Estos días se celebran los 40 años de la creación del SEDEC, el Servicio de Enseñanza del Catalán. Fue la primera unidad administrativa creada por la Generalitat restaurada y ocurrió el pilar sobre el que se construiría la escuela catalana. No fue fácil, como lo explica Margarida Muset, una de las fundadoras del servicio y segunda directora del mismo: "Hacer entrar el catalán en la escuela, sin profesorado, sin materiales, sin textos... era difícil". Recuerda que no hay prácticamente precedentes de una lengua que ha sido perseguida hasta muy poco tiempo antes y que pase a ser vehicular en la escuela (tan sólo se parecería al caso israelí): "Fue un doble salto mortal", afirma Muset, quién apunta que ahora "la gente entiende la escuela catalana como un valor. Pero, históricamente, es un valor y un milagro". La ex directora del SEDEC considera que la implementación del catalán en la escuela demuestra "una fuerza de pueblo extraordinaria". Tanto ella como Joaquim Arenas, cofundador del SEDEC y tercer director de lo mismo, coinciden en mostrar un gran orgullo por su participación en este proyecto: "No nos arrepentimos de nada de lo que hicimos. Nos sentimos muy orgullosos de ello. Ayudamos a que la escuela fuera lo que queríamos, frente a la escuela que ofrecía el franquismo que era una porquería", afirma Muset.
Margarida Muset: "La implementación del catalán en la escuela demuestra una fuerza de pueblo extraordinaria"
Hijos de Òmnium
Muset y Arenas recuerdan que en el momento de la constitución del SEDEC ya existía una red muy potente de enseñanza del catalán, la Delegación de la Enseñanza Catalana (DEC) que había sido impulsada por Òmnium Cultural y por otras organizaciones (en realidad, Arenas la dirigió de 1969 a 1976). Los cursos se hacían, a menudo en horario nocturno, en asociaciones deportivas, bibliotecas, rectorías... Los profesores cobraban, pero no solían tener contrato... Algunos eran muy jóvenes, estudiantes universitarios; otros eran personas mayores que habían estudiado el catalán durante la República... Todo lo hacían casi en la clandestinidad. Pero al mismo tiempo recuerdan que había un gran interés por aprender el catalán.
El fuego viejo de Tarradellas
Muset y Arenas confiesan que, cuando retornó del exilio, Tarradellas no les convenció mucho, porque no se había pronunciado sobre qué había que hacer con la lengua. Cuando saludó a los que le esperaban con la expresión "Ciudadanos de Catalunya", pensaron que iban mal, pero muy pronto cambiaron de opinión: "Tarradellas tenía una gran capacidad de gobierno y decidió aprovechar lo que había hecho la sociedad durante todo el tiempo de Franco," explica Arenas. Tarradellas era partidario de "no hacer fuego nuevo", y decidió consolidar lo que ya funcionaba. Decidió crear una oficina para coordinar e impulsar las clases de catalán, y al cabo de muy poco tiempo ya se publicó el decreto que extendía la enseñanza del catalán a escuelas e institutos. Para todo eso aprovechó la gente que ya trabajaba en el DEC y sus métodos de trabajo.
Normalizar la lengua
En los momentos de constitución del SEDEC había mucha gente que no sabía escribir el catalán. Buena parte de los catalanohablantes no dominaban su lengua porque no habían sido escolarizados en catalán. Y había núcleos urbanos con fuertes colectivos inmigrantes donde la presencia del catalán era residual; incluso había niños nacidos en Catalunya que no tenían el más mínimo conocimiento de catalán. Con la normalización se quería garantizar que también estos niños pudieran salir de la escuela con un buen nivel de lengua catalana y que eso permitiera formar "un solo pueblo". Muset está segura de que en este ámbito la tarea del SEDEC fue muy relevante. En aquellos tiempos, el Congreso de Cultura Catalana contribuyó a consolidar la posición del catalán, al reclamar su oficialidad.
La normalización no se hubiera podido hacer sin la colaboración de los maestros castellanohablantes
La formación de los maestros
La Generalitat aprovechó a la gente que había trabajado en el DEC para realizar cursos de reciclaje para los profesores. Sabían que sin la colaboración de los docentes era imposible que el catalán consiguiera un lugar destacado en la escuela. Y no fallaron: en 1982 había 18.000 profesores reciclándose, en sus horas libres y sin ninguna retribución. Arenas destaca que entre ellos había 7.000 castellanohablantes: "La normalización no se hubiera podido hacer sin la colaboración de los maestros castellanohablantes", recuerda.
La apuesta por la inmersión
La enseñanza del catalán progresó rápidamente. En primer lugar se pusieron algunas horas semanales de estudio del catalán, y muy pronto se habló de hacer algunas asignaturas en catalán. Pero no había un modelo lingüístico consolidado. Arenas recuerda que la Generalitat creó un gabinete de estudios para decidir qué política adoptar. Y con la colaboración de numerosos académicos, detectaron que mientras que los alumnos catalanohablantes acababan dominando las dos lenguas, había alumnos castellanohablantes que acababan la escolaridad sin dominar el catalán. La Generalitat estudió los modelos educativos de diferentes países para ver como responder a este problema, y tras estudiar la situación en Quebec, Azerbaiyán y otros países, decidió optar por la inmersión, como única garantía de que todos los alumnos acabaran dominando las dos lenguas. Arenas destaca que la inmersión, en realidad, se hace donde no hay muchos alumnos no catalanohablantes; "en el resto del territorio se hace, simplemente, escuela catalana".
Arenas: "tanto catalanohablantes como castellanohablantes querían el catalán en la escuela"
Actividad Gust per la lectura. 1999.
El consenso
Margarita Muset recuerda que la Generalitat creó el SEDEC, pero que la introducción del catalán en la enseñanza no habría sido posible sin la sociedad, los maestros, los padres... Afirma que hubo algunas resistencias, y recuerda que los inspectores de enseñanza, casi todos procedentes de otras partes del Estado, se opusieron férreamente a ella. También hubo algunos colectivos de padres que la rechazaron. Pero considera que eso fue más bien minoritario: "Los castellanohablantes nos daban apoyo", apunta, recordando que en el Parlament la Ley de Normalización Lingüística casi se aprobó por unanimidad, sólo faltó un voto. También Arenas afirma que "tanto catalanohablantes como castellanohablantes querían el catalán en la escuela", incluso en tiempo de la clandestinidad.
Nuevos tiempos
Arenas afirma que la situación de la escuela catalana ha cambiado mucho, desde aquel 1978 en que se creó el SEDEC: "Es como si hubiéramos pasado de las fotos en blanco y negro a las fotos en color; ha sido un cambio muy grande". En realidad, en estos años ha cambiado mucho la situación de la lengua: Catalunya es un país mucho más multilingüe de lo que había sido años antes. Arenas recuerda que a finales del siglo XX se dieron cuenta de que muchos maestros no entendían la lengua que hablaban sus alumnos que acababan de llegar y tuvieron que adaptarse a la nueva realidad. Ahora asegura que se ha avanzado mucho en el conocimiento del catalán, "en cambio, con el uso nos hemos quedado un poco atrás". Apunta que las estrategias de enseñar el catalán en la escuela funcionan, pero "el resto no ha acabado de funcionar del todo".
La contraofensiva
En este tiempo en que algunos grupos unionistas han centralizado sus críticas en la escuela catalana, Muset ha querido dejar claro que la escuela que tenemos es fruto de las reivindicaciones populares de mucha gente que se movilizó para crear un nuevo modelo. "La escuela franquista no la defendía nunca nadie en la calle", apunta la pedagoga, que recuerda que la escuela en catalán "es el alma del país".
Arenas: "Independencia sin lengua, para mí, no vale la pena..."
Llamamiento a no olvidar la lengua
Arenas se muestra muy crítico hacia aquellos que con el fin de conseguir avances hacia la independencia, son capaces de renunciar a la lengua. "Tenemos que luchar para que la lengua catalana sea la lengua común de todos los catalanes", apunta el ex jefe del SEDEC, aunque también matiza que se podría reservar un trato especial hacia el castellano. Recomienda mayor firmeza a los catalanes, por ejemplo, no pasándose rápidamente al castellano y critica "el buenismo excesivo que no arregla nada". Sus opiniones son contundentes: "No se puede construir un futuro seguro para Catalunya escondiendo aquello que le da vida espiritual, vida como nación, que es la lengua. Independencia sin lengua, para mí, no vale la pena...", apunta.