Sílvia Soler (Figueres, 1961) es una apasionada de la literatura y vive rodeada de libros. Tanto es así, que escribe artículos al diari Ara, publica libros cada dos años, e incluso, comenta las novedades editoriales en el programa de Marc Giró, o más bien lo intenta, porque no la dejan hablar mucho. Ahora, acaba de sacar a la luz 'Estimada Gris' (Univers Llibres), una novela sobre los orígenes, el legado familiar y la búsqueda de la identidad, donde relata el viaje de una mujer mexicana que llega a Catalunya para descubrir a la familia que dejó su abuelo exiliado durante la guerra.
Esta entrevista se produce un martes, pero una semana antes, y de manera fortuita, me encuentro a la escritora paseando por la calle y decido saludarla. "Ei, Sílvia, te entrevisto la semana que viene, y te tengo que hacer preguntas relacionadas con el árbol genealógico de la familia que aparece en el libro porque hay un vínculo familiar que no me cuadra". Intuyo cierta preocupación en su rostro y me lanza, "Ay, todavía me habré equivocado", pero la tranquilizo enseguida argumentando que debo ser yo que no me debo haber fijado bien. "Ya hablaremos tranquilamente en la librería Ona" y me despido felicitándola por la novela, que ya se intuye que será otro gran éxito de ventas. Me marcho hacia la redacción con ganas de explicar la anécdota a mis compañeros y, al ponerme la mano en el bolsillo, me doy cuenta que el papel que llevo arrugado es el árbol genealógico con los apuntes que me había ido haciendo mientras disfrutaba de la lectura. "Hubiera sido divertido enseñárselo", me lamento.
Explicas la historia de una familia mexicana donde los hombres mandan mucho, pero, en realidad, las mujeres son las protagonistas.
Yo creo que el patriarcado tiene mucha presencia y funciona impecablemente bien, pero es una familia con cinco hijas y por lo tanto, la presencia femenina es muy importante. Y como todo eso lo explica Gris, que es la nieta de esta familia, también es un punto de vista femenino. Realmente, la mirada femenina está muy presente en la novela.
¿Qué nos explicas en esta historia?
Esta vez hablo de una cosa tan universal como es marcharse lejos de casa en busca de las raíces, del pasado y de la memoria. La protagonista hace el viaje de vuelta hacia Catalunya, el viaje inverso que hizo su abuelo cuando se exilió a México.
Hablas de la búsqueda de la identidad.
Sobre todo lo que me interesaba era explicar una cosa que a mí me ha costado mucho entender. Que la identidad no es una cosa monolítica e inamovible, sino al revés. Es una cosa que puede ser elástica, que puede ser diversa, que puede transformarse. Y yo, en mi pequeño mundo, me he pasado la vida pensando que nací en Figueres, en el Empordà, pero en realidad he vivido siempre fuera. Tengo las raíces de donde he crecido. He llegado a la conclusión que puedes ser de varios lugares al mismo tiempo y que básicamente eres del sitio donde has escogido ser si tienes la suerte de poder escogerlo
He llegado a la conclusión que puedes ser de varios lugares al mismo tiempo y que básicamente eres del sitio donde has escogido ser, si tienes la suerte de poder escogerlo
En el libro explicas una historia de dos catalanes que se exilian en México. ¿De dónde surge la historia?
La verdad es que de la manera más absurda. Conocí a una chica que se llama Gris, Griselda y me llamó la atención su nombre, lo encontré muy eufónico y decidí ponérselo a la protagonista de la novela. Esta chica que conocí es Argentina, pero yo prefería hacerla mexicana, ya que México es un país de exiliados catalanes. Además, había leído correspondencia y material del exilio mexicano. Y a partir de aquí, se ve la evolución del personaje, que cuando la conocemos está en una crisis vital importante donde tiene una parte fundamental este no saber de dónde es y desconocer sus raíces. Y hace este viaje a Catalunya, que para mí era un reto, porque quería decir intentar mirar Catalunya desde fuera. Yo que he nacido aquí y que he vivido toda la vida aquí, y eso me ha resultado muy interesante.
Para mí ha sido un reto mirar Catalunya desde fuera
¿Alguna parte de la historia está inspirada en tu familia?
No ha habido ningún exilio en la familia, mis dos abuelos eran republicanos y, por lo tanto, fueron mínimamente represaliados, pero no se tuvieron que ir. Y mis padres eran figuerenses los dos, y los hermanos nacimos en Figueres, pero por razones de trabajo nos marchamos de Figueres. Y este pequeño exilio muy doméstico, ha estado muy presente en nuestra familia. Mis padres siempre fueron unos añorados del Empordà. Yo también he crecido siempre con la sensación de decir "no sé de dónde soy. Allí tengo las raíces, pero ya no tengo a nadie." Y reflexionar al respecto, me ha interesado mucho. Por lo tanto, hay muchos tipos de exilios, todos vivimos alguno.
Hay muchos tipos de exilios, todos vivimos alguno
En esta historia aparece un chal que pintó Dalí. ¿Qué parte de la historia es verídica?
Es una leyenda familiar con la cual mis hermanos y yo hemos crecido. Se ve que mi abuela materna era amiga de la madre de Dalí, y esta le regaló un chal con unas rosas pintadas por el mismo Dalí, cuando este todavía era un chaval; pero el chal se perdió durante la guerra. Esta historia, que he oído en mi casa, la doy por buena y por cierta. A partir de esta anécdota, todo el resto es fabulación pura. Yo me imagino que este chal no se hubiera perdido durante la guerra y me imagino las investigaciones que se hacen. Todo el resto es fabulación.
Utilizas una estirpe familiar que te permite tocar todos los grandes temas de la vida: el amor, el desamor, la muerte, la amistad, los celos, la añoranza. ¿Por qué partes de los vínculos familiares?
Todas mis novelas tienen esta fijación. Cada familia es como una especie de reducción del universo. En definitiva, me permite hablar de muchísimas cosas y a mí me resulta cómodo.
Vas a libro publicado por año, prácticamente.
Se paga un cierto precio, dijéramos. Es verdad que me gustaría poder dedicar más tiempo a cada novela, pero bien, hice de la literatura mi profesión hace unos años y soy muy feliz haciéndolo. Y sí, pago a gusto este precio que es trabajar mucho, y asumo que quizás las novelas no serán tan buenas como serían si me dedicara diez años.
Asumo que quizás mis novelas no serán tan buenas como serían si me dedicara diez años
¿Tenemos cosas diferentes que explicar los hombres y las mujeres?
No, tenemos una mirada diferente. En una de las conferencias de Carmen Martín Gaite, explicaba que "las mujeres escriben desde la ventana", que quiere decir desde el ámbito doméstico, pero mirando hacia afuera. Yo lo encontré maravilloso porque claro, las mujeres llevamos detrás la tradición de generaciones y generaciones de mujeres que han sido recluidas en el ámbito doméstico. Y nos interesa mucho la cosa privada y la cosa doméstica. Pero la mirada la proyectamos hacia afuera.
¿Disfrutas más leyendo o escribiendo?
Es el dilema que nunca a la vida podré aclarar. Yo creo que si me dijeran que solo puedo escoger una de las dos cosas, escogería leer, porque es lo que he hecho toda mi vida. Es lo que más me gusta hacer en el mundo.
¿Lees más autores de aquí o extranjeros?
Procuro mezclar de aquí y de fuera, muertos y vivos, hombres y mujeres, aunque la balanza siempre me cae al lado de las mujeres porque me interesan más los temas que tocan.
¿Te sientes valorada?
Me siento muy valorada en el sentido que tengo un público de lectores muy fiel y muy consolidado y que ya esperan mi novela antes de salir. Eso es un privilegio y me hace sentir valorada. Es verdad que durante unos años pareció que la crítica del país, para decir lo así, me ignoraba bastante. Y sigo pensándolo, pero ha llegado un punto que encuentro que no tiene ninguna importancia. Yo escribo para que me lea a la gente, y la gente me lee. Por lo tanto, estoy absolutamente satisfecha.
La crítica del país me ignora bastante, pero la gente me lee y me oigo|siento satisfecha
¿Crees que las mujeres escritoras estáis menospreciadas respecto de los hombres escritores?
Yo creo que sobre el mundo de la literatura sigue pesando el gran problema del patriarcado universal, que es que cuando un hombre es escritor, se encierra en su despacho en su casa, todo el mundo se para y él escribe. Y las mujeres, cuando escribimos, ponemos una lavadora, picamos en la puerta del niño, vamos a comprar..., y eso creo que todavía es así. La famosa habitación propia de Virginia Woolf fue el inicio, hemos avanzado, de acuerdo, pero todavía no tenemos una habitación propia para escribir.
El gran problema del patriarcado universal es que cuando un hombre es escritor, se encierra en su despacho en su casa, todo el mundo se para y él escribe. Y las mujeres, cuando escribimos, ponemos una lavadora. Las mujeres todavía no tenemos una habitación propia para|por escribir.
¿De esta historia se podría hacer una película?
Me encantaría, yo creo que tengo un lenguaje bastante cinematográfico, pero el sector audiovisual del país está fatal, por lo tanto, no me hago ilusiones, pero me encantaría.
¿Es una historia optimista?
No sé si optimista, pero sí que se puede leer desde la serenidad y desde el bienestar. No te produce angustia. A mí me encantaría que la gente cuando pensara en el exilio pensara más allá de la cosa política y reflexionara en cómo afectó a tantísimas familias al hecho de tener que marcharse. Como lectora me cuesta encontrar novelas que no me depriman. Encuentro que la literatura contemporánea está un poco demasiado focalizada en la parte oscura de la vida.
Me encantaría que la gente, cuando pensara en el exilio, reflexionara en cómo afectó a tantísimas familias al hecho de tener que marcharse
¿Es tu mejor novela?
Mi mejor novela será la siguiente.
¿Me enseñas la cubierta?
¡Me encanta esta cubierta, es preciosa! Quería que saliera una figura femenina porque es una novela escrita en primera persona por una mujer, y entonces todo de una, fue como una iluminación. Hombre, teniendo en cuenta que el cuadro de la chica mirando por la ventana tiene un protagonismo, pensamos que podríamos hacer una ilustración que hiciera referencia.
¿Me puedes hablar un poco del proceso de escritura? ¿Es decir, cómo te tengo que imaginar escribiendo? ¿Te levantas muy temprano por la mañana?
Durante muchos años escribía cuando tenía un rato fuera del trabajo, cuando los niños me dejaban. Cuando dejé Catalunya Radio, decidí que me dedicaría profesionalmente a escribir. Entonces entendí que era mi trabajo. O sea que ahora me pongo delante del ordenador por la mañana y hasta al mediodía escribo o hago actividades relacionadas con escribir, como documentarme. Pero vaya, aparte del silencio, necesito luz y una buena silla, porque tengo dolor de espalda.
¿De qué más disfrutas, aparte de la literatura?
¡De infinidad de cosas! Con la música, la pintura, la comida, el vino, con las conversaciones, el mar, con viajar....
¿Puede un libro cambiarte la vida?
Cambiarte la vida son palabras mayores, no lo sé, pero sí que puede reconducirla.
¿Cuáles son tus referentes literarios?
Cuando empecé a escribir, por encima de todo, había Mercè Rodoreda. Después me hablaron de Natalia Ginzburg, me la he leído entera y me entusiasma. Y, por ejemplo, Doris Lessing, Margaret Atwood y Carmen Martín Gaite. Lo que te decía antes, la mayoría son mujeres porque los temas que tratan me interesan más.