Sílvia Pérez Cruz es una de las voces más sublimes y exquisitas de nuestro universo musical. La cantante de Palafrugell, creadora de una declinación babélica formada por vocablos prestados de la canción de autor, el jazz, el flamenco, el tango o el fado, entre otros sonidos de aquellos que te arañan el alma, estará mañana, martes, 3 de agosto, actuando en el Festival Terramar de Sitges. Acompañada de su banda, equipo de ensueño formado por algunos de los mejores músicos del país, presentará las canciones de su último disco, aquel regalo para los oídos que ha titulado Farsa (género imposible).

Mañana actúas en el festival Terramar de Sitges. Son tiempos inciertos para la música en directo pero tú no has parado.
A nivel de conciertos muchas cosas se han tenido que cancelar o desplazar al año que viene esperando que todo esto de la pandemia haya pasado ya definitivamente. A nivel de creación sí que no he parado. De hecho, he sido más activa que nunca. Para este último disco, Farsa (género imposible), he preparado tres espectáculos en directo diferentes.

Siempre he sido muy consciente del poder que tiene la música: las canciones nos hacen libres

¿¡Tres!?
Sí, tres [risas]. En un primer espectáculo estoy yo sola. Hay un segundo en que me acompaña la banda. Y el tercero es un espectáculo escénico que hago yo sola pero con toda una escenografía. Todo este trabajo significa que he ensayado muchísimo. He dedicado muchas horas a crear y eso me ha hecho mucho feliz. Y junto con eso, sí que es cierto que, a pesar de las circunstancias, he seguido dando muchos conciertos. Me habría gustado hacer muchos más, pero soy consciente de que soy una privilegiada y no me puedo quejar.

¿En este año y medio de pandemia has sentido que tu trabajo cobraba más sentido que nunca, que la gente necesitábamos evadirnos a través de hechos de la belleza de la música?
Siempre he sido muy consciente del poder que tiene la música: las canciones nos hacen libres. La música nos hace sentir vivos. Durante el confinamiento, tuve muy presente la compañía que la música hace a la gente que está sola o enferma. La música los abrazaba y les hacía olvidar el dolor. De hecho, eso es lo más bonito que me han dicho de mi música.


Sílvia Pérez Cruz presenta mañana martes 3 de agosto su último disco en el Festival Terramar de Sitges. Foto: Archivo SPC

¿Que cura?
Sí, que durante un rato, mis canciones hacen desaparecer el dolor. Gente con cáncer que se olvida del sufrimiento de la enfermedad mientras me escuchan. Eso es cautivador, pero no pensando en primera persona sino en la música en general. Gente que olvida sus tristezas con las canciones. Gente que se reencuentra con ella misma a través de la música. Me han pasado cosas muy bonitas con la música. Gente ingresada en psiquiátricos que no hablaba y que a través de la música ha empezado a hablar... Un hecho de una belleza extraordinaria. Y es que la música es entretenimiento pero también muchas otras cosas. Sus capacidades y virtudes son casi infinitas.

¿A ti también te cura?
Cuando estoy metida en un proceso creativo y artístico me reencuentro con mis valores. A lo largo de los años he tenido la suerte de vivir experiencias increíbles que me han afianzado en la creencia de que la música es una cura colectiva. En los conciertos, lo que intento es dar lo mejor de mí misma. Compartir con la gente que ha venido a escucharme. Sincerarme con la audiencia a pesar de las dudas interiores que puedas sentir y vivir.

Cuando estoy metida en un proceso creativo y artístico me reencuentro con mis valores

No tiene que ser fácil desnudarse emocionalmente en un escenario.
Para mí siempre ha sido un hecho muy natural. En los conciertos me siento muy libre y honesta. Es un espacio en que siento que todo se pone en su lugar. Para mí los conciertos son como estar en el comedor de casa.

¿Hay algo de vanidoso en el hecho de subir a un escenario?
Siempre he intentado alejarme de eso. El escenario es muy peligroso porque da mucho poder. Allí encima de todo el mundo es más alto y más guapo. Una vanidad, ciertamente, adictiva. Como soy plenamente consciente de eso, desde pequeña he intentado alejarme.

¿Cómo?
Encontré el equilibrio allí donde se encuentran la humildad y la seguridad: yo no soy mejor que nadie, pero amo lo que hago con pasión. Eso lo defiendo a morir, pero no desde arriba sino desde el lado.

Vinculando todo eso que estamos comentando con tu último disco, ¿te has sentido alguna vez un personaje, una farsa entre quien eres y el personaje que vemos sobre el escenario?
No me he sentido nunca así. Pero sí que es cierto que el concepto del disco se basa en la reflexión de esta distancia cada vez mayor que hay en la sociedad actual entre quién somos realmente y cómo queremos que se nos vea. Cada vez más nos escondemos tras una máscara.

¿Cómo representas este concepto en el directo?
Mañana en Sitges me presentaré con toda la banda, la Farsa Circus Band. Con ellos establecemos un diálogo, que es la representación musicada de esta reflexión.

Cada vez más nos escondemos tras una máscara

El pianista Marco Mezquida, el percusionista Aleix Tobias, el guitarrista Publio Delgado, el contrabajista Bori Albero y el violinista Carlos Montfort, estos son los miembros de una banda que es un verdadero dream team.
Nos conocemos de hace muchos años. Son unos músicos enormes, buenísimos, pero también somos muy amigos. Con la excusa de tocar las canciones de mi último disco, nuestros conciertos son una celebración de nuestra amistad.


Sílvia Pérez Cruz es una de las voces más especiales de nuestra escena musical.

El disco vio la luz medio año más tarde de lo previsto por culpa de la pandemia: estaba previsto para abril del 2020 y salió en otoño. ¿Llegaste a temer que no se llegara a publicar nunca?
¡No! Siempre tuve claro que lo publicaría, pero que valía la pena esperar al momento ideal. Para hacer más soportable la espera publicamos MA. Live In Tokyo, mi disco en directo con Marco Mezquida. Creímos importante que en un momento así la gente pudiera disfrutar de nueva música, más de un disco grabado con mucho cariño en la intimidad de un club muy pequeño de Tokio. Teníamos que esperar a poder cuidar Farsa como debíamos y que pudiera hacer todo el recorrido que tenía que tener en directo.

Cuando se produce el proceso de intercambio con el público, las canciones ya no son de nadie, son de todo el mundo

¿Compones para ti o para que te escuchen?
Creo por pura necesidad. Todo lo que hago en sí mismo ya tiene sentido. Hay momentos cuando creo en los que incluso me olvido que aquello lo acabaré mostrando en público. Soy muy feliz cuando creo. Ahora bien, cuando aquello llega a un receptor... La sensación entonces es incomparable. Cuando se produce este proceso de intercambio con el público, las canciones ya no son de nadie, son de todo el mundo. En aquel momento las canciones se transforman e inician una nueva etapa y cogen tantos sentidos como personas las escuchan.

¿Estás creando?
Tengo los diferentes espectáculos en directo que estoy presentando este verano. Por otro lado, durante el confinamiento escribí varias canciones que me gustaría grabar en breve.