"Creo que ahora empiezo a asimilar muchas emociones que en su momento bloqueé porque no tenía otra", confiesa Scorpio, una de las concursantes que más pasiones generó en la primera edición de Eufòria. "Estaba en el concurso o haciendo bolos. Estaba en el Palau Sant Jordi... Hay muchas cosas personales que bloqueas y ahora te das cuenta de todo aquello que negaste porque tenías que subsistir. Tenías que seguir adelante, adelante, adelante. Ahora estoy asimilando con más tranquilidad muchas de aquellas emociones que me guardé. Puedo tener más ratos para mí. Lo voy asimilando poco a poco". Poco más de un año después de su paso por el primer talent show de TV3, Clara Sánchez, el nombre real de la artista que se esconde tras el nombre artístico de Scorpio, publica Antares, un disco escrito a corazón abierto en que no esconde ninguna de las emociones que la han embargado en los últimos meses. Cosmos sentimental amplificado por un telón de fondo musical que no esconde su devoción por divas empoderadas como Beyoncé (la portada del disco lo evidencia), Rihana o Billie Eilish.
¿Cómo estás gestionando estas subidas y bajadas emocionales?
Básicamente siguiendo adelante. No miro nada de lo que dicen de mí. Nada. Evito los comentarios nocivos. No tengo Twitter, aunque sé que hablan mal de mí, porque me lo decían mis amigos. Y cuando pasa, me afecta. Por eso prefiero no saber nada. Al principio sí que me costó mucho que la gente me parara por la calle. Me planteaba si realmente esta era la vida que quería vivir. Además, no fue gradual, sino que fue de golpe. Me sentía súper observada. Entras en paranoia y piensas que todo el mundo te mira porque sales en televisión. Ahora lo llevo diferente.
¿El síndrome del impostor?
Quizás sí, aunque siempre he sabido que todo lo que he conseguido me lo he ganado. No estoy donde estoy porque sí, sino porque realmente he trabajado.
Todo lo que he conseguido me lo he ganado. No estoy donde estoy porque sí, sino porque realmente he trabajado
¿Te ha ayudado alguien? ¿Has ido al psicólogo para proteger tu salud mental?
Ahora estoy yendo. Es fuerte, porque he tardado mucho. Lo tendría que haber hecho antes. Habría estado bien tener un psicólogo durante el programa. Pero en aquel momento perdí la noción del tiempo: vas de cabeza, a tope, no paras. Era una cosa que tenía muy pendiente y que no he hecho hasta hace relativamente muy poco.
Como dices, quizás habría estado bien tener un psicólogo en el progama.
Sí, quizás sí. Pero tampoco sabíamos cómo iría el programa. De hecho, nos dijeron que si en la tercera gala no funcionaba, cerrarían Eufòria.
¿Tal cual, así os lo dijeron?
Imagino que siendo una televisión pública habrían aguantado. Pero no sabíamos dónde nos metíamos. No sabían ni ellos de qué iba la peli. No había ningún ejemplo. No se había hecho este programa antes. Yo tenía mucho miedo que fuera cutre, que cutreara. Pero de repente las audiencias fueron bien, la gente nos empezó a parar por la calle y empezamos a asimilar lo que estaba pasando. Pero no teníamos ni idea de cómo iba a ser.
¿Has vuelto a mirar galas?
Sí. Galas enteras no, porque es demasiado. Pero con la nueva edición me ha cogido como añoranza y he mirado mis actuaciones. Había algunas de las que no tenía un buen recuerdo, porque eran semanas duras y de gestionar muchas emociones. Y ahora, una vez las he vuelto a mirar, las recuerdo con cariño y me las miro sin juzgarme tanto y me digo que quizás lo hice bien. Porque cuando acababa las actuaciones muchas veces pensaba que lo había hecho mal. Soy muy exigente conmigo misma. Pero ahora, con el tiempo lo miro y... ni tan mal.
¿Habías intentado entrar antes a algún talent show?
Intenté entrar en Factor X. Era muy pequeña. Todavía no había entrado ni en bachillerato. Tenía 16 o 17 años y fui a Madrid.
¿Hay grabación de eso?
No, no. No pasé ni la primera fase. Fui presencialmente y de allí no me volvieron a llamar. No era una prueba con cámaras y en un plató. Fue en una sala pequeña con tres personas. Canté y su respuesta fue que para la edad que tenía, emocionaba mucho. Y con eso me quedé. Eso es lo que me llevé, porque allí se acabó mi experiencia.
Triquell nos decía que tenía muy claro que participar en Euforia era como ser parte de El Show de Truman.
Sí, había el punto de jugar tus cartas. De hecho, hay una canción en el disco que habla de eso. Y si querían que fuera la rebelde, pues sería la más rebelde del mundo. La sociedad te etiqueta y tienes que saber utilizar esta etiqueta a tu favor. Y eso es lo que hice al programa.
La sociedad te etiqueta y tienes que saber utilizar esta etiqueta a tu favor. Y eso es lo que hice en el programa
El casting ya jugaba, y muy bien, con estas etiquetas.
Sí, cogieron como todos los perfiles. Creo que fue muy valiente por su parte coger perfiles de la comunidad LGTBI. Encuentro que en los concursos a veces se blanquea muchísimo. Pero no se puerto eludir: es la realidad que vivimos. Y es maravilloso que los niños puedan crecer con ejemplos tan bonitos como los de Joan o la Llum. Hace falta esta visibilidad.
Había muy buen rollo entre todas vosotras.
Sí. Porque como decía, no teníamos ni idea de dónde íbamos. Siempre explico que respondimos a un correo que era castingcantants@xxx.
¿Cómo supiste que había un casting para un nuevo talent show catalán?
Estudiaba teatro musical. Teníamos un grupo de Telegram en que nos pasábamos todos los castings que iban surgiendo, ya fueran de musicales, de uno corto de gente del ESCAC que buscaban actrices... Y pasaron este de cantantes, que pocas veces pasan de cantantes. Escribí sin saber absolutamente nada de lo que iba a ser. De hecho, hasta que no llegamos al casting presencial, que yo lo hice en la Universidad de Barcelona, no supe que el programa se llamaría Eufòria. De hecho, el logo del programa cambió cuatro veces durante los castings presenciales. Pero es que ellos también estaban dando vida al programa. No fue hasta el casting presencial de los 3 días, en los que nos hicieron bailar, que nos dimos cuenta que aquello era serio. Cuando vi que Albert Sala estaba involucrado como coreógrafo, una persona que admiro máximamente, supe que aquello era importante. Si estaba él, el programa estaba salvado. Pero entre los concursantes nos teníamos que dar apoyo los unos a los otros, porque no teníamos nadie más. De hecho, muchas veces lo comentábamos entre nosotros que incluso hay momentos que ni tu familia o tus amigos no te entendían. Porque hay cosas que nadie puede entender hasta que no las vives. Y la única persona que nos podía entender, era alguien que estuviera viviendo lo que tú estabas viviendo. Fuimos nuestro apoyo, nuestra base y nuestra pirámide.
¿Tenéis grupo de WhatsApp, los concursantes de la primera edición de Eufòria?
Sí. Y hace unos días fui al concierto de Pedro, que también cantaban Núria y Mariona. La vida nos ha cambiado, pero seguimos teniendo tiempo para vernos, encontrarnos, tomar un café, abrazarnos.
¿Quién era Clara, antes de ser Scorpio?
De pequeña ya cantaba muchísimo. Veraneábamos en un hotel. Allí, año tras año, nos encontrábamos el mismo grupo de amigos. Recuerdo que hacíamos conciertos. Había una zona de billar, cogíamos las mesas y las utilizábamos como si fuera un escenario. Venía todo el mundo del hotel. Los extranjeros flipaban, no entendían nada. Era una niña de 8 años que se me encantaba Shakira. Para mí era mi noche.
¿Cuándo nació el Scorpio?
Nació una vez decidí que me quería dedicar a esto y que necesitaba un nombre artístico para mi proyecto. Me cambié el nombre de Instagram y a partir de aquel momento la gente empezó a decirme Scorpio.
Imagino que a cualquier persona con una proyección pública le pasa: te creas una barrera para protegerte
¿Qué diferencia a Clara de Scorpio?
Clara es la niña de casa, una persona normal. Simplemente lo que he hecho ha sido poner un nombre a mi alter ego. Soy Scorpio cuando me pongo delante de una cámara, cuando hago una entrevista, cuando hago un videoclip... Y cuando estoy en casa o con mis amigos, me deshago de esta coraza. Imagino que a cualquier persona con una proyección pública le pasa: te creas una barrera para protegerte.
Hablabas de la Shakira... ¿Cuáles eran tus referentes?
A mí siempre me ha encantado Beyoncé. También Rihanna, Billie Eilish o Amy Winehouse, evidentemente. Mujeres empoderadas. Siempre he escuchado mucha música americana. Por tener estos referentes, me costó mucho ponerme a escribir en catalán. Fue un reto, porque no lo había hecho antes.
¿Acabas de publicar tu primer disco, Antares, tienes ganas de pasar página y que se te empiece a valorar por el que estás haciendo después de Eufòria?
Sí, obviamente. Pero creo que siempre se tiene que estar agradecido de donde vienes. Y yo vengo de Eufòria, allí está donde la gente me empezó a conocer. Pero lo que estoy haciendo ahora es lo que verdaderamente soy y creo que la gente empieza a hacerse la idea de la imagen que quiero mostrar, de la mujer que realmente soy.
En el disco hay temas que hablan del programa, de la misma manera que hay canciones súper personales, que hablan de mi yo sentimental
¿Antares es tu carta de despedida a esta etapa?
Para mí la música es una especie de diario personal. Es una experiencia terapéutica. Escribo para entender lo que siento. Cuando pongo palabras a mis emociones, entiendo muchas cosas de las que me pasan. Y obviamente, en el disco hay temas que hablan del programa, de la misma manera que hay canciones súper personales, que hablan de mi yo sentimental.
Es un disco muy a corazón abierto.
Sí, total. Cuando me pongo a escribir soy una persona súper sincera. Si te cortas las alas, la música deja de tener sentido. Es bonito ver al artista en todas sus facetas: en la rabia, en el amor, en el desamor, en la vulnerabilidad máxima... Creo que mostrándote tal como eres, es cuando la gente conecta más con lo que propones. Lo que quiero conseguir es ayudar a la gente con mi música, porque yo es donde me he refugiado muchísimas veces a lo largo de mi vida cuando he estado mal o cuando he estado bien. Quiero devolver a la música lo que me ha dado a mí, siendo mi felicidad o mi refugio. Siento que le debo eso a la música.
Musical y temáticamente, Antares es una montaña rusa.
Pero es que mi último año ha sido una montaña rusa. Ha sido un año de emociones que me caían como hostias. Y así es como han surgido las canciones. Sí, el último año ha sido una locura y el disco es igual de loco.
Antares es la estrella que más brilla a la constelación del Escorpión.
Es el corazón del Escorpión. Sentí que mi álbum tenía que tener alguna relación con el escorpión, que es el símbolo que me acompaña diariamente. Un nombre que da sentido a todo, porque es el símbolo del Escorpión, pero a la vez es el corazón, que es esta cosa mucho más vulnerable del artista que hablábamos antes.
¿De todo lo que están publicando tus compañeros y compañeras de Eufòria, qué es lo que más te está gustando?
Triquell es muy... hijo de puta (risas). Es muy bueno. También la Llum. Vienen cosas mucho chulas de la Llum. Se pudo expresar muy poco a Eufòria, porque solo estuvo cuatro veces, pero tuvo bastante porque a la gente le encantó desde el principio. Vienen cosas muy potentes de la Llum. Sorprenderá.