Ni Laia ni Carles pensaron nunca en ganarse la vida dibujando. La primera porque hasta empezar el grado de Bellas Artes lo veía como un pasatiempo y no sabía que era algo a lo que se podía dedicar profesionalmente. El segundo porque pensaba que la idea de dibujar era demasiado complicada para él. Ellos son Laia López y Carles Dalmau, dos jóvenes ilustradores catalanes que se han hecho un hueco destacado en el mundo de la ilustración, el cómic y el manga, y que este año son dos de los artistas invitados al Salón del Manga de Barcelona junto a nombres internacionales como Nakaba Suzuki, Shun Umezawa o Yoko Takahashi, cantante conocida por poner la voz en el opening de Neon Genesis Evangelion. El salón prevé este año llegar a cifras pre pandémicas y superar las 152.000 entradas que se vendieron en 2019. Es una festividad ambiciosa que llega a su 28.ª edición sacudiéndose los estereotipos y apostando por un talento local que cada vez compite más y mejor con los dibujantes que llegan desde el país del sol naciente, aunque a menudo no se les haya reivindicado como tal. La prueba es que desde estas jornadas apuestan cada vez más por las zonas de fanzines y artist alley, un espacio con precios de stands más asequibles, y que más editoriales cuenten con autores y autoras de manga autóctonos.
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De hecho, a Laia la llamaron de la editorial Random House un año después de empezar a colaborar con una empresa de cómic e ilustración de Barcelona donde pasaba a lápiz los bocetos de un compañero y donde acabó pasando a limpio algunas ilustraciones de Mattel o Disney. La primera vez que vio algo suyo publicado fue en las cubiertas de la serie de libros El Club de las Canguro, y siguió trabajando con la editorial en otras series como La Diversión de Martina. Al poco, otras editoriales, como Norma Editorial, Planeta o RBA contactaron con ella, y ahora ya tiene un par de novelas ilustradas publicadas: Strawberry Moon y Royalty Witches. Pero no es oro todo que reluce. “No es fácil ganarse la vida siendo ilustradora en España, ahora puedo permitirme el lujo de escoger qué proyectos hacer y cuáles no, pero cuando empecé muchas noches me quedaba trabajando hasta las 4 de la mañana, ilustrando 4 libros a la vez, porque lo que me ofrecían por proyecto era poquísimo”, explica.
El discurso de Carles va un poco en la misma dirección. Él también se ha movido mucho, ha saltado de un lado para otro especializándose en cómic, ilustración editorial y concept art de videojuegos, series y animación, diseñó el cartel del Salón del Manga del año pasado, tiene un Art Book publicado con Norma Editorial, ha colaborado con Wacom o Clip Studio, con entidades, y ahora mismo está en 3 proyectos de animación, en uno de ellos como director de arte. Hace cosa de año y medio empezó a trabajar con Massive Monsters, los creadores del exitoso videojuego Cult of the Lamb, que son británicos, y cuenta que la parte editorial o de cómic la hace más por amor al arte que por otra cosa. “Tengo un pie dentro y un pie fuera porque fuera cobro más. Si en Catalunya o España pueden pagarte entre 20 y 40 euros por una página de cómic, en América te pueden pagar entre 200 y 600”, concluye Carles.
Carles Dalmau: "Tengo un pie dentro y un pie fuera porque fuera cobro más. Si en Catalunya o España pueden pagarte entre 20 y 40 euros por una página de cómic, en América te pueden pagar entre 200 y 600"
Catalunya ha sido históricamente uno de los territorios europeos que más han apostado por la cultura manga y el anime. La exportación de este género se coló en la parrilla de TV3 y el Club Súper 3, que hicieron una clara apuesta por los dibujos de origen japonés traduciendo al catalán series ya míticas como Doraemon, El detectiu Conan, Ranma 1/2 o Bola de Drac, un fenómeno generacional de masas que en algunos casos sigue vigente (la songokumanía perdura des de hace ya más de 30 años) y cuyo género ahora vuelve a ser una apuesta clara del nuevo SX3. “Hemos pasado por una época de sequía de anime en catalán que ha sido bastante perjudicial, pero parece ser que ahora se han puesto las pilas y el nuevo canal juvenil vuelve a apostar por este género”, remarca Meritxell Puig, directora del Salón del Manga, que este año se celebra del 8 al 11 de diciembre en la Fira Barcelona Gran Via. No sabe exactamente qué porcentaje de artistas catalanes hay en esta edición del salón, pero asegura que cada vez el certamen ha ido haciendo más hincapié en mostrar y valorar la buena pluma que hay al lado de casa, eso sí, buscando un equilibrio entre artistas conocidos, participantes con propuestas interesantes y temas con un toque de actualidad que acerquen la cultura japonesa a los diferentes públicos.
Redes sociales como escaparate y precariedad como norma
Internet y el impacto de las redes sociales es un punto a favor para dar a conocer nuevos talentos centrados en la ilustración, el cómic y el manga, para exponer el portafolio y pescar nuevas oportunidades. Instagram es una de las plataformas más proclives para los perfiles creativos o enfocados a trabajos gráficos o plásticos, y de ahí que sea uno de los puntos neurálgicos actuales donde se mueven este tipo de perfiles. Laia puede presumir de ser un caso excepcional: tiene más de 1 millón de seguidores en esta red social, un número que ha conseguido poco a poco a base de compartir no solo sus ilustraciones, si no también sus gustos sobre series, música o películas. También un número que ha conseguido después que artistas como Justin Bieber, Ariana Grande o Kylie Jenner compartieran las ilustraciones que la ilustradora hacía de ellos. Sin embargo, Laia no se presiona para actualizar sus publicaciones ni para subir contenido de manera obsesiva para cumplir con el algoritmo, si no que se centra más en conservar la ilusión y las ganas de seguir alimentando un hobby que se ha convertido en su trabajo. “Las redes sociales me han ayudado mucho a darme a conocer, pero no quiero llegar al punto de que parezca que tienen mucho más control que yo sobre mi propio trabajo”, explica, y añade que, para ella, las redes sociales son un foco no solo para compartir lo que hace, si no para conocer a otros artistas que la inspiran.
Carles tiene una postura menos amable con las redes sociales. “Las odio a muerte”, dice. Él sí que se obliga a publicar contenido de una forma casi militar, estructurando el poco tiempo que tiene entre curro y curro, sin que le salga de manera natural. Preferiría dedicarse solo a dibujar sin tener el aliento de Instagram constantemente en su cogote, pero es consciente que a día de hoy es casi obligatorio tener un perfil en redes para vivir de esto. También, pese a detestar este modelo hiperproductivo de la dictadura de la inmediatez y del like, agradece todo el apoyo que recibe de sus más de 600 mil seguidores. Empezó a compartir contenido porque era una manera de obligarse a ser constante para sí mismo, y los pocos likes hicieron un boom entre 2019 y 2021, aunque para él esta exposición no es importante. Este ilustrador de 25 años valora por encima de todo la importancia de tener un buen portafolio. Para él, y sobretodo, triunfar en redes es cuestión de suerte. “Veo ilustraciones mías de antes que considero malas, que no tienen ni punto de comparación con dibujos de ilustradores que no tienen ni un cuarto de la mitad de likes que tenía yo en esa época. Y no es porque yo lo hiciera mejor, es porque Instagram daba prioridad a mis dibujos a la hora de llegar a más gente; el algoritmo es pura suerte y no es mérito mío”, sentencia. Laia López también comparte que hay cierta suerte en las redes.
Meritxell Puig, directora del Salón del Manga: "Hemos pasado por una época de sequía de anime en catalán que ha sido bastante perjudicial, pero parece ser que el nuevo canal de TV3 se ha puesto las pilas"
Pero el apoyo que se encuentran en las plataformas no es el mismo con el que se topan los artistas de este género a nivel institucional. La administración pública no garantiza suficiente fomento ni amparo, haciendo que la promoción de la ilustración, el manga o el anime sea casi testimonial. Así lo cree la directora del Salón del Manga. “Quizás ocurre porque se considera que es un producto extranjero y que por ello no necesita ayudas, pero quien licencia los mangas y los animes que vienen de Japón, las editoriales y distribuidoras que pagan las ediciones físicas y las traducciones, son de aquí”. Carles cree que se promociona bastante pero de manera superficial y solo de cara al consumidor, aunque sin tener en cuenta al artista trabajador precarizado, que no tiene sindicatos y que no cuenta con una normativa concreta que regule su trabajo. “Yo tengo la suerte de ser conocido en el mundillo y de poder encontrar mejores condiciones y trabajos fuera de Catalunya y de España, pero lo que me duele es ver que hay mucha gente que conozco y que por ser menos conocida públicamente solo encuentra trabajos precarios”.
Laia también cree que el arte y la cultura en el país están bastante dejados de la mano de dios, y que mucha gente menosprecia el cómic como un género menor. Pero igual que dice eso, dice que cada vez más personas están dejando de ver el mundo del anime y del manga como algo friki, y se muestra esperanzada con este cambio de rasante. “El anime o la animación en general no es algo sólo enfocado a un público infantil, hay muchísimas historias increíbles y muchísimos artistas y autores con estilos de dibujo preciosos que inspiran a mucha gente, y el hecho de que haya más gente que se esté dando cuenta de esto y decidan apoyar las series y darles más visibilidad, es algo muy bueno para los autores y para que futuros jóvenes autores reciban todo este apoyo”, asegura. También pone en valor el talento que hay en Catalunya y que ha podido comprobar con sus propios ojos en diferentes eventos de manga o anime en los que ha participado, pero lamenta que se menosprecie tanto. “Es una pena que tengamos que buscar trabajo fuera y luego se nos eche en cara que todos los artistas terminan yéndose”.
Laia López: "Las redes sociales me han ayudado mucho a darme a conocer, pero no quiero llegar al punto de que parezca que tienen mucho más control que yo sobre mi propio trabajo"
Sin querer, Carles y ella casi se parafrasean con sus conclusiones. También cuando hablan de la suerte de poder tejer redes de apoyo y difusión entre ellos para compartir dudas sobre contratos, sobre ser autónomo, sobre papeleo legal o sobre el mundo del arte. Laia dice que muchas veces le han escrito pidiéndole consejo y que ella está encantada de poder ayudar con lo que sabe. A Carles también le encanta hacer charlas y conocer a gente que quiere dedicarse a este submundo a la que puede echarles una mano o darles su feedback. “Me gusta pasarles mi correo por si tienen alguna duda y puedo ayudarles en algo, porque hay muy pocos referentes que guíen a las nuevas generaciones”. Y es que la ilustración es un campo en el que Catalunya tiene muchas voces interesantes de las que poder presumir, aunque para poder presumir antes hay que invertir.