The Cure han ofrecido este viernes un concierto en Londres para celebrar la salida de su decimocuarto álbum, Songs of A Lost World, el primero en 16 años. La sala Troxy de la capital británica, de estilo art deco y con cierto aire decadente, ha sido el escenario escogido por Robert Smith, Simon Gallup, Jason Cooper, Roger O'Donnell y Reeves Gabrels para corroborar su vuelta a la primera línea de la música. Y no han defraudado: tres horas de espectáculo y un repertorio de 31 canciones, con protagonismo para sus temas más recientes, pero también recordando algunos de los grandes éxitos de su casi medio siglo de carrera ante unas 3.000 personas.

Reflexiones sobre el tiempo y los recuerdos

Y salió Robert Smith, con sus 65 años, sus pelos alocados, sus ojos pintados, demostrando que la estrella de su guitarra Schecter no era la única que había sobre ese escenario, porque la voz del británico sigue incombustible, consiguiendo que, para muchos, esta noche se haya detenido el tiempo y hayan regresado a sus años de juventud. La primera parte del concierto ha servido de carta de presentación de Songs of A Lost World. Los reyes del rock gótico han reproducido, en el mismo orden, las ocho canciones de su último disco, que comparadas con el resto de su discografía reafirman el cariz más introspectivo y oscuro que The Cure ha tomado en este álbum. En estas nuevas creaciones, ganan mucha más presencia en directo las largas introducciones musicales, a base de pianos, guitarras y sintetizadores, mientras un desgarrador Smith confiesa en All I Ever Am que ha "perdido" toda su vida reflexionando sobre el tiempo y los recuerdos. En End Song se pregunta en qué momento aquel niño que quería comerse el mundo ha envejecido tanto.

Los reyes del rock gótico han reproducido, en el mismo orden, las ocho canciones de su último disco, que comparadas con el resto de su discografía reafirman el cariz más introspectivo y oscuro que The Cure ha tomado en este álbum

Tras un breve intermedio, The Cure ha vuelto a las tablas y el público londinense ha enloquecido al escuchar los acordes de Plainsong, Lovesong o High. Decodificando sus letras con perspectiva, sorprende que ya en 1989 sus canciones hablaran de la vejez. La parte final ha sido, en parte, un homenaje a Seventeen Seconds, su segundo disco de estudio (1980), que cumplirá 45 años en 2025. No han faltado, como no podía ser de otro modo, el himno postpunk A Forest , como, siendo viernes, tampoco podían saltarse esa oda al amor más feliz que es Friday, I´m In Love. The Cure se han despedido con otro incunable de su discografía como Boys Don´t Cry . Los chicos no lloran, pero Smith, antes de marcharse, ha restado unos segundos inmóvil en el escenario, mirando a su público, manos en el pecho, como sujetando a un corazón que debía estar latiendo demasiado rápido por la suma de emociones. "Gracias. Nos vemos pronto", ha sido el escueto, pero sentido mensaje que ha lanzado antes de desaparecer.