Sitges es una villa marinera que ya hace mucho tiempo se convirtió en un importante centro turístico. Ha sido centro de encuentro de artistas, y también centro de recreo de las ciudades próximas. Combina muchos atractivos: tiene playa, un casco antiguo bien conservado, muestras de arquitectura modernista, la herencia de los indianos, la tradición de los pescadores, una excelente gastronomía...
El Sitges de los indianos
Si Sitges es hoy la ciudad dinámica que es, en buena parte lo debe a aquellos de sus vecinos que en el siglo XIX fueron a América y que, al volver, reinvirtieron sus riquezas en su ciudad natal: los indianos. Unas riquezas no exentas de polémica, porque algunos de estos indianos se dedicaron con el tráfico de esclavos, o se enriquecieron con plantaciones de azúcar cultivadas por mano de obra esclava. Un paseo por el centro de la ciudad nos llevará por muchos edificios construido por encargo de los indianos, que usaban la arquitectura como símbolo de su poder. Algunas de estas casas adoptaron el modernismo, y otros se inclinaron por el romanticismo. Entre las más destacadas podemos citar la de Rafael Planes, la de Manel Planes, Villa Avelina, la Casa del Reloj, o las casas construidas para los Vidal Quadres. Para degustar la simbiosis cultural entre el Caribe y Sitges, nada mejor que visitar por la Casa Bacardí. Sitges es el pueblo natal de Facundo Bacardí, el creador del ron más famoso del mundo. Y en la Casa Bacardí de Sitges puedes aprender los secretos de la elaboración del ron, y al mismo tiempo degustar un Mojito o un Cuba Libre reglamentarios. Se conveniente reservar previamente la entrada para la visita a la Casa Bacardí.
La ruta modernista
El 1892 Santiago Rusiñol convirtió Sitges en el centro de muchas actividades culturales. Invitaba a los intelectuales modernistas a esta villa y allí organizaba grandes fiestas en que la cultura y el arte se mezclaban con el alcohol y el desenfreno. Rusiñol compró dos casas de pescadores y las juntó; al edificio resultante le llamaron Cau Ferrat, por el alto número de piezas de forja que contenía. Allí las obras de arte se acumulaban, de forma un tanto anárquica. El museo fue cedido por Rusiñol a la villa de Sitges. Hoy en día el Cau Ferrat, convertido en museo, es uno de los espacios de visita obligatoria si se va a Sitges, por la riqueza de sus fondos y por la peculiaridad de su edificio. La principal colección es la de pintura, con obras de los mejores pintores catalanes de finales del XIX y principios del XX, como Casas, Nonell o Picasso. También tiene una impresionante de objetos de forja, un arte muy asociado al modernismo. Rusiñol también acumuló una importante colección de objetos de cristal (de su época y anteriores) y una impresionante colección de arte popular: cerámica y escultura. Pero, además del Cau Ferrat, en Sitges hay muchas otras obras modernistas que vale la pena ver: el Teatro Prado, la casa Pere Carreres, la casa Manuel Planas... Y, muy especialmente, la bodega Güell, situada en el Garraf. Se trata de una obra maestra del modernismo que según algunos fue diseñada por el propio Gaudí.
El Museo Maricel
Una buena visita a Sitges no puede obviar una visita al Museo Maricel. Es un edificio muy especial: está construido sobre un hospital medieval, del que todavía conserva algunos elementos. Además, está situado en una ubicación excepcional, con unos ventanales volcados directamente al mar. El edificio fue construido, mediante la anexión de varias casas preexistentes, por el norteamericano Charles Daaring, que quiso convertir parte del Maricel en un espacio para exponer de su colección de arte (el resto era su vivienda particular). En 1969 la Diputación compró el edificio, y lo convirtió en el Museo Maricel donde ubicó una gran colección de arte, con obras desde el románico hasta el siglo XX. Con el tiempo el Museo se ha ido ampliando, y tiene uno importante fuente de artistas de Sitges o vinculados con la localidad, como Miguel Utrillo, Ramon Casas o Joaquim Sunyer. La especial ubicación del Museo ayuda a dar relieve a las piezas.
Detenerse a comer
En Sitges no faltan los establecimientos para comer. En el centro de la ciudad se puede recomendar el Cuesta Dorada, especialmente para comer arroces, o el El Santo Sandwich, una gran hamburguesería. Y si vais en coche, os podéis desplazar hasta el Garraf, donde podréis comer con unas vistas excelentes en el Chiringuito del Garraf. Si queréis degustar algún producto local, podéis animaros con la malvasía de Sitges. Con respecto a los platos típicos, los habitantes de Sitges se sienten muy orgullosos de su arroz "a la sitgetana", un mar y montaña muy especial, en el que se combinan las gambas, las almejas, las cigalas y la sepia con la costilla de cerdo y las salchichas. Pero realmente el plato estrella de la zona es el xató: una ensalada de escarola, tomate, bacalao, atún, anchoas y aceitunas arbequinas acompañada de una salsa elaborada a base de ñoras y almendras. Ahora bien, evitad con la gente de Sitges cualquier discusión sobre el origen del xató: la invención de este plato es muy controvertida: se la disputan, como mínimo, Sitges, Vilanova i la Geltrú, Vilafranca y el Vendrell.
Acabar en la playa
Si queremos acabar la jornada con un baño, y queremos escapar a las playas masificadas, hay la posibilidad de ir a la Playa de l'Home Mort, en pleno macizo del Garraf, entre Vilanova y Sitges. Se trata de una playa naturista, frecuentada por gays. Su atractivo es que está muy retirada, bajo las vías del tren, y que no se puede llegar en coche, por lo que suele estar bastante vacía. Y, a pesar de todo, dispone de su correspondiente chiringuito con sus tumbonas, que se agradecen, porque se trata de una playa de piedra. Hay un itinerario marcado, como Vía Brava, que nos lleva de Sitges hasta esta cala (unos 2 km de recorrido). Pero los que quieran alguna experiencia original, pueden ir o volver de Sitges con una embarcación deportiva: el taxiboat. Hace dos recorridos al día los fines de semana.