Tiene 57,1 kilómetros de longitud, está a 2.300 metros de profundidad y ha costado la friolera de 11.000 millones de euros. Es el túnel de San Gotardo, en Suiza, el que ya es el túnel ferroviario operativo más largo del mundo. La infraestructura, que cruza los Alpes, se inauguró el pasado domingo con el primer tren de pasajeros. El túnel permite mejorar la comunicación suiza y, además, consigue conectar mejor el norte y el sur de Europa. Su construcción no ha sido una tarea fácil: ha tardado 17 años en completarse, se ha extraído 13 millones de metros cúbicos de rocas, el equivalente a cinco pirámides de Keops, y se ha necesitado una tuneladora tan larga como cuatro campos de fútbol.
El túnel ferroviario de San Gotardo responde a una necesidad y no a un capricho de un político o un partido. La idea nace de las movilizaciones de una multitud en Suiza que estaba gravemente afectada por la contaminación generada por la congestión y los graves accidentes de tráfico en los túneles de carretera del Montblanc y del mismo San Gotardo. En los años 1990, se llegaron a cortar carreteras para pedir que el Gobierno convocara un referéndum, que finalmente tuvo lugar en 1998. En ese plebiscito, los suizos avalaron con un 63,5% de los votos la construcción de cuatro grandes túneles. Uno de ellos era el de San Gotardo.
La infraestructura supera con creces el túnel ferroviario más largo de España, el de Guadarrama, en la línea de AVE entre Madrid y Valladolid. De hecho, el túnel suizo duplica los 28,3 kilómetros de longitud de la gran obra española. A nivel mundial, San Gotardo toma el primer puesto que hasta ahora ocupaba el túnel de Seikan, que sigue siendo, no obstante, el túnel ferroviario con más kilómetros bajo el lecho marino. Concretamente, 23,3 kilómetros de su trazado.
San Gotardo ya había ostentado el título
En realidad, la nueva infraestructura lleva el nombre de túnel ferroviario base para diferenciarlo del inaugurado en el siglo XIX, que está situado a una cota mucho más alta. Con sus quince kilómetros de longitud ostentó también durante muchos años el título de túnel ferroviario más largo del mundo, que ahora ha recuperado su sucesor.
Con casi diecisiete kilómetros de longitud, este túnel de un solo tubo y dos carriles fue excavado entre 1970 y 1980 bajo los Alpes Suizos. En la actualidad, forma parte de la autopista A2 y soporta un volumen de tráfico de más de 17.000 vehículos al día, lo que provoca frecuentes atascos en sus extremos.