Se han consagrado como una de las compañías referentes en Catalunya, y lo que empezó siendo una aventura de cinco jóvenes que acababan de salir del Institut del Teatre a las puertas de un futuro laboral incierto, se ha acabado convirtiendo en una trayectoria llena de éxitos, que este año celebran su 30.º aniversario. Humor, sencillez y elegancia caracterizan a las T de Teatre, nombre que le asignan a la compañía por la debilidad que tienen todas ellas por el té.
Mamen Duch (Barcelona, 1966), Marta Pérez (Barcelona, 1966), Carme Pla (Terrassa, 1966) y Àgata Roca (Barcelona, 1968) —miembros actuales de la compañía, junto con Daniel López-Orós, su Charlie particular y productor ejecutivo—, nos abren las puertas de la oficina que tienen en el centro de Barcelona. Son como una familia, y sentadas en el sofá que tienen justo al lado de una pared vestida con todos los carteles promocionales de las obras que han hecho a lo largo de su trayectoria, hacemos balance de su recorrido.
¡Felicidades! ¿30 años, ahí es nada, no?
Mamen (M.D.): ¡Pero si somos unas pipiolas! [Ríen]
Carme (C): Mira, estoy cansada sólo de pensarlo... [Ríen]
Tal como está el panorama cultural, pocas compañías pueden celebrar 30 años encima de los escenarios. ¿Qué balance hacéis de este recorrido?
Marta (M.P.): Es un lujo. Lo podemos empezar a valorar ahora porque tenemos perspectiva, y realmente es un éxito. Ha sido picar piedra y poder mantenerte, es increíble. ¡A mí misma me sorprende!
M.D.: Es un éxito, porque realmente no te puedes imaginar que estés 30 años en esta profesión trabajando regularmente.
C: Creamos la compañía fruto de la necesidad, y comparto que lo más complicado es mantenerse.
'Pequeños cuentos misóginos' fue vuestro primer espectáculo en 1991 y ya fue todo un éxito de crítica. ¿A partir de aquí, todo ha sido un camino de subida?
C: Hay momentos de todo. Jet lag fue una pasada por la proyección que nos dio. Hacíamos una obra de teatro paralelamente y la gente compraba entradas diciendo: "Para ver las del Jet lag", cuando la obra no tenía nada que ver.
M.P.: Pero siempre hay bajadas y curvas. Con ¡Hombres! tuvimos un éxito muy rotundo que nos permitió vivir una temporada con una situación más dulce. Cada nuevo espectáculo es una subida, porque no tienes ni idea de cómo saldrá el melón.
Àgata (À): Lo has dicho muy bien eso del melón, no lo había pensado nunca. Nunca sabes si es maduro o no, hasta que lo abres... [Ríen]
Aparte de ser una compañía de mujeres, compartir la debilidad por el té y la estima y la afición por las artes escénicas, ¿qué más tienen en común las T de Teatre?
M.D.: ¡Sólo por el hecho de ser mujeres, ya compartamos muchas cosas!
C: El sentido del humor. Una cosa que nos ha permitido coincidir y evolucionar juntas es que nosotras teníamos muy claro que nos lo queríamos pasar bien disfrutando del trabajo. Por eso hemos arriesgado y hemos probado nuevos formatos. Al principio teníamos una fórmula muy clara con Pequeños cuentos misóginos y con ¡Hombres!, y con el tiempo, ha ido variado. Cómo es posible que te quiera tanto, ¡Aventura! o Premios y castigos han sido obras muy diferentes. A veces se tiende a hacer lo que crees que la gente espera de nosotras, pero en realidad lo que espera la gente es pasarlo bien. Piensas que esperan un tipo de teatro y no queríamos ser esclavas de esto.
¿Y eso os ha permitido disfrutar todos los proyectos en los que habéis estado inmersas?
Sí. [Coinciden todas]
À: Totalmente y, evidentemente, algunos más que otros. Siempre tenemos proyectos más preferidos que otros, o bien por el proceso o bien por el momento en el que estábamos.
C: A veces el melón sale mejor o peor... [Ríen]
M.D.: También es cierto que lo has disfrutado, como lo has sufrido, porque es un proceso creativo y siempre se sufre. Hay dudas y, a veces, viendo la reacción del público o entre nosotras cuando lo pasamos bien, es cuando te das cuenta de que lo disfrutas.
Pieza que habéis tocado, pieza que habéis convertido en éxito. Si tuvierais que escoger un proyecto, ¿con cuál os quedaríais?
M.D.: Delicadas como espectáculo, aunque personalmente viví un momento complicado, como espectáculo lo disfruté maravillosamente. Y Criaturas, que estrenamos en Buenos Aires y estuvimos en Madrid representándola.
M.P.: Disfruté mucho con Premios y castigos, que tampoco es uno de los espectáculos que ha tenido más eco. Era más diferente, pero nos permitió hacer una cosa muy experimental y de trabajo actoral.
C: Delicadas y también le tengo mucha estima a los Pequeños cuentos misóginos, el primer espectáculo. Aunque tampoco fue una época excelente a nivel personal, lo recuerdo como una tabla de salvación, en la que pones toda la vida.
M.D.: Eso es muy cierto... ¡A veces, cuando te encuentras en un momento complicado a nivel personal, el teatro, la profesión o la compañía te salvan!
Cuando te encuentras en un momento complicado, el teatro, la profesión o la compañía te salvan
À: Delicadas también me marcó. Como hemos trabajado continuamente, todos los asociamos a un momento u otro de nuestras vidas. Es difícil quedarte con un proyecto, porque también tengo un recuerdo brutal de ¡Hombres!, sobre todo por el momento, en el que estuvimos un año en Madrid, de septiembre a junio doblando el martes, miércoles, jueves, viernes, sábado... ¡Pero claro, teníamos 20 y pico años!
M.D.: Fue agotador...
M.P: Era espectacular, teníamos cola dando la vuelta la manzana de casas.
C: Y después salíamos por la noche por Madrid... [Sonríen todas]
¿Claro, era obligatorio, no?
M.D.: ¡Es que era obligatorio! [Ríen] Pero no sólo nos quedamos en Madrid, porque después de esta gira, también fuimos a Zaragoza y hacíamos tres funciones!
'¡Hombres!', 'Criaturas' y 'Delicadas' las habéis representado en Buenos Aires. ¿Qué tiene Argentina que os cautiva?
M.D.: Argentina nos acogió muy bien. Llegamos y nos conocían incluso los taxistas. Hacían colas para venirnos a ver. Unas mujeres hablando de ¡Hombres! despreocupadamente. Para ellos era muy chocante, les sorprendió mucho.
C: En Argentina hay un nivel actoral muy alto. Recuerdo que la primera vez, antes de estrenar, fuimos a ver alguna obra de teatro, y decíamos: "¡Madre mía, aquí se nos comerán, son buenísimos!". Tienen mucha cultura teatral. Como aplaudían, ¡son muy efusivos! Y allí no hacen el bis, si te vas, dejan de aplaudir. Hasta que no lo entendimos... Un día nos fuimos y dijimos: "¡Ostras!". [Ríen]
Jet lag supuso vuestro salto en televisión. Una sitcom que durante cinco años fue todo un éxito de audiencia y que narraba la vida de cinco compañeras de piso que hacían de azafatas de vuelo.
À: Fue brutal. Además, como lo emiten cada dos por tres, te das cuenta de que no tiene fecha de caducidad. Los ves y piensas: "¡Oh, que antiguo!". Antiguo porque nos vemos muy jóvenes, pero no caduca.
¡Pero si os veo iguales!
Sí, igual, igual... [Sonríen]
C: Sí, yo también me miro el espejo y digo: "¡Uh, que igual que estoy a hace 20 años!" [Ríen]
M.D.: Cuando la grabábamos, prácticamente no nos mirábamos, porque trabajábamos y porque te analizas y te juzgas mucho. No la miras relajadamente. Ahora, en cambio, ¡nos sorprende y nos meamos de la risa! Incluso te ríes de una misma, cosa que antes tus gags no te hacían ninguna gracia. Jet lag también supuso poder trabajar con la mitad de actores catalanes que admiramos, como Anna Lizaran, Rosa Novell o Francesc Orella entre otros. Era muy divertido y fue todo un lujo. Corbacho, Boixaderas, Paco León...
À: ¡Claro, es que, además, todos te los llevabas tú! [Ríen]
M.D: Sí, yo tuve la suerte de tenerlos a todos en la cama. ¡Fue muy divertido! [Ríen]
Jet lag supuso poder trabajar con la mitad de actores catalanes que admirábamos
Y después de este éxito, ¿por qué no os hemos vuelto a ver haciendo televisión?
M.D.: Volveremos pronto. Hay tantas plataformas, que quizás ahora es el momento.
C: ¡No hay nada en firme, pero tenemos las ganas, la intención y estamos trabajando! Eso sí, con humor.
Como compañía, con 30 años no sólo hemos sido actrices, también somos productoras
M.D.: También cabe decir que dimos trabajo a muchos actores. Se habla de nosotras como cuatro actrices, pero también somos productoras. Hacer una serie de televisión te permite dar trabajo a mucha más gente. Con el teatro hemos dado trabajo a dramaturgos y actores. La misma Denise Despeyroux, quien escribió y dirigió Canción para volver a casa, aquí en Catalunya no se conocía. Como compañía, con 30 años no sólo hemos sido actrices.
A lo largo de vuestro recorrido, Rosa Gàmiz y Miriam Iscla —fundadoras también de la compañía— decidieron hacer caminos en solitarios. ¿El hecho de hacer paralelamente proyectos aparte de la compañía, os ha ayudado para coger nuevos aires e incorporar nuevas experiencias?
C: Es otra de las cosas en las cuales hemos coincidido. Todas tenemos muy claro que si nos ofrecían una cosa que nos apetecía hacer, decir que no por la compañía nos acabaría quemando. Coges aire, y muchas veces valoras también lo que tienes. Es muy sano, muy saludable salir y, después, volver a venir. Es como una pareja abierta. [Ríen]
El humor siempre ha sido un rasgo distintivo de vuestros espectáculos y proyectos. ¿Creéis que nos podemos reír de todo?
M.D.: ¿Deberíamos, no?
À: Yo no sé si de todo, todo. No lo sé...
C: Depende también de cómo te rías. Hay un tipo de humor que es faltando al respeto o que puede molestar. Siempre que te rías de ti misma, no ofende a los otros.
M.P.: La clave está en que, de alguna forma, repartimos un poco para todo el mundo.
M.D.: Lo que ha dicho Carme es muy clave, el cómo. En nuestra forma de hacer humor hay un rasgo distintivo que es elegante, y eso lo hace entrar mejor.
Con 'E.V.A.' celebrasteis los 25 años de la compañía y el retorno de 'Delicadas' supone la celebración de estos 30 años. ¿'Delicadas' ha sido la obra que más os ha marcado?
M.D.: Delicadas tiene humor, sensibilidad, es muy inteligente, suelta cosas políticas, históricas y las presenta muy sutilmente. Habla de relaciones familiares. Comparte nuestra esencia, que es con el mínimo de escenografía, el mínimo de vestuario, un suelo y un cielo y, en cambio, un texto muy bueno, con cuentos separados, pero al mismo tiempo, relacionados.
C: Son historias separadas y de alguna forma volvemos a los orígenes, a los Pequeños cuentos misóginos y a ¡Hombres!, donde hacíamos estas historias. Hay sentido del humor.
À: Es un texto muy personal de Alfredo Sanzol, porque así nos lo dijo y así lo hemos visto, pero, a la vez, es también muy universal. Eso nos llega mucho a nosotras y también al público. Habla de los valores, podría ser una obra muy profunda, pero, también, tiene unos momentos de sentido del humor finísimos. A nivel actoral, nos lo pasamos muy bien haciéndola.
Después de crear doce espectáculos, representar más de 2.800 funciones y convocar la asistencia de más de un millón de espectadores, ¿cómo visualizáis el futuro?
À: Siempre que pienso en el futuro, nunca pienso a largo plazo. Siempre bromeamos y decimos: "Acabaremos haciendo Chicas de oro". [Ríen]
C: A veces hemos comentado de hacer una obra clásica adaptada a nosotras, es algo que flota por ahí y tenemos pendiente. Personalmente quiero seguir disfrutando con lo que haga, es muy utópico, pero no tengo metas de hacer alguna obra en concreto.
M.D.: Poder seguir trabajando haciéndonos mayores. Ser mujer y hacerse mayor supone más dificultades para encontrar papeles. Tenemos el lujo de que nos los escriben, imagínate que dentro de 10 años, cuando tengamos 64 o 65, mantenemos las ganas y estamos sobre los escenarios, ¡yo feliz!
¿Ser mujer y envejecer es un condicionante para vuestra profesión?
À: Parece que las actrices tengamos una fecha de caducidad antes que los actores. El otro día una amiga actriz, de 40 y pico años, me dijo que la habian cogido para interpretar el papel de madre de una actriz de 36 años. ¡Ella misma se quedó muerta! Si con 40 y pico te cogen para madre de una de 36, estás eliminando toda una generación que son las que tendrían que hacer estos papeles.
Parece que las actrices tengamos una fecha de caducidad antes que los actores
C: Muchas actrices de nuestra generación ya no trabajan porque no tienen papeles. Y la sociedad tiene una gran pérdida, porque a esta edad, y a los 60, es cuando mejor actriz eres, cuando más cosas te han pasado en la vida y más puedes reflejarlo. Es un ejemplo para las nuevas generaciones.
M.D.: Es como un músico que toca la guitarra o el piano. Tú ahora conoces muy bien tu instrumento, sabes cómo funciona, te sientes con el punto de madurez y del melón perfecto para decir: "¡Mira, ahora puedo con todo!". Y es cuando se cierran todas las puertas.
Para acabar, ¿qué anécdotas os han marcado más a lo largo de estos 30 años?
M.D: Una de las mejores fue representando ¡Hombres! en el auditorio de Palma de Mallorca. En un cambio de escena, Carme se quita la camiseta y se cae del escenario. [Ríen]
C: ¡Pero no lo vio nadie! Estaba a oscuras, tenía que sacar una silla, salir del escenario mientras me quitaba un jersey, y pam! De golpe, se encienden los focos. Me entró un ataque de risa de los nervios. [Ríen]
M.D.: ¡Y venía un momento que era dificilísimo! [Ríen sin cesar]
C: Me meaba de la risa. "¡Tías, lo que me ha pasado!", y nadie me hacía caso. "Que me he caído, que me he caído". Al acabar les enseñé como en un rincón había el jersey y los brazaletes en el suelo: era la prueba de que me había caído. [Ríen]
À: También haciendo ¡Hombres!' en Madrid, había un sketch donde salíamos Mamen, Carme y yo. Teníamos que salir Mamen por un lado y yo por el otro, haciendo de hombres, y salimos y Mamen no estaba. Empecé a decir el texto de Mamen y el mío. Y el regidor fue a buscar a Mamen... [Ríen]
M.D: Estaba con el taquillero haciendo chanchullos para conseguir entradas para otra obra, y me viene el señor, muy tranquilo, y me dice: "Mamen, perdona, cuando puedas, vete al escenario, que Àgata está haciendo tu papel". [Ríen]
Pero la mejor anécdota en la que estamos todas fue en Madrid, también haciendo ¡Hombres!, cuando un empresario nos invitó a una mariscada a todas. El día siguiente, teníamos una entrevista en Telecinco y, por la mañana, nos encontramos abajo de los apartamentos. Todas nos habíamos pasado la noche vomitando. ¡Nos intoxicó a todas! En enfermería de Telecinco nos pincharon primperan para no vomitar durante la entrevista. [Ríen]
T de Teatre, me lo habéis hecho pasar muy bien, que por muchos años más pueda ser así. ¡Muchas gracias!
A ti, Guillem.