Puedes tener un nivel de producción altísimo, unos directores correctos, un reparto eficaz y un imaginario que no necesita tarjeta de presentación. Pero eso no te hace necesariamente poseedor de una buena serie. El señor de los anillos: Los anillos de poder es el mejor ejemplo que tenemos en emisión.

Sin alma propia

Imaginemos por un momento que no existieran los libros de Tolkien ni las populares adaptaciones de Peter Jackson, es decir, que analizamos la serie solo por lo que es y no por toda la carga iconográfica que hay detrás. Incluso nos podemos abstraer del hecho de que el género nunca había tenido un fandom tan activo y tan exigente, ni tanta tirada comercial como ahora. Si nos la miramos con ojos de no iniciado en la materia y la contemplamos exclusivamente como relato de género, El señor de los anillos: Los anillos de poder es la perfecta representación de lo que pasa cuando una ficción no tiene alma propia.

El señor de los anillos: Los anillos de poder, una serie que sigue sin levantar el vuelo

El señor de los anillos: Los anillos de poder es la perfecta representación de lo que pasa cuando una ficción no tiene alma propia

El envoltorio es deslumbrante, a ratos realmente espectacular; los personajes hablan de acontecimientos, pasados o futuros, trascendentales, y se nos dice a toda hora que la hora es grave, que el enemigo es implacable y que los poderes son inalcanzables. Pero una cosa es el texto y la otra su formulación en la pantalla. Como narración visual, la serie de Amazon es un producto frío, aséptico y amuermado que se pasa el rato prometiendo un vuelo que nunca levanta y apuntando conflictos que nunca acaba de desarrollar. Por lo tanto, sin ser ningún insulto a la inteligencia, hace casi imposible que conectes emocionalmente, porque nada de lo que pasa, ni nadie que lo protagoniza, te genera suficiente interés por mantenerte enganchado a la pantalla.

Como narración visual, la serie de Amazon es un producto frío, aséptico y amuermado que se pasa el rato prometiendo un vuelo que nunca levanta y apuntando conflictos que nunca acaba de desarrollar

La primera temporada empezaba bien, se enredaba con sus enunciados (demasiados personajes y muy pocos realmente interesantes) y acababa convertida en un caos argumental considerable. Los tres primeros episodios de la segunda temporada tienen un arco similar. Empieza fuerte, recapitulando la historia de Sauron con una atmósfera enturbiada y bastante efectiva, pero después se va desinflando porque, de nuevo, las tramas secundarias resultan demasiado inocuas, los momentos épicos son demasiado forzados y el tratamiento visual, aquí todavía más reluciente, no transmite la convicción dramática necesaria para convencernos de las motivaciones de los personajes. Todo eso, decíamos, mirándola como serie pura y dura, sin apelar a sus fuentes de inspiración.

Si la miramos como adaptación de Tolkien o como precuela de los filmes de Jackson, entonces el resultado todavía palidece más porque no captura la esencia de sus referentes

Si la miramos como adaptación de Tolkien o como precuela de los filmes de Jackson, entonces el resultado todavía palidece más porque no captura la esencia de sus referentes (llegas a pensar que no han leído a Tolkien) y nunca transmite una verdadera dimensión épica. El mejor resumen de los problemas de El señor de los anillos: Los anillos de poder es el hecho de que su interés ya solo parece depender de la aparición de aquellos personajes que configuran la mitología original. Si este era realmente el objetivo, se (y nos) podrían haber ahorrado mucho palique.