La sede de la Diputació de Barcelona acoge la exposición Tarradellas, la legitimidad de una doble presidencia. Forma parte de los actos organizados para conmemorar el 40 aniversario del retorno del presidente Josep Tarradellas a Catalunya y de la restauración de la Generalitat. Se trata de una exposición comisariada por Joan Esculies en el marco de un conjunto de actos conmemorativos a Barcelona, en Madrid y en Cervelló, dirigidos por Montserrat Catalan. La Diputació de Barcelona ha organizado todos estos actos para recordar que en 1977, cuando Tarradellas llegó a Catalunya, no sólo asumió la presidencia de la Generalitat, sino también la de la Diputación barcelonesa: de esta forma dispuso enseguida de una estructura institucional, con recursos y funcionarios, que se puso al servicio del nuevo ente autonómico. La exposición, de pequeño formato, se ha inaugurado el 27 de junio porque se celebra el 40 aniversario del primer viaje de Tarradellas a Madrid para negociar con Adolfo Suárez. En el acto de inauguración han estado presentes el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, la presidenta de la Diputación, Mercè Conesa, y numerosos cargos políticos actuales, así como antiguos colaboradores de Tarradellas. La exposición se podrá visitar hasta el 30 de noviembre.
Reivindicación de un pasado
Montserrat Catalan y Joan Esculies han querido dejar claro que esta exposición va destinada a "poner en valor" la figura de Tarradellas, como persona que siempre "creyó en Catalunya y en la Generalitat" y que defendió "nuestra primera institución". Esculies ha querido, también, reivindicar la tarea que realizó, bajo la presidencia de Tarradellas, el gobierno de unidad que se creó con miembros de las principales fuerzas políticas para gestionar los asuntos catalanes. La exposición quiere que los catalanes de más edad recuerden a Tarradellas y que los más jóvenes conozcan al personaje.
Dos ámbitos
La exposición se divide en dos ámbitos claramente separados: uno sobre la figura de Tarradellas y sobre el proceso de restauración de la Generalitat, y el otro sobre la tarea del primer Govern de la Generalitat, integrado por miembros de todas las fuerzas políticas. La exposición toca de forma superficial algunos temas polémicos, como la relación entre Tarradellas y las fuerzas políticas, pero evita un análisis en detalle de estas cuestiones. Fotografías de época, diarios, portadas de revista y unas breves explicaciones contextualizan los agitados momentos del retorno del presidente. Así se presentan momentos míticos: la llegada al aeropuerto, la concentración masiva en María Cristina (con una estelada solitaria entre banderas catalanas), las reuniones del gobierno de unidad, los primeros encuentros de Tarradellas con los militares españoles (incluído el general Armada...). Un vídeo realizado actualmente recoge las opiniones sobre el presidente de algunos políticos que colaboraron con él.
Tarradellas, una trayectoria de país
Josep Tarradellas (Cervelló, 1899 - Barcelona, 1988) entró en política muy joven y participó en la fundación de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). En 1931 fue nombrado conseller de Gobernación de la Generalitat. No estuvo implicado en la proclamación de independencia del 6 de octubre, pero fue encarcelado. Con la victoria del Frente Popular fue liberado y nombrado Conseller de Finanzas. Al final de la guerra se exilió a Francia y ante la amenaza de ser extraditado, se marchó a Suiza. En 1944 retornó a París. En 1954 el presidente de la Generalitat Josep Irla, que había sustituido a Companys, dimitió por razones de salud y se convocó en México D.F. una reunión de la Mesa del Parlament y de la Diputació Permanent con el fin de nombrar a un nuevo presidente. Algunos de los diputados se oponían a que Tarradellas fuera elegido, y propusieron el nombre de Pau Casals, pero este rechazó el cargo. De esta forma, con unos pocos votos, Tarradellas fue elegido presidente, pero se negó a formar gobierno. Así, la representación de la Catalunya autónoma quedaba reducida a la figura del presidente, sin ningún control de otras instituciones. Tras algunos años dando vueltas por el mundo, Tarradellas se estableció en Saint-Martin-le-Beau, en Francia, y renunció a sus cargos dentro de ERC para quedarse sólo con la presidencia de la Generalitat. Un cargo que durante mucho tiempo fue puramente simbólico y que soportó gracias a la ayuda económica de algunos empresarios catalanes.
El exterior y el interior
Tarradellas siempre tuvo unas relaciones tensas con las fuerzas de oposición del interior, especialmente con la comunidad benedictina de Montserrat. Los opositores del interior pedían la restauración de la Generalitat, pero al mismo tiempo exigían el protagonismo que les correspondía y que a veces Tarradelles les discutía. De hecho, la UCD de Adolfo Suárez aprovechó los antagonismos entre ambos: cuando en las elecciones generales de 1977 las fuerzas de izquierdas obtuvieron la victoria en Catalunya, Suárez prefirió negociar con Tarradellas que con los grupos progresistas. Tarradellas colaboró muy activamente con la transición y el catalanismo radical lo criticó duramente por eso (especialmente contundente fue Josep Benet). En realidad, el presidente que venía del exilio llegó a argumentar que "la transición había llegado demasiado lejos" y poco antes del 23-F pidió "un golpe de timón. Tarradellas tampoco se entendió bien con Jordi Pujol: sus enfrentamientos fueron míticos. A Tarradellas se le criticó mucho, también, su personalismo en el ejercicio del poder (hasta el punto de disponer de los archivos de la Generalitat en el exilio como si fueran personales).
La excepción
La restauración de la Generalitat es una excepción completa en la transición española. Todo el ordenamiento jurídico actual español está basado en la Constitución, que se construye sobre la modificación de las leyes franquistas. En cambio, la restauración de la Generalitat, en 1977, suponía, en cierta medida, el reconocimiento de la legitimidad de una institución republicana. Fue el único caso en que los poderes fácticos españoles cedieron en este ámbito. Por eso el retorno de Tarradellas es un punto clave para los estudiosos de la transición
Tarradellas solo
El principal problema de esta exposición es que presenta las realizaciones de Tarradellas y su gobierno al margen de la realidad social de la Catalunya de la época. No hay menciones a la tarea previa de la Asamblea de Catalunya, ni a las huelgas continuas, ni al movimiento pro amnistía, ni a la resistencia cultural, ni a la represión contra los sindicatos y las organizaciones de estudiantes... Todo el proceso de transición se presenta como una genial negociación entre unas élites políticas catalanas y españolas y las consecuciones del autogobierno se atribuyen sólo a la probada habilidad negociadora de Tarradellas. Se pasa por encima del hecho de que la única fuerza que tenía realmente el presidente en el exilio era la masa de ciudadanos que reclamaban, activamente, su retorno y la restitución de la Generalitat. Unos ciudadanos que se movilizaron masivamente, incluso con víctimas mortales, para acabar con los rastros de la dictadura, y que fueron los que forzaron los poderes fácticos a dar pasos adelante en la democratización. El discurso de la exposición es paralelo al discurso de exaltación de las figuras del Rey y de Adolfo Suárez en la transición desde sectores conservadores del Estado español. Y contribuye a esconder el protagonismo popular en un proceso histórico tan emblemático como la recuperación de la Generalitat y la elaboración del Estatuto.