Cantarle al amante es más fácil si te haces llamar Sergio Dalma y tu nombre va eternamente ligado a una de las baladas más icónicas del imaginario colectivo, porque nadie en su sano juicio puede evitar coger por la cintura a la persona más próxima en las primeras notas de Bailar pegados y deslizarla en una especie de vals patoso por el suelo del comedor, igual que baila el mar con los delfines. Josep Sergi Capdevila (Sabadell, 1964) lleva más de treinta años invocando al amor y al desamor de frente, con una voz luminosa y rasgada, convenciendo a la marabunta que la vida gira en un espacio infinito. El catalán acaba de publicar Sonríe porque estás en la foto, un 22.º álbum de estudio en el que vuelve a apostar por el optimismo y la buena onda de su predecesor —Alegría (2021)— y que el año que viene le hará rodar por todo el estado español. “Hasta que no arrancas, hostia, son unos nervios bestiales porque es como que estás desentrenado, ¿no?”, confiesa, mientras a su mánager le sale de las vísceras asentir con un sí rotundo, y es que ahora ya justo hace un año que Dalma no se enfrenta a la montaña rusa emocional que supone el directo.

Foto: Carlos Baglietto

La canción que da nombre a tu nuevo disco es un canto al positivismo. ¿Alegría 2.0?
Sí, es como una continuación de aquel Alegría. Creo que la función de la música es hacérselo pasar bien a la gente, y más en mi caso. El concepto que queremos transmitir con este Sonríe porque estás en la foto es el mensaje global de prácticamente todo el disco, que es transmitir buen rollo. Estamos viviendo momentos en que solo oyes decir a la gente que todas las noticias son negativas. La gente se tiene que refugiar un poco más en la música.

Después de la pandemia este fue un poco tu leitmotiv.
Yo creo que siempre he sido optimista, lo que pasa que a veces te escribían canciones que parecían grises, sin mucho color, y también me cabreaba un poco, porque no tenía tanto que ver en cómo yo era. Pero sí que es verdad que a raíz de la pandemia estaba claro que los mismos autores ya intentaban escribir en este sentido, y que la gente quería recibir este mensaje positivo.

Explícame un poco qué encontraremos en este nuevo disco.
A priori ha sido una locura. Trabajar con un par de productores como habíamos hecho alguna vez anteriormente ya era complicado, y hacerlo con seis es una locura. Pero ahora que ya lo hemos hecho, quizás es la vez que he disfrutado más, porque era como un rompecabezas; cada uno ponía su pieza y al final mi voz era la que daba esta continuidad a cada estilo. Pero sobre todo están las ganas de poder trabajar con productores jóvenes, que pienso que me podían aportar mucho y que he aprendido muchísimo de ellos. También hay un claro sello de recuperar aquel espíritu de sonido de los años 80, volviendo a mis inicios, pero con gente joven. Es una mezcla que me ha gustado mucho.

No tengo aquel afán de buscar a un público nuevo, porque mi público ya existe y está muy definido

¿Has hecho experimentos sonoros?
No, a lo largo de todos los años siempre he intentado ser fiel. Mi estilo está muy claro y no lo he querido desvirtuar nunca. El sonido evidentemente ha cambiado, con los mismos productores que dan este sonido mucho más actual. Yo mismo, a lo largo de todos estos años, también he intentado ir cambiando de sonido mis canciones clásicas y vestirlas de otra manera para que suenen tan actuales como este último disco.

¿Sientes que te hayas conformado?
No, ni mucho menos. Yo no he tenido nunca esta sensación, ni la quiero tener, porque yo soy muy inquieto. Ahora está muy de moda eso de la zona de confort, pero es que nunca me ha gustado estar encajonado. No tengo aquel afán de buscar a un público nuevo, porque mi público ya existe y está muy definido, pero si que quieren que los sorprenda, aunque siempre manteniendo muy claras las directrices.

O sea, que no has tenido nunca la tentación de marcarte un Despacito al estilo Luis Fonsi.
[ríe] Mira, te tengo que ser sincero; me han llegado propuestas musicales de todo tipo en este disco, incluso de bachata, que siempre me ha gustado mucho. Recuerdo que al principio de mi carrera íbamos mucho a Latinoamérica, y a mí me encantaba la bachata porque era como una balada con ritmo. Pero yo no me veo. Pruebo muchas cosas a la hora de preparar el disco, pero siempre me tengo que sentir cómodo y que no se vea que hago una cosa postiza.

En cambio, sí que te has adaptado a las redes sociales. ¿Ha sido por voluntad propia o por imposición?
Yo te diría que bastante por imposición a nivel profesional, porque yo no las utilizo ni mucho menos a nivel personal. Es más, yo cuando voy con un grupo de gente y vamos a cenar, me fastidia mucho que no lo podamos disfrutar porque todo el mundo está pendiente de las redes. Creo que es una buena herramienta de trabajo, y es que lo tienes que hacer, porque hoy en día se ha vuelto una herramienta de publicidad muy importante de promoción para tu trabajo.


¿Eres de los que recibe mucha crítica?
Sí y tanto, como todo el mundo, sobre todo por Twitter (X). Allí tiene cabida todo el mundo. Hay veces que te puede afectar más o menos, creo que con el paso del tiempo nos hemos acostumbrado, pero hay veces que sí que te fastidia y depende de qué momento te coge lo mandarías todo a paseo. Se tiene que utilizar bien utilizado para dar a conocer todo lo que tú haces.

Con 20 y pocos años, Tik tok, y siendo un ídolo de masas después de Bailar pegados, ¿se te hubiera subido la fama a la cabeza?
Seguramente sería un adicto de las redes sociales, como lo puede ser toda esta generación. Hay mucha gente que vive y convive al 100% con las redes sociales. A mí no me ha gustado que nunca me absorba demasiado tiempo, lo justo para dar a conocer lo que hago. La cabeza la puedes perder con redes sociales y sin; cuando empecé en este mundo de la música, hubo un momento que yo también pensé: hostia, eres el rey del mambo. Y no. De golpe pisas el suelo, y tienes gente a tu alrededor, y tu familia te dice: ey, no te olvides de dónde vienes.

¿Te pasó?
Yo venía del mundo de las orquestas, y después estuve durando cinco años cantando jingles por radio y televisión, y la gente te conocía y reconocía lo que hacías porque sabía que tu voz era de un anuncio. Pero cuando te reconocen por la calle, tu vida cambia y ya no pasas desapercibido. Y eso, al principio, te llama mucho la atención y tienes que tener los pies bastante en el suelo.

Qué cuesta más: ¿publicar un primer disco o mantenerse en la ola?
Yo creo que mantenerte, porque un primer disco lo puede hacer mucha gente, está bastante al alcance y más de lo que la gente se puede imaginar. Pero no tanto sacar otro disco, y sobre todo contar con el apoyo de un público tan fiel, porque normalmente el público es muy cambiante. Con los años he conseguido esta fidelidad y eso es muy importante. Conservar el poder salir en aquella foto, como dice el título, y poder tener aquel espacio dentro del mundo de la música hoy en día es fuerte, porque cada vez hay más competencia y más artistas. Entonces te conviertes en un clásico, con todo lo bueno y lo malo que supone ser un clásico.

¿No te ven tan actual? Bien, yo intento estar actualizado dentro de mi estilo, pero creo que convertirse en un clásico hoy en día es un orgullo

¿Y qué es lo bueno y lo malo?
Yo quiero verlo casi todo positivo, porque pienso que llegar a ser un clásico es porque hay un trabajo detrás. ¿No te ven tan actual? Bueno, yo intento estar actualizado dentro de mi estilo —con las redes, con los productores que trabajo o con los autores—, pero yo creo que convertirse en un clásico hoy en día es un orgullo.

Explícanos la fórmula.
Luchar mucho, y ser bastante consciente y constante en este trabajo. No ir contra natura; si yo ahora quisiera ir a buscar a un público más joven sería inconcebible, porque yo ya tengo mi público natural, y lo que he intentado hacer es cuidar a este público que me sigue e intentar conocer cómo es, entenderlo y saber qué esperan de mí. Cada vez que tengo que subir a un escenario me crea más responsabilidad pensar que aquella persona compra una entrada para verme. La gente dice: es que te pones nervioso antes de salir al escenario. Claro, porque ni mucho menos está todo hecho. Que haya un sold out en un concierto no quiere decir que ya esté todo hecho. Tú tienes que convencer a aquella gente para que cuando salgan tengan ganas de volver a venir a verte.

¿Cómo es tu público?
Ha sido emocionante irlo encontrando, porque de alguna manera tenemos una proximidad generacional de edad y de gustos. Yo los conocía cuando eran adolescentes y venían solteros, y ahora vienen con su pareja y los hijos, y muchos de estos hijos también se han convertido en fans. A mí eso todavía me emociona porque es muy difícil que eso pase, y que tú estés en un concierto y estén la madre, la hija y la abuela viéndolo, y que todas estas generaciones lo disfruten. Eso para mí era impensable y por eso digo que soy un tipo privilegiado. Y también creo que mi público se ha dado cuenta de que yo siempre he intentado ser una persona próxima, entenderlos y aceptar sus críticas.

Foto: Carlos Baglietto

Eres la voz del romanticismo, pero los tiempos han cambiado y se ha instaurado la crítica al amor romántico o a la caballerosidad que esconde tics machistas.
Hay una serie de letras que lo piensas y lo analizas, y dices: quizás sería imposible que ahora salieran estas canciones. Pero cuando una canción está hecha, tampoco es cuestión de cambiarla. Hay algunas que ahora seguramente ya ni llegarían a presentarse porque la sociedad, por suerte, ha cambiado hacia bien. Yo soy del 64 y nosotros todavía venimos de una generación bastante machista. Lo que decías de la caballerosidad, hoy se puede entender mal darle el paso a una chica o que le abras la puerta del coche y la hagas pasar. Yo todavía quiero entender que eso es un detalle y una deferencia, pero ahora se tiene que ir con mucho cuidado y hay que fijarse mucho.

Me viene en la cabeza Esta chica es mía. No sé si los fans también te han hecho llegar que quizás está desfalcada.
Hace un tiempo con la de Esta chica es mía sí que lo podían decir, y lo puedo entender. Es una canción que recibí y que a mí me gustó, pero en aquel momento tampoco lo pensabas de esta manera. Entonces, o no se hace, o se aclara que aquella canción se parió así, y ahora tampoco la cambiaremos, ¿no?

¿Crees que los artistas tenéis ciertos compromiso con la sociedad más allá del trabajo que hacéis?
Cuando una persona es pública y da la cara, evidentemente que sí. Tú ahora tienes que poner un mensaje o tienes que anunciar cualquier cosa en las redes sociales y te lo repiensas mucho, porque cualquier información en las redes se puede distorsionar y se puede amplificar cambiando el significado de lo que tú quieres decir. Lo tienes que mirar mucho.

Hay artistas que defienden que ellos hacen arte, no pedagogía.
Siempre tienes que hacer las cosas con un respeto de cara al público. No es que yo me deba a mi público, es que realmente yo tengo este público porque ha habido esta comunicación con ellos, y en ningún momento yo la he querido romper. No tan solo con este público que me sigue, sino con el público en general. Siempre con respeto.

Hay una serie de letras que lo piensas y lo analizas, y dices: quizás sería imposible que ahora salieran estas canciones

Hace un par de años dijiste aquí mismo que querías sacar un disco en catalán o colaborar con Ferran Palau i El Petit de Cal Eril.
Si te tengo que decir la verdad, cada vez ha sido más complicado. El disco en catalán, al menos en la multinacional que estoy, se ha complicado y no es tan fácil como yo se me podía pensar. Ya me han permitido —o me siguen permitiendo— hacer una canción en catalán. Al menos de momento tengo la oportunidad en cada disco de poder poner una referencia en catalán, en este caso la canción que he hecho con Miki Núñez He tocat el cel, que es de Adrià Salas (La Pegatina) y Vicco—. Pero no es tan fácil. No sé por qué, en mi caso siempre ha sido más complicado. Quizás el día que se me retire el último disco será todo en catalán. [risas]

¿Solo te dejan poner una canción?
No, si hubiera dos quizás también estarían. En este caso llegó esta y me vino a la cabeza Miki, la veía muy clara y él dijo que sí, pero si hubiera habido otra seguramente la hubiéramos podido poner. Yo pertenezco a una compañía multinacional, y prácticamente toda mi carrera ha sido en castellano, pero yo no desisto. Siempre pienso que algún día llegará, no se tiene que tirar la toalla.

Sigues soñando.
Sí, siempre. Es el proyecto que siempre está allí en el aire.

Esta dualidad, ser catalán y hacer la carrera en castellano y a Madrid, ¿no te ha afectado?
No. Yo he vivido 27 años en Madrid, ahora llevo 5 años aquí porque tenía ganas de volver, los padres se hacían mayores y tenía aquella necesidad emocional de volver, porque nunca te desenganchas. Y 27 años en una ciudad como Madrid te marcan, pero en ningún momento me he sentido extraño, tampoco viniendo de Madrid aquí, y tampoco lo quiero sentir ahora. No quiero que todo lo que esté pasando a nivel político me pueda afectar. Me siento cómodo en todos los sitios a los que voy y nunca me he escondido de ser catalán, ni lo haré.


¿Este será tu último disco?
Hombre, no quiero que sea el último, ni mucho menos. Tiene que ser muy difícil cuando llega. Ahora que Serrat tomó la decisión de retirarse, lo tengo que reconocer, lloré, porque me emocionó muchísimo; para mí es un referente muy importante dentro de la música, y tengo la suerte de haberlo conocido en persona y es un tipo irrepetible. Pero tiene que ser difícil decir que este es el último disco y esta la última gira. Tiene que ser muy complicado llegar a este punto. Mientras el público tenga ganas de mí, y yo también siga teniendo esta ilusión y esta ganas de seguir evolucionando y de no estancarme, y de seguir pudiendo dar el concierto que yo quiero dar, y con salud, pues adelante. Pero la decisión quiero tomarla yo y que no sea el público que me diga: va tío, retírate ya.

Es un poco como lo que dice Rafael, que él morirá sobre un escenario.
No tengo ninguna duda que morirá encima de un escenario, porque es una persona que no sabe estar sin pisar el escenario. Son gente irrepetible, todos estos.

El año que viene empiezas gira. ¿Quién escoge las canciones?
Me gusta mucho trabajar en equipo. Siempre que preparo gira reviso del primer disco al último y miro todas las canciones. Yo hago una primera revisión y después intentamos vestirlas de otra manera.

Del setlist de tu vida musical, ¿qué escoges?
Hay canciones que no he dejado de cantar nunca, en todos estos años.

Me da mucho miedo que llegue el punto de decidir si es el momento adecuado para retirarme

¿Pero nunca quiere decir en ningún concierto?
En ningún concierto. Galilea mismo. Yo sería incapaz de no cantarla, porque creo que hay una parte grande del público que dice: hostia, es que yo las he cantado en el karaoke y lo necesito. Bailar pegados tampoco puede fallar nunca, ni La vida empieza hoy o Solo para ti, son canciones que nunca he dejado.

No puedo dejar de preguntarte si no te cansas.
Mira, eso es como cuando le preguntas a un actor si se cansa cada día de hacer la misma obra de teatro. Quizás el público no se da cuenta de ello, pero cada día lo haces diferente. Según tu estado de ánimo, aquella canción la puedes cantar de una manera o de otra. Por eso siempre nos gusta tanto el directo, porque tú grabas un disco y se queda grabado allí para siempre, pero el directo constantemente va cambiando, está vivo.

¿Cómo te gustaría que fuera tu último concierto?
Yo no sé si anunciaría que es mi última gira, fíjate. Porque creo que, tal como aparecí, también me gustaría desaparecer. Dejas unos discos grabados, una historia, que será pequeña o grande, que la gente recordará o no; sin embargo, cuando menos, yo tengo una maleta de muchos recuerdos. Pero me da mucho miedo que llegue este punto de decidir si es el momento adecuado. Tiene que ser muy complicado. Con la coherencia y la elegancia que lo ha hecho Serrat, lo hace poca gente.

Pues Serrat sí que dijo que era la última.
Sí, lo dijo. Y por eso es muy valiente.
 

Foto: Carlos Baglietto