La primera temporada de Space Force en Netflix fue una decepción absoluta. Y es que la comedia sobre una rama espacial de las fuerzas armadas de Estados Unidos creada por Greg Daniels - que nos ha traído Parks and Recreation o la versión norteamericana de The Office - no consiguió hacer despegar ni a sus personajes, ni a las tramas, ni el humor. En esta segunda temporada, algunas de las piezas que antes no encajaban lo han empezado a hacer, porque ha ido viendo qué dinámicas entre personajes funcionaban mejor. Ahora bien, la pieza más importante de la comedia sigue estando estropeada: la serie no hace reír y así es imposible no estrellarse.

Una mala premisa

Que una serie haga reír o no es una cosa muy subjetiva. Pero leyendo críticas y escuchando opiniones parece que el consenso general está claro: Space Force tiene un sentido del humor que no conecta con la mayoría de espectadores y el problema viene de la base. La premisa sobre esta división espacial que, en el caso de la segunda temporada, tiene cuatro meses para demostrar que vale la pena mantener abierta, no es una buena premisa cómica.

Steve Carell protagoniza la serie de Netflix, que acaba de estrenar su segunda temporada. / Netflix

Porque es muy difícil empatizar con un grupo de incompetentes que realizan misiones absurdas en el espacio. Y no es porque sean incompetentes - en la mayoría de sitcoms lo son -, sino porque es muy diferente serlo en una empresa de papel o en un departamento de parques y jardines del Ayuntamiento que en un sector donde se gastan millones y millones de euros de forma innecesaria. En principio, de aquí es donde viene la parte crítica de Space Force, señalando los gastos innecesarios del gobierno, pero esta segunda temporada también ha puesto un poco de freno a los ataques en esta dirección porque con el final de la era Trump ya no tienen un objetivo tan claro a quién tirarle estos dardos.

Pequeños pasos adelante

El abandono de la sátira política, sin embargo, ha dejado espacio para la mejor parte de esta nueva entrega: la humanización de sus personajes. Si la primera temporada no funcionaba era, en gran parte, porque no lo hacían sus protagonistas. Ninguno de ellos era muy complejo ni tenía matices interesantes, y eso se ha intentado pulir en esta segunda, haciéndolos más accesibles al espectador.

No nos engañemos, tampoco ha sido un gran salto adelante. El general Naird, el doctor Adrian Mallory o Tony Scarapiducci siguen sin ser especialmente divertidos ni fascinantes, y eso que los interpretan Steve Carell, John Malkovich y Ben Schwartz. Y con la de actuaciones hilarantes que estos actores nos han dado, aquí no los culparemos a ellos, sino a unos guiones que no les han sabido explotar.

El otro paso adelante que ha hecho la serie es en su ritmo, evitando las eternas secuencias que había en algunos capítulos de la primera temporada. En este sentido, ha sido un acierto reducirla a sólo siete episodios que, tal como acaban, es muy probable que sean los últimos de la serie. Y mejor que sea así. Porque si Space Force no ha despegado hasta ahora es muy difícil que lo llegue a hacer nunca. Y hará bien Greg Daniels en centrarse en su otro proyecto que sí que lo ha hecho, Upload, que vuelve el día 11 de marzo en Amazon Prime con la segunda temporada.