Éste es un libro de Bob Dylan dirigido a sus admiradores. A pesar del título no encontrarán mucha filosofía, como ocurre con las proclamas del fútbol. Tampoco vamos a irritarnos ahora por eso, la vida está llena de títulos que no se corresponden con el contenido del libro. Porque, de hecho, ésta es una obra utilísima, en la que uno de los grandes trovadores de todos los tiempos explica, para quien esté interesado, su opinión profesional, artística, creativa, sobre 66 canciones de su época. Opiniones de quién sabe lo que es una canción y sabe cómo se hacen. Dylan escribe sin estar por tonterías, a saco, con ironía, con inteligencia, con excursos flipantes y pasados de tuerca, con datos para la historia de la música de gran valor.
Dylan escribe sin estar por tonterías, a saco, con ironía, con inteligencia, con excursos flipantes y pasados de tuerca, con datos para la historia de la música de gran valor
Con ganas, en definitiva, de entender el trabajo de los demás y de explicarlo por dentro. En ocasiones con una percepción idealizada del crimen y de la asociabilidad, a menudo con una indiferencia dylaniana que sólo los dólares pueden justificar. Capítulo aparte son algunas opiniones, bastante reaccionarias del gran hippie ahora que, pasado el tiempo, hemos entendido que las revueltas de 1968 fueron conservadoras en el fondo y deslumbrantes en la forma. Lo que piensa sobre la poligamia, sobre la prostitución, sobre las mujeres no dejará demasiados admiradores indiferentes.
Al parecer, el malogrado Víctor Nubla dejó esta obra póstuma, más obra y más póstuma que la de algún otro. Tiene una gracia pegadiza y es porque se articula como una parodia de la ciencia ficción, como una maleza molesta y gratuita, que no sabes porqué está ahí pero la tienes delante de tus morros. Es la literatura que me gusta, la que no pide permiso para entrar. En el futuro año 2525 por fin se llega al Harmaguedón que anuncia el Apocalipsis, el final previsible de nuestra sociedad siempre satisfecha y siempre irrecuperable. De nuevo es necesario recobrar el saber perdido y, a tal fin, Nubla escribe 53 biografías de personajes ilustres, ciertamente imprescindibles para el futuro después de la ausencia de futuro
De nuevo es necesario recobrar el saber perdido y, a tal fin, Nubla escribe 53 biografías de personajes ilustres, ciertamente imprescindibles para el futuro después de la ausencia de futuro
Es una especie de enciclopedia biográfica que explicará a nuestros tataranietos quien fue, por ejemplo, Margaret Thatcher, Rita Hayworth o Alexander Graham Bell. Eso sí, por supuesto, con el concurso de una monumental ignorancia en todos los ámbitos, con la participación de muchos lugares comunes, confusiones delirantes, errores colosales y estupideces que sólo una persona tan inteligente y culta como Nubla fue capaz de imitar. Pasar por cretino es un privilegio sólo reservado a los profesionales de la estulticia y a algunos sabios.
Núria Perpinyà es una excelente escritora que sabe perfectamente lo que quiere escribir y dónde quiere ir a parar. Con esta novela se ha encarado de nuevo con la ciencia ficción, en un esfuerzo compositivo, admirable, tenaz, con muchos riesgos y exigencias, pero que, al menos a mí, me deja frío y por completo excluido del libro. Se nos propone un mundo situado en el siglo XXIII, pero que no soy capaz de creerme ni un ratito corto, en una sociedad donde la gente piensa exactamente como ahora y habla exactamente como hoy. Cuando leemos un texto antiguo, al contrario de lo que nos proponen los escritores de ciencia ficción, nunca encontramos formas de pensar como las contemporáneas ni un lenguaje que seamos capaces de generar espontáneamente como el de nuestra época.
Se nos propone un mundo situado en el siglo XXIII, pero que no soy capaz de creerme ni un ratito corto
De la misma forma que escribir la palabra Londres, pongamos por caso, no es suficiente para que un escritor logre evocar la capital inglesa y transmitirla al lector, referirse al siglo XXIII no basta para hacerlo creíble. Además, las características de este mundo del futuro parecen de cartón piedra. Las guerras ya no existen. Los robots forman parte de la familia y la política se ha convertido en una dedicación exclusiva de las mujeres. La ideología dominante de esta sociedad del futuro es el feminismo, la ecología y la libertad individual, como si las ideologías dominantes, en cualquier época, no fueran todas obstáculos insalvables para la libertad individual, la masculina y la femenina.