Si ninguno de los extraterrestres que pasean por las páginas de Sentimental, la tercera y hasta ahora última novela publicada por Sergi Pàmies, se encontrara por la calle con el autor de A les dues seran les tres, quizás no imaginaría que ese es el hombre que lo ha creado. Pàmies, hijo de una pareja de Indiana Jones del socialismo internacional del siglo XX, siempre había soñado con llevar una vida normal, y su apariencia cuando llega al Hotel Alma es precisamente esa, la de un hombre normal. Pantalones grises normales. Chaqueta azul de lana normal. Camisa granate normal. Abrigo ocre normal. Excepto por este particular sentido de la combinación cromática y un teléfono móvil de primera generación con el que es imposible hacer nada más que llamar y enviar SMS, en él no destaca ninguna excentricidad ni sugiere nada extravagante —¿no es esta la imagen que tenemos de los que se dedican al arte: personas excéntricas y extravagantes?—. Un tipo normal, vaya. Pero, vaya, este tipo normal ha escrito algunas de las obras más memorables de la literatura catalana contemporánea. Una trayectoria casi siempre vinculada a los cuentos, pero que, treinta años atrás, vivió tres incursiones en el mundo de las novelas: La primera pedra (1990), L’instint (1992) y Sentimental (1995), títulos que ahora han quedado recogidos en un único volumen bajo el referente antológico de Tres novel·les analògiques.

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Sergi Pàmies acaba de publicar la recopilación Tres novel·les analògiques / Foto: Montse Giralt

Todo el mundo me preguntaba por las novelas. Finalmente, pensamos que sería una buena idea editarlas todas juntas en un solo volumen sin necesidad de morirme ni de descatalogarme

"Esto es un experimento habitual, sobre todo en las últimas décadas, entre autores vivos", toma la palabra el escritor para explicar el porqué de todo esto. "Los autores vivos tenemos el recurso de presentar nuestras novedades, sobre todo si tenemos una actividad editorial constante. Pero llega una edad en la que comienzas a preguntarte qué puedes hacer con lo que llamamos fondo de catálogo". Ante esta cuestión, Pàmies y su fina ironía explican que una de las respuestas es morirse. La otra, menos drástica, es estar descatalogado para, con la excusa de estar descatalogado, reeditar y hacer una nueva presentación de la obra descatalogada ahora reeditada. "En mi caso, hace años que desde la editorial, la agencia literaria, los libreros, los lectores, los colegas... todo el mundo me preguntaba por las novelas. Finalmente, pensamos que sería una buena idea editarlas todas juntas en un solo volumen sin necesidad de morirme ni de descatalogarme". Un experimento que, además, en este caso tiene una unidad y una coherencia: la ecuación formulada entre el formato, la novela, y el tiempo, los años 90, década en la que Pàmies escribió sus relatos de larga duración.

El ancestro de Sergi Pàmies

"Me he reconocido más en el escritor que en la persona", responde cuando se le pregunta con qué Sergi Pàmies se ha reencontrado al volver a su obra publicada 30 años atrás. "La pregunta que me hacía todo el tiempo era quién demonios era el tipo que hacía esto. Y, en cambio, me reconocía en la manera en que estaban escritas las novelas. Es como haber visto un ancestro de mí mismo". Sergi Pàmies se ha reconocido, pero con matices. "Curiosamente, mi libro de estilo de entonces era mucho más estricto: el joven estricto de entonces contra el viejo que pasa de todo que soy ahora". Aquel joven escritor se exigía muchas normas: no poner demasiados adjetivos, no poner adverbios, no hablar nunca de la familia de manera explícita, "que todo lo que fuera biográfico fuera encubierto, clandestino, que nadie pudiera identificarlo, ni la policía". Todo lo que, precisamente, asegura que ha dejado de hacer en los últimos 30 años. "Me he soltado. Vas perdiendo prejuicios. Pero de todo este proceso, lo que más me ha sorprendido es que he ganado libertad". En el otro extremo, de aquel joven escrupuloso con las normas, añora cierta pirotecnia fantasiosa. "Como no podía hablar de mí, tenía que ingeniármelas con cosas muy raras. Sentimental es un libro que me quiero mucho, pero es muy extraño, es un libro de ciencia ficción que ahora no me atrevería a hacer".

Aquel era un momento de gran libertad creativa en todos los ámbitos: la literatura, el cine, la música, la misma ciudad de Barcelona. Era un buen momento para ser joven

Esta libertad ganada con los años no significa que Sergi Pàmies disfrute más escribiendo ahora que en el pasado. "Es un disfrutar diferente. Entonces era disfrutar de la temeridad. Lo que me movía era la energía y cierta ambición, que son las dos cosas que he perdido. En cambio, lo que he ganado con los años es el oficio, que también es muy estimulante". Pàmies ya no quiere ser un transgresor. "Quiero hacer algo mucho más personal, más íntima, y ahí es donde te aferras al oficio. En mis últimos libros esto se nota mucho". Pero para que el oficio evolucione necesita que al inicio haya una vocación. Y en estas tres novelas ves la vocación, "pero ves también las imperfecciones". El oficio, sin embargo, ha servido de decapante de la temeridad. El Pàmies de los 90 hacía cosas que ahora no se atrevería a hacer. "También, y no es menor, aquel era un momento de gran libertad creativa en todos los ámbitos: la literatura, el cine, la música, la misma ciudad de Barcelona. Era un buen momento para ser joven".

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Sergi Pàmies, el escritor que passa de todo / Foto: Montse Giralt

Es un disfrutar diferente. Entonces era disfrutar de la temeridad. Lo que me movía era la energía y cierta ambición, que son las dos cosas que he perdido. En cambio, lo que he ganado con los años es el oficio, que también es muy estimulante

La juventud terminó y dio paso a los compromisos. Sergi Pàmies se casó, tuvo hijos, tuvo que empezar a cuidar de sus padres, dejó de tener tiempo. Esta es una de las razones, dice, por las que no escribió más novelas. "La novela es monógama y el cuento es poliamoroso, casi promiscuo. En una vida más o menos normal, de responsabilidad, escribir una novela es casi imposible o vas directo al fracaso. Nacieron mis hijos y pensaba que no podría escribir durante 15 años, 20 años, como si fuera una condena de prisión. La sorpresa fue descubrir que podía seguir escribiendo cuentos". Confiesa Pàmies que, cuando sus hijos crecieron y de nuevo dispuso de todo el tiempo del mundo para escribir, intentó volver a la novela. Pero fue un fracaso. Un fracaso inédito, que no leyó nadie más que él y del que, insatisfecho con el resultado, destruyó todas las pruebas. "Pero este fracaso inicial me fue muy bien, porque de ahí surgió un libro de cuentos al que le tengo mucho cariño: L'art de portar gavardina. Si puedo escribir una novela que me guste, que me convenza, lo haré. En cambio, cuentos escribiré siempre, porque no solo me gustan, sino que probablemente es lo que más me gusta, porque no tiene las servidumbres monógamas de la novela".

En una vida más o menos normal, de responsabilidad, escribir una novela es casi imposible o vas directo al fracaso

Sergi Pàmies es bisexual

Lo que no se ha planteado, hoy por hoy, es dejar de escribir, como su amigo, maestro y referente Quim Monzó, a quien, a pesar del ostracismo en que se ha reclutado, todavía ve de vez en cuando. Del autor de La magnitud de la tragèdia, cuentista brillante como él que experimentó puntualmente con la novela (el título referido es un ejemplo), destaca que renovó la lengua cogiendo como modelos gente como Pere Calders o Jordi Sarsanedas. "Y también consigue un segundo hecho muy importante, ya que encuentra a un público que no existía. Una comunidad de lectores que antes no estaba, más jóvenes, menos politizados, menos esclavos de la tradición, menos resistencialistas, todo eso a través de una lengua brutal. Quim Monzó nos hizo un poco de hermano mayor. Él fue el que se dejó el pelo largo para que yo me pudiera presentar en casa con una cresta porque el padre había perdido toda la energía peleándose con él. Monzó era el Quijote en su máxima esplendor y yo, Sancho Panza. Lo echo de menos, claro que le echo de menos"

Quim Monzó nos hizo un poco de hermano mayor. Él fue el que se dejó el pelo largo para que yo me pudiera presentar en casa con una cresta

La última pregunta, obligatoriamente, debe ser si Sergi Pàmies está escribiendo actualmente una novela. "Estoy escribiendo cosas con el mismo criterio de los últimos años, es decir, sin saber si lo que escribo será un cuento o una novela. A veces sé clarísimamente que estoy escribiendo un cuento y el deseo es que me salga una novela. Así salió L'art de portar gavardina y así salió también A les dues seran les tres. Por lo tanto, casi diría que podría ser que mi sistema de escribir cuentos a partir de ahora sea creer que estoy escribiendo una novela. No debemos descartarlo. Que sea un método de trabajo nuevo, que yo mismo me he inventado. Yo finjo que estoy escribiendo una novela y van saliendo libros de cuentos, que además me gustan. Sigo teniendo muchas ganas de escribir y tengo la sensación de que aún me queda algo por escribir. Lo que no sé es si será cuento o novela. Es la diferencia. Antes siempre sabía que sería un cuento. Ahora soy bisexual".