En un mundo sobre estimulado, donde parece que ya lo hemos visto todo, no es fácil dejar a alguien boquiabierto. Menos todavía, si este sujeto es el público de una sala de conciertos de Barcelona. Pero hay un puñadito, un pequeño reducto de artistas gerentes de una genialidad inimitable que saben hacer aquello de llegar, ver y vencer. Es el caso de Ralphie Choo. Desde su debut en solitario, SUPERNOVA (2023), una de las caras más visibles e ideólogo del colectivo Rusia IDK ha desbordado y colgado el cartel de todo vendido cada vez que ha pisado un escenario barcelonés.
El preferido de Barcelona
La cosa fue así: hace meses se anunció que en febrero actuaría en la sala Razzmatazz. Agotó todas las entradas prácticamente al instante. Se añadió una segunda fecha. Pasó lo mismo. Y si hubieran sumado una tercera, lo habría vuelto a hacer. Pasan los días, pasan las semanas, pasan los meses y, finalmente, nos plantamos a 20 de febrero, la cita del segundo concierto consecutivo de Choo en la ciudad, en una de las pocas noches de frío de la capital catalana, y nos dirigimos hacia la sala del Poblenou. Al llegar, la cola para entrar en el concierto da la vuelta a la manzana. Si la primera fecha fue un éxito (nada se puede comparar con la efervescencia de una primera noche), la del 20 de febrero en Razzmatazz ha sido la coronación absoluta de Ralphie Choo, el preferido de Barcelona. El público lucía Met Gala de pantalones anchos modernez 2025 y los looks sacados directamente de un blog de Nude Project. Nervios, apuestas: "¿Pero entramos en el pogo, eh? Yo creo que esta saldrá. Lo he visto tres veces y te digo que esta no la hace".
Si la primera fecha fue un éxito (nada se puede comparar con la efervescencia de una primera noche), la del 20 de febrero en Razzmatazz ha sido la coronación absoluta de Ralphie Choo, el preferido de Barcelona
Llegadas las nueve, no cabía ni el apuntador. Si una cosa hace Ralphie Choo es aprovechar el espacio: cuanto más tenemos, más cabemos: ¿qué os jugáis a que más pronto que tarde, lo acabaremos viendo acompañado de una sinfónica? Pero de momento, el escenario lo llena con sintetizadores, violonchelo, guitarras, vientos de metal, batería y percusión. Con él, dos de sus socios en Rusia IDK: Mori tras los visuales y, en el epicentro de las tablas, DRUMMIE (quien, evidentemente, entrado el concierto, ha sacado su flauta travesera), haciendo las tareas de productor y director de orquesta. Todos preparados: ¡esta es la historia de JUAN SALVADOR GAVIOTA! En medio de gritos, resoplidos e histeria, nuestro protagonista ha tomado el escenario vestido con un look de estrella del rock disfrutando de la noche en Las Vegas, muy del estilo de Nicolas Cage en Corazón salvaje: abrigo de pelo y pantalones de animal print. Empieza entonando las BULERÍAS DE UN CABALLO ALADO seguimientos de NHF y BESO SUSURRE.
Rosalía anoche acudió al concierto de Ralphie Choo en Barcelona. pic.twitter.com/LIFFpB4wQe
— MOTOMAMI TOUR (@MOTOMAMlTOUR) February 20, 2025
A pesar de la entrega del público, se pueden notar ciertos nervios en el escenario. Él mismo lo admite saludando. La inquietud se va desvaneciendo con TOTAL90NOSTALGIA y TANGOS DE UNA MOTO TRUCADA, donde brilla la exquisita producción de DRUMMIE. Instantes después es su otro compañero de aventuras, Mori, quien toma el protagonismo, cantando juntos WCID?. Quizás porque estamos en la parte de repertorio en que repasa sus colaboraciones, acto seguido, a pesar de no contar con la presencia de Rusowsky, ataca GATA. Hasta ahora todo bien, pero ninguna sorpresa. Nada que no hayamos visto en sus últimos tres conciertos en Barcelona. Pero los de Rusia IDK siempre tienen un as en la manga: esta noche ha sido la presencia de pablopablo, hijo de Jorge Drexler. Reviven su tema juntos, Eso que tú llamas amor, seguida de una nueva canción que suena a pop de anuncio de verano de cerveza mediterránea y una versión absolutamente brillante de (They Long To Be) Close To You dels Carpenters.
Ralphie Choo, como intérprete, es imperativamente físico: a cada paso, a cada grito, a cada gesto, puedes notar como toda su música traviesa cada uno de los nervios de su cuerpo
Cogeos que viene la traca final con Ralphie Choo demostrando que, como intérprete, es imperativamente físico: a cada paso, a cada grito, a cada gesto, puedes notar como toda su música travesía cada uno de los nervios de su cuerpo. Descargas eléctricas con WHIPCREAM, VOYCONTODO (traduciendo el estribillo al catalán: "sí, vaig amb tot"), MÁQUINA COLONA y ROOKIES. Y justo antes de abrir las puertas del infierno con un infinito pogo, ha versionado Dolores con una cadencia de salsa que dio paso a otro tema nuevo: El Ladrón de voces. Y, ahora sí, VALENTINO. Como si el suelo se rompiera a nuestros pies, el público ha enloquecido: Ralphie Choo ha bajado a las barricadas, entregándose al público, entregándose al gozo y delirio de sus fans. La hora y media de ensueño de una noche de invierno parecía que se acababa. Sin embargo, como nada es lo que parece, y antes de que las luces de la sala se encendieran, ha quedado tiempo para OMEGA. Ninguna misa en esta ciudad ha tenido tantos adeptos como el público de Razz entonando "me he puesto seeeeentimental… TÚ ERAS MI OMEEEEGA" de su colaboración con Rosalía, que a pesar de no subir al escenario, había estado la noche anterior entre el público.
Hay cosas que, cuanto menos las entiendes, más mágicas son. La música de Ralphie Choo es una de estas
Hay cosas que, cuanto menos las entiendes, más mágicas son. La música de Ralphie Choo es una de estas. Como avistar un sueño donde todo está compuesto de cosas aparentemente verosímiles, pero nada es real. No lo podemos incluir en ningún género y al mismo tiempo resulta serlos todos. No sabemos ningún palo de flamenco, pero por él los golpeamos todos. No entendemos sus historias, pero las sentimos. No sabemos los pasos de un tango de una moto trucada, pero los bailamos. Éxtasis puro. Como si hubiera entendido mejor que nadie aquello del seny i la rauxa, el delirio y el estudio metódico de la música para hacer alguna cosa inexplicable y atemporal. Y como era de esperar, una noche más, la realidad del de Rusia IDK ha desbordado la sala Razzmatazz en un concierto electrizante.