Esta semana han sido cancelados bastantes espectáculos de nuestra cartelera teatral a raíz de la nueva ola de la pandemia, protagonizada por la nueva variante ómicron. Y si ya es complicado ser actriz o actor en épocas "saludables", el coronavirus todavía se lo ha puesto más complicado a las artes escénicas y a todo aquel que necesite a un público para ganarse (o no) la vida.

De quan somiava es un espectáculo del director y dramaturgo Jordi Prat i Coll del año 2013 y que la sala Atrium ha repuesto hasta el 26 de diciembre. Un monólogo a cuatro voces donde una actriz en paro ocupa su tiempo escribiendo, intentando averiguar quién es y qué la hace diferente de los otros. Un trabajo pesado para cualquier profesional artístico que intenta destacar de alguna manera. Pero sobre todo para una actriz, más que nada porque un gran número de chicas han soñado con serlo alguna vez. Muchas lo intentan. Otras desfallecen y pocas lo consiguen.

¿Un sueño imposible?

Al entrar en el teatro, cada una de las cuatro actrices, sentadas en el suelo, escribe en una libreta, apoyándose en una mesilla cuadrada baja de Ikea de aquellas tan baratitas. Son el único elemento escenográfico del espectáculo, que con su sencillez de piso de estudiantes servirán de silla, púlpito o separador según haga falta. Las cuatro voces transitan por su día a día y por la falta de alguien que les haga caso tanto profesional como emocionalmente.

En esta búsqueda vital la protagonista se nos explica mediante recuerdos familiares, cuentos escritos por ella misma o fragmentos teatrales como Las cuatro gemelas de Copi. Una realidad dura y cruel al saberse resistente y encarcelada por haber escogido la carrera de ser actriz; de ser una actriz sin éxito. Para apaciguar tanta hostilidad de un sueño imposible, para muchos, la actriz se refugia en las letras de cualquier canción eurovisiva que por un momento lo libere de tanta incertidumbre: "Lady, lady se pinta los ojos de azul aunque hace mil años que dejó atrás su juventud". Y de repente el mundo parece un lugar un poco mejor. Ni que sea por dos minutos.

Màrcia Cisteró, Berta Giraut, Mireia Piferrer y Fiona Rycroft son las excelentes intérpretes que protagonizan este monólogo. Las cuatro con solvencia y recursos, las hace estar por encima de la voz que carnalizan. Cantan, bailan, juegan y dicen el texto con la verdad de quien ya toca de pies en el suelo. Han superado la inocencia de una actriz que soñaba con serlo, haciéndonos cómplices de la fragilidad de esta complicada profesión. No pude dejar de pensar en Verónica Forqué y lo que debemos a tantas actrices que han soñado. Que nos han hecho soñar. ¡Gracias a todas ellas!