Cuando me dijeron que Sidonie tocaba en el Heliogàbal, mi reacción más sincera, y cito textualmente, fue: "¡¿Cómo *** han acabado los Sidonie en el Helio?!". Costaba creer que un grupo que tanto te cuelga el cartel de "todo vendido" en la Razzmatazz como te peta el escenario principal del Festival de les Arts en hora punta; la noche antes de hacer su primer Sant Jordi Club, decidiera encerrarse en una sala de no más de 120 personas. Ni emergentes, ni underground. Pero hay cosas que se llevan en la sangre. Y ya sabéis, volver siempre es la mejor parte de la aventura. Al menos, eso decía un grupo de amigos y simpatizantes del matrimonio Arnolfini.
🎸 Sidonie: "Hacía mucho tiempo que queríamos hacer un disco en catalán, y ahora ha llegado el momento"
Pop 'malote'
Desde hace tiempo, la tríada formada por Marc Ros, Jesús Senra y Axel Pi ha decidido emprender un camino hacia sí mismos. Casi treinta años sobre los escenarios y más de cincuenta a solas. Toca leer la habitación, apreciar lo esencial y decidir qué es lo que verdaderamente importa cuando ya no eres la novedad, ni el estilo musical de moda, ni siquiera el gran retorno más esperado porque nunca te has marchado. Por suerte, lo tienen claro: seguir siendo ellos mismos y pasarlo bien como si cada noche fuera la última vez que subieran al escenario. La velada de este 6 de febrero de 2025, si entendemos la habitación como la sala de techos bajos del Heliogàbal, todo el mundo estaba en su equipo. Después de más de un año; la gira de su último disco, Marc, Axel y Jes (2023), llegaría a su fin con una noche que duraría dos jornadas: primero, un escenario a pie de pista y, después, uno de nivel estrella.
Con entradas de menos de 10 euros en la mano, a las ocho y media de la noche, la cola de indies que habían conocido una vida de fiesta y festivales pre-Instagram daba la vuelta a la concurrida esquina de Gràcia
Contrariamente a lo que cantan en uno de los suyos sencillos, anoche sí que salió. Y se salió muy fuerte. El momento llegó. Con entradas de menos de diez euros en la mano, a las ocho y media de la noche, la cola de indies que habían conocido una vida de fiesta y festivales pre-Instagram daba la vuelta en la concurrida esquina de Gracia. Poco a poco, sin correr (que ya tenemos una edad), todo el mundo fue cogiendo sus posiciones estratégicas en una sala más próxima a sus primeras noches que a la culminación de una leyenda. Todo se trataba de volver a la línea de salida.
La parte más deprimente de la vida se quedó de puertas afuera en una noche en que se podía ser tan joven como la primera vez que los presentes escucharon a Sidonie
Empezado el concierto con CEDE, la entrega del público era inigualable. Posiblemente, la parte más deprimente de la vida se quedó de puertas afuera en una noche en que se podía ser tan joven como la primera vez que los presentes escucharon a Sidonie. Los fans más fans habían venido a fichar. Por eso, no era de extrañar que, cuando en Marc preguntó a quién vería al día siguiente en el Sant Jordi Club, todo el público respondiera al unísono con un "A MIIII!!. Ahora se podría esperar leer una enumeración cronológica de los temas que tocaron, como Me llamo ABBA, Fascinado o El peor grupo del mundo, pero la verdad es que podríamos empezar a explicar el concierto desde el punto que quisiéramos, que la energía siempre estaría en su máximo esplendor. Una de las mayores virtudes de su directo es hacer que, a pesar de no saber la letra, te lo pases bien. La fórmula del pop en estado puro. Si no, que se lo pregunten a la mujer de unos cincuenta años, pitillos y labios rojos, que, mientras intentaba encontrar la postura exacta para ver bien sus ídolos entre dos calvas, le comentaba a su acompañante, que aquello exactamente rock no era, que por eso le gustaba, porque era "pop malote".
El catalán está más de moda que nunca
Sin embargo, sin duda, hubo momentos que marcan recuerdos y también el futuro. Después de un primer bloque de canciones entonadas conjuntamente con el público, era hora del secreto menos bien guardado. El siguiente disco de Sidonie será en catalán. ¿Un nuevo pistoletazo de salida o un subirse a la ola del hecho de que el catalán está más de moda que nunca? Y para inaugurarlo, dieron los cuatro posibles títulos del disco. Sin embargo, de momento, mientras deciden y siguen haciendo garabatos en la libreta donde dicen tenerlo todo guardado, aquí diremos que abrieron la era Cançons que maten con una canción homónima. La siguió la ya conocida, y también en catalán, Portlligat. Una flecha directa a los más amantes de la tierra, que les puede abrir camino entre los públicos de artistas como Joan Dausà o Pau Vallvé.
Y si hablamos de momentos para la posteridad, sin duda, el que pasó durante Por ti es uno de ellos: abandonando el escenario y andando tranquilamente entre el público, el trío subió encima de la barra del bar con poco más que una acústica y una pandereta. Como quien va a misa, todo el mundo la cantó sin levantar la voz, para no molestar, para escuchar lo que tenían que decir, porque esta noche todos hemos sido uno solo. Siempre es sobrecogedor ver multitudes uniéndose, pero todavía lo es más cuando muchos de los presentes hace años que ya no se encuentran en estos contextos porque la vida ya no va de bares y conciertos, sino de familias, responsabilidades y contracturas. Si hubieran sido Gen Z, encontraríamos stories distorsionadas con el texto en Comic Sans de "you had to be there". Pero todo sea dicho, hubo otro momento que compitió para ser el más explicado al día siguiente a la oficina: durante Maravilloso, hubo un interludio de Siddharta. No sabría explicarlo. Había que estar.
Sidonie sabe pasarlo bien y hacerlo pasar bien
Sidonie sabe pasarlo bien y hacerlo pasar bien. Ya fuera durante El bosque, cuando Ros se puso entre el público con la guitarra, el casi lololo de Me gustas todo el rato, o los momentos más groovies de Feelin' Down, lo daban todo. La noche cerró con una explosiva traca de éxitos: Carreteras infinitas - El incendio - Estáis aquí - No salgo más. Durante poco más de una hora y cuarenta minutos, las pocas personas que consiguieron entradas durante los tres minutos en los que se pusieron a la venta antes de colgar el cartel de todo vendido, volvieron a una de sus primeras noches, a la espontaneidad de liarse un jueves porque sí, porque viene tu grupo favorito, porque nunca serán tan jóvenes como hoy. Pero si preguntan, aunque ya no salgan más, esta noche han salido. Si alguna vez nos hacemos mayores, que sea como Sidonie en el Heliogàbal. Y como ellos mismos dijeron, en catalán durante toda la noche, si al final nos ha parecido mejor el concierto del Helio que el del Sant Jordi Club, no lo digamos a nadie. Así será siempre un secreto entre los presentes.