Mónica Rikić (Barcelona, 1986) seguramente ha visto cosas que vosotros no creeríais. Muy probablemente, por eso ahora simula un universo en el cual las inteligencias artificiales se convierten en una especie más de la Tierra. El título de la exposición es Hipertèlia, término que designa el desarrollo excesivo de un órgano hasta perder su funcionalidad. En este caso, son las inteligencias artificiales las que se desprenden de su intención productiva y se independizan. Hasta el 25 de junio, la sala grande de La Capella estará ocupada por seres mecánicos que toman nuevas formas orgánicas, como si reclamaran su propia forma de existir en el mundo.
Casi un capítulo de Black Mirror
La artista catalana utiliza algoritmos como materia prima para elaborar las seis obras que conforman la muestra. Cada obra responde a un estado diferente por el cual tiene que pasar el ser mecánico para convertirse en un ente orgánico. Los seis estadios son: génesis (nacimiento), simulación (convivencia), réplica (reproducción), creación (fuerza innovadora), evolución (fuerza organizativa) y revolución (transmisión). A partir de estas creaciones, se cuestiona el antropocentrismo desdibujando la dicotomía humano / no humano. Consiguientemente, Rikić reflexiona sobre la relación entre estos seres mecánicos y nosotros como seres vivos. Lo que vemos en La Capella se puede leer como un esbozo de un posible futuro no muy lejano. Por lo tanto, ante este planteamiento nos preguntamos cuál es nuestra responsabilidad sobre lo que hemos creado. ¿Nos hemos convertido en doctores Frankenstein que engendran seres malignos?
Lo que vemos en La Capella se puede leer como un esbozo de un posible futuro no muy lejano
El mensaje de esta exposición es muy actual, pero a la vez es muy complejo y difícil de entender. El resultado final artístico queda muy lejos del denso proceso de pensamiento y creación en que hay detrás cada obra. Entonces, se pierde la conexión entre las obras y el mensaje y el espectador puede quedar indiferente fácilmente. Las seis creaciones mecánicas son una obra de relojería y se percibe que cada una tiene su propia vida; incluso algunas parecen flores y otros gusanos. Ahora bien, solo con los textos de pared y la hoja explicativa como soporte, es complicado de llegar a la reflexión que plantea Rikić con sus obras. Este pensamiento creativo es digno de ser el argumento de un capítulo de Black Mirror, pero las obras no son la mejor materialización.
La tecnología, desde que el hombre es hombre, es poder, en evolución constante. Por lo tanto, hay que tomar conciencia sobre nuestra relación y nuestro papel hacia esta. El espacio que acoge la exposición es la capilla del antiguo Hospital de la Santa Creu i de la Casa de Convalescència, y todavía se respira un ambiente favorable para sentarse y reflexionar. ¿Es posible concebir un futuro en que nuestra sociedad no esté dominada por las empresas tecnológicas? A partir de esta exposición, Monica Rikić recuerda que el arte también puede ser un espacio de investigación.