La serie The Boys representa la cara más macabra de la realidad posmoderna que nos ha tocado vivir: la de la dictadura de la apariencia, el capitalismo de las habilidades y la prostitución de los valores. Desde hace varios años, Hollywood ha ido tanteando el terreno, apostando por presentar a una generación de antihéroes de pacotilla que duda y se deprime, personajes imperfectos y cutres con mallas apretadas que se parecen más a la gente de la calle que a los dioses omnipresentes del mundo.

La idea de trasfondo es buena y algo transgresora ¿Es factible que la ficción nos inocule constantemente la falacia de que siempre habrá alguien dispuesto a salvarnos? Los universos de Marvel y DC se han llenado los bolsillos fingiendo que existen seres superiores, camuflados entre el gentío, que no van a dejarnos caer: una especie de fe ciega que le reza a la capa y no a la cruz. Claro, que la ficción es la ficción. Pero cuidado, porque si los superhéroes son una creencia divina, otra especie de secta semi religiosa, ¿no puede tratarse también de otro grupo partidista sometido a un conjunto de intereses ideológicos?

No faltan ni el abuso de poder ni los roles sexistas

Esta producción de Amazon Prime, inspirada en el cómic homónimo creado por Garth Emis y Darick Poterson, nos sitúa en una historia contemporánea (2020) en la que los superhéroes trabajan para una corporación de entretenimiento millonaria y cuya voluntad es de todo, menos altruista. La empresa Vought representa al grupo de superhéroes conocidos como Los Siete y capitaliza los likes del público, lavando su imagen y creando una estrategia de comportamiento ejemplar para que los super continúen plasmando su buena imagen a los demás. Pero son villanos con piel de cordero que no piensan más que en sí mismos y en aquello que pueden sacar de la sociedad. E aquí la cara más atroz del abuso de poder y la perpetración de las leyes capitalistas de la oferta y la demanda: a más aplausos, más ansias de querer dominarlo todo.

Una recreación casi fidedigna de la hipocresía de las grandes corporaciones mundiales

En la primera temporada - justo ahora se ha acabado de rodar la tercera -, Vought quiere conseguir a toda cosa es que se apruebe un Decreto en Estados Unidos que permita que los superhéroes estén en el ejército. La política en The Boys es comparable a las dinámicas reales que están hilando el devenir del siglo XXI, marcado por la inmediatez de los hechos, la tiranía del consumo y la manipulación mediática. También lo hace el pleno auge de las redes sociales y de la veneración suprema de la imagen que alimentan Instagram, Tik Tok y otras plataformas de contenido: The Boys es un reflejo latente de cómo se usa la imagen para explotar la publicidad, sexualizar el comportamiento (y la vestimenta) e inocular en cabezas ajenas lo que queremos que los demás piensen de nosotros para propiciar los cambios más surrealistas. 

Cada uno de Los Siete caricaturiza a un superhéroe del mundo de Marvel o DC. / Amazon Prime

La serie muestra las ideas fascistas y las actitudes más neoliberales con una naturalidad bárbara no apta para personas sensibles. Cada capítulo es vulnerable de sufrir una carnicería y ese morbo macabro engancha por ser una recreación casi fidedigna de la hipocresía de las grandes corporaciones mundiales: las que explotan a niños y hacen campañas contra el maltrato infantil; las que miran para otro lado mientras productores ejecutivos abusan de actrices durante años; las que pudren el mundo de residuos pero destinan millones a repoblar de árboles el Amazonas.

Unos cómics que odian a los superhéroes

En realidad, esta historia se gestó en 2006 (hasta 2012) y cuando la comunicación online más revolucionaria eran los chats de Yahoo. La serie de cómics tiene 72 números y también se situa en un mundo contemporáneo repleto de superhéroes temerarios, soberbios y perversos que son perseguidos por el equipo conocido como "The Boys", un grupo de personas sin poderes que utilizan la violencia y el chantaje para desenmascarar la parte más oscura de los aplaudidos héroes nacionales - el equilibrio entre el bien y el mal que también aparece en los capítulos, liderado por Bill el Carnicero.

La serie de cómics The Boys, de Garth Emis, tiene 72 números. 

Lo cierto es que el autor de los cómics, Garth Emis, siempre ha odiado a los superhéroes y en innombrables ocasiones ha mantenido que los antifaces han hecho mucho daño al mundo del cómic. Y lo demuestra en el contenido irreverente y descarnado que muestra en los tebeos. En ellos, Emis caricaturiza a los grandes superhéroes de Marvel y DC, mostrándolos a través de lacras sociales como el alcoholismo, la pedofília o la ninfomanía. ¿Te imaginas a Batman esnifando cocaína? ¿A Superman dejando morir a todo un convoy repleto de inocentes? ¿A WonderWoman abriéndose una cuenta en Pornhub? Es algo duro, inverosímil, agonizante incluso para los defensores del pueblo. Lo que siempre quiso demostrar el ideólogo de The Boys es la verdad universal que ya aprendimos con La Bella y la Bestia: que las apariencias engañan y que ser famoso no es sinónimo de ser perfecto.