempo por ideologías políticas de ultraderecha, homófobas y misóginas.
Seguramente el porno mainstream no ayuda.
C. L: Y la edad de inicio de consumo de pornografía a través de Internet cada vez es más precoz, actualmente se sitúan en torno a los 8 o 9 años. Un informe de Save de Children sobre información sexual pone de manifiesto que un 50% de los jóvenes ve pornografía por primera vez entre los 6 y los 12 años. Entre los 13 y los 17 años, siete de cada diez adolescentes consume pornografía. Internet es actualmente la primera fuente de información sobre sexualidad para los jóvenes de entre 16 y 25 años según un estudio de la Sociedad Española de Contracepción (SECO). Así que podemos confirmar que a día de hoy la pornografía sigue siendo la principal escuela del sexo.
M. I: El porno no está pensado para ser educativo, y este es el gran error. La educación sexual no es la práctica sexual, que es la punta del iceberg, sino que es un todo: cómo te respetas a ti mismo, qué te dices, como tratas tu cuerpo y el cuerpo de la otra persona, qué valores transmites. Obviamente el porno está teniendo un papel que no le corresponde, que es el educativo, pero está pasando.
Montse Iserte, psicóloga: "Es muy triste que nuestra forma de entender y de ver lo que será el sexo sea desde el miedo y la agresividad, desde este no respeto"
¿Cómo lo viven los adolescentes?
M. I: Crecen con miedo. Para muchos adolescentes que todavía no han mantenido relaciones sexuales, la gran duda es cómo tenerlas sin hacer daño al otro o cómo recibirlas sin que les hagan daño. O como hacer una felación sin que se atraganten y vomiten y acaben llorando. Es muy triste que nuestra forma de entender y de ver lo que será el sexo sea desde el miedo y la agresividad, desde este no respeto. Que no sea pensar: ay que chulo, pronto tendremos relaciones sexuales y será un hecho divertido, complaciente, y gratificante que nos ayudará a conectar. Lo viven desde el no querer hacer daño, desde una parte muy negativa.
¿Teniendo en cuenta que el contexto sigue siendo heteropatriarcal, la pornografía feminista es real?
C. L: Sí, la pornografía puede ser feminista en el heteropatriarcado. Por suerte. Es verdad que es un tema complejo que está atravesado por diferentes ejes de opresión: el patriarcado y el capitalismo con la mercantilización de los cuerpos. Y en el medio encontramos una industria del porno que en gran medida reproduce ambos ejes de opresión. Para nosotros la pregunta es si la pornografía feminista puede llegar a ser mainstream, si este condicionamiento en el que la industria pornográfica ha modelado nuestros deseos y fantasías es reversible y si podemos deserotizar la violencia. Nuestra respuesta es que sí, porque todo aquello que se construye socialmente se puede deconstruir.
M. I: Totalmente, yo también creo que es compatible. También hay muchas mujeres feministas trabajando dentro del mundo de la pornografía y, además, coincide en que es un porno más ético, mejor remunerado, donde hay un respeto por los cuerpos propios y de los otros, y unas prácticas y unos cuerpos más realistas.
Se tiene que naturalizar todo...
M. I: Yo por ejemplo tengo una criatura de 3 años e intento tener el máximo respeto hacia su cuerpo. Si me dice que en un momento no le apetece ser tocada, no la toco. Esto, que puede parecer una tontería a la vista de mucha gente, realmente es el respeto. Por mucho que sean pequeños, no significa que no tengan criterio y que podamos hacer cualquier cosa con su cuerpo. Tenemos que tener respeto.
C. L: Y, además, tenemos que revisar las propias prácticas para poder disfrutar de una sexualidad sana y placentera. Con una mirada amplia y respetuosa, centrada en descubrir el origen del propio placer, erotizando todas las partes del cuerpo. Erotizando la diversidad de cuerpos y prácticas. Una sexualidad que respete los deseos, necesidades y límites propios y el de las personas con quien nos compartimos.