Llega un momento a la vida de cualquier fan que se da cuenta de que sus actos de fe tienen un límite. A lo largo de la saga Star Wars, esta resistencia se ha puesto a prueba unas cuantas veces, con La amenaza fantasma, El ascenso de Skywalker y The Book of Boba Fett al frente. Pero como cada destrozo ha ido acompañado de una espléndida compensación (sobre todo Rogue One y Andor), se ha sobrevivido a la certeza que eso ya no daba para mucho más. Con Ahsoka constatamos una evidencia: poder reconciliarse con el pasado (Annakin, en resumen) no se traduce necesariamente en estar ante una buena serie. Y ahora esta percepción toca fondo con The Acolyte, una buena idea con un buen personaje principal que se hunde rápidamente por la pura incapacidad de guionistas y directores de sostener la tensión dramática necesaria.
The Acolyte, una buena idea con un buen personaje principal que se hunde rápidamente por la pura incapacidad de guionistas y directores de sostener la tensión dramática necesaria
¿El motivo? Que, por dolor que produzca afirmarlo, el universo tal como lo hemos conocido hasta ahora está agotado. No queda nada realmente atractivo para explicar. No se puede vivir solo de nostalgia y chispas de genialidad, se requiere un verdadero arco narrativo con identidad propia que seduzca a las nuevas generaciones de espectadoras y espectadores. Una buena prueba es que una de las grandes invenciones modernas de la franquicia, The Mandalorian, se encamina a un epílogo en forma de película porque sus aventuras seriales, en la práctica, están más que exprimidas.
La obsesión de Disney
The Acolyte, como buena parte de sus predecesoras, está confeccionada con la filosofía de poner luz a una etapa histórica de la saga que todavía no había tenido bastante presencia en pantalla. La protagonista, Osha, es acusada de un asesinato que no ha cometido, el de una poderosa Jedi que, tiempo atrás, la salvó de una muerte segura. Gracias a su antiguo maestro, la chica descubre que la autora del crimen es su hermana gemela, Mae, a quien todo el mundo daba por muerta y ha caído en el lado oscuro. La serie empieza bien, con la escena del ataque a la Jedi (Carrie-Ann Moss) y la introducción a unos personajes que, como mínimo, se alejan un poco de los cánones de la saga.
Los problemas aparecen pronto, cuando la trama pretende alternar una investigación propia del thriller con la expansión del imaginario de Star Wars, pero no funciona ni en un frente ni en el otro
Los problemas aparecen pronto, cuando la trama pretende alternar una investigación propia del thriller con la expansión del imaginario de Star Wars, pero no funciona ni en un frente ni en el otro. Como narración autónoma, resulta demasiado mecánica y desnuda de una verdadera emoción, a pesar de los evidentes esfuerzos de la actriz Amanda Stenberg por dar convicción a sus personajes. Como aparte de un todo, The Acolyte es una simple repetición de esquemas que ni siquiera sorprende cuándo da giros argumentales sobre la mística de los Jedi.
La culpa no es de la serie ni de su creadora, Leslye Headland: es de la obsesión de Disney
Para ser justos, la culpa no es de la serie ni de su creadora, Leslye Headland: es de la obsesión de Disney, y también de los fans más irredentos, para redundar en el pasado de una saga que necesita urgentemente superar sus clichés, olvidarse de los días de gloria y mirar hacia el futuro.