Hasta que alguien no puso la lupa ahí, nadie se había dado cuenta. Bajo la eterna mirada del prisma masculino, ¿quién ponía atención en lo que tenían que decir las mujeres? Esta dinámica social se trasladó a la cultura como un reflejo de lo que estaba sucediendo, hasta que un día de 1983 la viñetista Alison Bechdel, conocida por crear historias con temáticas LGBTIQ+ y feministas, escribió una tira en un cómic en la que un personaje dice que solo ve películas que cumplan tres requisitos básicos: que tengan al menos dos mujeres, que estas hablen entre ellas y que lo hagan sobre cualquier cosa que no sea un hombre —la autora aclaró después que la idea era de su amiga Liz Wallace—. Lo que no sabía en ese momento es que había nacido entonces el famoso Test de Bechdel, que se utiliza para evaluar la brecha de género que hay en las películas, series u otras producciones artísticas.
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Con el tiempo, la primera pregunta evolucionó, y ya no era necesario solo que salieran como mínimo dos mujeres, sino que estas tuvieran también un nombre propio, entendiendo que si no podían ser nombradas, su figura no era relevante para la acción de la obra. La importancia de este test reside en realizar un enfoque feminista sobre el mundo al señalar la tendencia androcentristra del mundo cultural. Es por ello que, desde entonces, son muchos los productos que han pasado por esta lupa para visibilizar un sesgo que históricamente ha relegado a las voces femeninas y sus historias del centro de debate.
El Test de Bechdel a una de las trilogías más famosas
Cojamos por ejemplo la trilogía de El Señor de los Anillos, obra cúspide de J.R.R. Tolkien y uno de los mundos fantásticos más halagados de la historia, y hagamos la prueba. A estas alturas, es de sobras conocido su argumento: el hobbit Frodo debe destruir el anillo de poder para devolver la paz a la Tierra Media y, para ello, se une con otros personajes para completar la misión. Nos suenan Aragorn, Légolas, Gandalf, Gimli, Sam... ¿pero dónde están las mujeres? Según Bechdel, la primera pregunta para pasar el test es comprobar que haya más de dos mujeres con nombre propio. En toda la trilogía, solo hay 3 que destacan —Arwen, Galadriel y Éowyn, una mujer y dos elfas—, pero la cifra ya sirve para que el primer requisito se cumpla.
La segunda hace referencia a si ellas tres interactúan entre ellas, y la respuesta es un rotundo no. Durante toda la película, ninguno de los tres personajes femeninos mantienen un diálogo, de hecho, no cruzan ni una palabra en casi 10 horas de cinta. Como esta no se cumple, automáticamente la tercera tampoco: como no mantienen ninguna conversación, es imposible que hablen de nada, ya sea de un hombre o del tiempo. Vistos y comprobados los 3 parámetros, la sentencia es clave: El Señor de los Anillos no supera el Test de Bechdel. Una vez miramos al pasado y analizamos los referentes, igual no son tan bonitos como recordabas. Precisamente de toda esta toxicidad nace Retrovisor pop, la sección audiovisual fast-food de ElNacional.cat que revisa la cultura pop que hemos consumido los millennials en los 90' i 00's. Aquí encontrarás todos los vídeos.