Era difícil que la perfección técnica de La sociedad de la nieve no hiciera historia en los Premios Goya tras explicar uno de los milagros más sorprendentes y espeluznantes de la era moderna, y dicho y hecho: la película del catalán J.A. Bayona ha arrasado en los premios más importantes del cine español con 12 galardones, incluyendo mejor película, dirección y actor revelación, y se ha convertido en el tercer filme más premiado de la historia de los Goya, solo por detrás de Mar adentro (2005) y ¡Ay, Carmela! (1991). La producción de Netflix ha desbancado la belleza reivindicativa de 20.000 especies de abejas, que partía como favorita con 15 nominaciones y solo ha recogido tres de ellas: actriz de reparto, dirección novel y mejor guión original. 

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La producción de Jota Bayona no ha tenido competidora en las categorías técnicas, alzándose también con las estatuillas de diseño de vestuario, efectos especiales, maquillaje y peluquería, montaje, dirección de fotografía, sonido, dirección de producción y música original, contando de una forma próxima y humana la tragedia miraculosa de los Andes, en el que solo sobrevivieron 16 personas. "Necesitamos un público fuerte y constante, porque no estamos en un buen momento en el cine español para la producción; con menos recursos no podemos llegar a explicar todo el talento que tenemos", ha denunciado el cineasta catalán, niño bonito de la Academia de Cine. El catalán también ha reclamado más autoestima para el sector, dejando constancia de su pertenencia. "Como español, cuando estoy fuera, tengo que picar el doble de fuerte, y cuando vengo aquí parece que estoy en otra liga; pero yo pertenezo y creo en el cine español".

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Foto: Efe

Tras venir de ganar el Gaudí y el Feroz, David Verdaguer se ha vuelto a alzar con el premio interpretativo masculino más importante por clavar el reto mayúsculo de retratar los miedos y temores de Eugenio, uno de los humoristas más reconocidos del país. No ha habido tanta suerte para su pareja en la película, la Conchita de Carolina Yuste, y es que el galardón a mejor actriz ha sido para una primeriza Malena Alterio por su papel en Que nadie duerma, un thriller perturbador y psicológico en el que interpreta a una taxista obsesionada por encontrar el amor. La intérprete argentino-española se ha llevado la estatuilla 23 años después de estar nominada a mejor actriz revelación. Por su parte, Un amor de Isabel Coixet se ha ido con las manos vacías.

Una previsible Estibaliz Urresola ha ganado la dirección novel y ha vuelto a consagrarse como una de las voces más comprometidas del cine actual, fiel a sus principios. En su discurso ha querido reivindicar el camino de mujeres cineastas que, como ahora ella, dibujan camino para las generaciones venideras. “Es un orgullo para mí que cada vez seamos más y tengamos más fuerza para decir que se acabó, que no queremos más violencia y abuso, ni en el cine ni en ninguna parte”, ha dicho, para no olvidarse de Gaza y su tragedia, olvidada por muchos. “Mi película habla sobre la importancia de nombrar las cosas, y quería aprovechar para nombrar lo que está pasando en Gaza, que es un genocidio, y tenemos que pedir a nuestros gobiernos que lo detengan”.

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Las interpretaciones de reparto han sido para José Coronado por Cerrar los ojos —único reconocimiento para la última de Víctor Erice— y para Ane Gabarain por su entrañable Lourdes de 20.000 especies de abejas. “Estoy muy orgullosa de formar parte de este grupo de mujeres maduras y estupendas”, ha dicho al recoger el cabezón de las manos de Sofía Otero, la pequeña protagonista del filme. La revelación se ha ido hacia Janet Novas y su papel en la gallega O Corno, ganadora de la Concha de Oro en Donosti, y para el personaje de Matías Recalt en la película de Bayona. El actor argentino se puso en la piel de Roberto Canesa para bordar un papel mayúsculo poco después de perder a su padre. Los Gaudí fueron premonitorios en otras categorías, y es que tras llevarse el galardón catalán hace pocos días, Pablo Berger ha vuelto al encerado a recoger doble estatuilla por Robot dreams y podría llevarse también el Oscar a mejor animación dentro de un mes. También ha repetido el documental sobre el seguimiento de Carme Elias como paciente de Alzhéimer, y Claudia Pinto “no sabía que se podía estar tan triste y feliz a la vez”.

No ha faltado el homenaje a los que ya no están con las voces de Sílvia Pérez Cruz y Salvador Sobral acompañados de Marta Roma al violonchelo. Carmen Sevilla, Itziar Castro, Eduardo Ladrón de Guevara, el crítico de cine Carlos Pumares o el director catalán Ventura Pons han pasado a ser protagonistas invisibles de una velada en la que el amor al cine ha brillado por encima de casi todo, con el director de fotografía Juan Mariné como Goya honorífico y una emocionada Sigourney Weaver premiada con el Goya Internacional, o la icónica interrupción al escenario de Pedro Almodóvar y las protagonistas de Todo sobre mi madre por los 25 años del filme. También Ana Belén, copresentadora de la ceremonia, ha hecho un alegato al compromiso que tiene el cine, parafraseando a la recién desaparecida Concha Velasco. “Cada vez que he tenido un bajón, he mirado sus trabajos y me he convertido en una niña”, ha confesado, y como señal de admiración se ha arremangado para interpretar un pegadizo remix de La Chica Yeyé y Mamá quiero ser artista, los grandes temas de la artista total de Valladolid, al que luego se han sumado los Javis.

malena alterio goya millor actriu 2024 / Foto: efe
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No a los abusos y la violencia machista

Ya desde el principio se intuía una gala de armas tomar, con los tres presentadores predispuestos a no dejarse nada en el tintero. A los pocos minutos de empezar ya se ha abierto la caja de pandora, con la cantante exigiendo espacios seguros en el cine. “Y eso pasa por denunciar todos los abusos y la violencia sexual y por revisar de manera profunda las estructuras que lo permiten. Aquí también, se acabó”. El gran tema de María Jiménez contra la violencia machista ha puesto banda sonora a la noche con las voces de María José Llergo, Índia Martínez y Niña Pastori, como un guiño más que evidente. No ha hecho falta nombrar a Carlos Vermut para que la reclamación se reprodujera como panes, también por parte de las integrantes femeninas de la Academia de Cine, y más tarde también de su presidente Fernando Méndez-Leite. “Condenamos los abusos vengan de donde vengan, queremos espacios de respeto”. 

No se ha olvidado tampoco Rigoberta Bandini de una evidente reivindicación al recoger su premio a mejor canción por Te estoy amando locamente, tema compuesto pensando en sus colegas del colectivo. “A todas las han llamado bolleras o maricones en el patio, y todas han tenido que esconder su manera de ser para encajar”, ha chillado antes de abandonar el escenario. Y con una frase se ha dejado clara otra lucha: “Más diversidad racial en el cine español y sin perdón”. Casi tres horas y media de gala que se han movido entre la distensión, el ritmo y el puño alzado, pasando de la protesta por los abusos a la gravedad del cambio climático o la precariedad de la industria. Incluso Almodóvar se ha atrevido a alzar la voz contra Vox, ya a punto de la clausura: "Hace un rato, un político que está aquí ha dicho de nosotros que estos señoritos cogen las subvenciones para hacer películas que no le gustan a nadie; le voy a decir a este señor que el dinero lo devolvemos con creces al estado y generamos miles de lugares de trabajo". Un buen broche a una noche de oro para el cine español como espacio de ocio y protesta.
 

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