Empezamos con un aviso: si estás a punto de comer o cenar algo salido del mar, quizás vale más que pienses profundamente si quieres seguir leyendo este artículo. Si has decidido continuar, seguramente es porque o bien no estás comiendo pescado o bien porque ya has visto Seaspiracy, el famoso documental de Netflix sobre la pesca marina sostenible.
La industria pesquera, el enemigo corrupto de los océanos
¿De qué va? El documental relata cómo la industria pesquera destruye nuestros océanos, afectando al ecosistema del planeta y contribuyendo a la contaminación de los mares. La investigación del documental, obra del británico Ali Tabrizi, expone como varios organismos internacionales y ONG ecologistas, supuestamente, esconden información al consumidor sobre el impacto ambiental de la pesca y la corrupción en la industria pesquera.
Desde la caza de delfines en Taiji hasta la matanza indiscriminada de ballenas en las Islas Feroe, el filme recorre los mares de todo el mundo para hacer de altavoz de estos acontecimientos y, sobre todo, denunciar las prácticas de encubrimiento por parte de varios gobiernos e instituciones. Un ejemplo de eso es el negocio detrás de la etiqueta Dolphin Safe de la Earth Island Institute, que asegura que los productos con este etiquetado han superado unos protocolos necesarios para la vigilancia y cuidado de los delfines. Si hacemos caso a la información que aparece en el documental, nos enteramos de que la etiqueta en cuestión se da, muchas veces, sin ningún tipo de comprobación.
Falta de precisión científica y declaraciones fuera de contexto
Si seguimos consumiendo como hasta ahora, el pescado dejará de existir en 2048. El dato impacta, ¿verdad? Desgraciadamente es difícil de contrastar, como tantas de las decenas de estadísticas, informaciones y declaraciones chocantes que nos encontramos en la hora y media que dura el documental. Como si de un salvavidas se tratase, Seaspiracy se aferra a una investigación que afirma esta catástrofe. Sin embargo, la comunidad científica la ha rechazado.
Además, por si no fuera poco, varias personas entrevistadas en la película se han quejado posteriormente de cómo sus declaraciones se editaron y sacaron de contexto, según un artículo en el diario británico The Guardian. ¿Y qué solución te propone el documental para que acabes con la destrucción de la fauna marina y actúes contra el sector pesquero? Claro y conciso: dejar de consumir pescado.
Curiosamente, este largometraje es extrañamente parecido a Cowspiracy (que encontraréis también en Netflix), del mismo productor Kip Andersen. En ese caso, el problema es el mismo, pero el principal enemigo es la industria cárnica. No hace falta tener dos dedos de frente para darse cuenta de lo que sospechamos delante de la pantalla: que Seaspiracy es un film posicionado a favor del veganismo y que ofrece una visión sesgada de los hechos.
¿Por qué es recomendable ver este documental, pues? Ante todo, para sacar nuestras propias conclusiones a partir de lo que nos cuenta, ya que a pesar de que tenga un enfoque claramente sesgado, pone el foco en un tema importante y ante el cual reflexionamos poco: pensar de dónde viene lo que comemos y qué consecuencias tiene para el planeta que todos queramos comer pescado venga de donde venga. Seaspiracy pretende ser un producto de investigación, pero se acaba convirtiendo en un altavoz propagandístico. Si se te ha enfriado el plato de pescado por este artículo, pido disculpas.