El Raval es sin duda uno de los barrios más movidos de Barcelona. La densidad de población es impresionante y en cada escalera viven muchos vecinos, en pisos a menudo diminutos. Las estrechas calles siempre están llenas de gente. Paseando por el barrio no es inusual oír radios, gritos de niños, música latina... Pero justo en medio del Raval hay un rincón muy tranquilo, uno de los sitios más agradables de Barcelona, el monasterio románico de Sant Pau del Camp.
Entre el ciprés y la palmera
Sant Pau del Camp está en la calle Sant Pau, muy cerca del Paral·lel (se encuentra a tres minutos de la estación de Metro de Paral·lel). No se conserva el monasterio entero: hay muchas dependencias que han desaparecido por completo, y algunos elementos han sido adjuntados en las progresivas restauraciones. Pero el templo se mantiene en muy buenas condiciones y permite respirar todo el aire de la edad media. No tiene la grandiosidad de una Santa Maria del Mar, el templo de la burguesía, ni el esplendor de la catedral, máxima expresión de los potentes obispados. Sant Pau del Camp trasluce una cosa muy diferente: la espiritualidad de un espacio concebido para la convivencia de una comunidad monástica. Una visita que acostumbra a ser fantástica, porque Sant Pau no suele ser visitado por muchos turistas, y así se puede disfrutar de un rato de recogimiento, en una ciudad donde éste no es fácil. En el claustro de esta iglesia uno se puede sentir, por un minuto, como un monje medieval de El nombre de la rosa.
El templo
Por la parte exterior, la iglesia tiene el típico aspecto románico: muros gruesos con ventanas pequeñas. Los ábsides quedan medio ocultos entre algunas palmeras. La puerta principal del templo está presidida por un tímpano con una imagen de Jesús con dos apóstoles, flanqueado por una representación de los cuatro evangelistas (tetramorfos), de época visigótica. El edificio tiene una planta de cruz griega, con un gran cimborrio. No tiene elementos decorativos excepcionalmente bellos, pero es justamente la severidad y sobriedad del edificio lo que impresiona al visitante.
Un claustro con aires musulmanes
El claustro de Sant Pau del Camp sorprende, tanto por su belleza, como por la tranquilidad que allí se respira. Algunos elementos del monasterio se han visto muy deteriorados por el paso del tiempo, pero en cambio, el claustro, del siglo XIII, está muy bien conservado. Lo más sorprendente en él es el uso de arcos lobulados, típicos del arte musulmán. Muchos de ellos están decorados con frisos con motivos geométricos o vegetales. Los capiteles son muy sugerentes: algunos representan escenas bíblicas, pero también hay con forma de animales imaginarios y seres fantásticos, y algunos imitan los capiteles clásicos de estilo corintio. En el claustro encontramos varias tumbas de miembros de la nobleza medieval.
Un sitio cargado de historia
Sant Pau del Camp era un monasterio benedictino que recibió este nombre, justamente, porque cuando se construyó estaba en medio del campo, fuera de las murallas antiguas de la ciudad. Parece ser que fue fundado por Guifré II, que fue enterrado allí en 911 (su lápida se conserva en la antigua sala capitular,. En realidad, Sant Pau duró muy poco como monasterio, porque el 985 fue destruido por las tropas de Almanzor. Fue reconstruido más tarde, y pasó a depender del monasterio de Sant Cugat. A partir del siglo XIV, con la construcción de las nuevas murallas, quedó dentro del recinto fortificado de la ciudad, pero continuó rodeada de huertos. En el siglo XIX fue abad de este monasterio el filósofo y astrónomo Joan de Safont. En 1835, con la desamortización de Mendizábal, dejó de ser un edificio religioso, y pasó a ser una escuela, primero, y un cuartel, más tarde. Durante la Semana Trágica, en 1909, el templo fue quemado, y al principio de la guerra civil sufrió nuevas devastaciones.
La arqueología
En 1989, cuando se hacían unas obras para construir un aparcamiento, se encontraron unos ricos restos arqueológicos bajo el cuartel de la Guardia Civil que está frente al templo. Los restos más antiguos eran del Neolítico, del 5000 aC, aproximadamente. Aquí se han obtenido datos muy importantes sobre los que se han llamado los "primeros campesinos de Barcelona". Y se han encontrado restos de animales y de objetos con que demuestran que estos hombres ya practicaban la agricultura y la ganadería, aunque buena parte de sus alimentos procedían de la pesca y de la recolección de almejas. También se excavó un nivel con restos de la edad de bronce. Y se encontró, también, una gran necrópolis romana, donde se acumulaban decenas de cadáveres.