Algunos hace muchos años que veneramos Seth Rogen y Evan Goldberg, amigos de toda la vida y guionistas brillantes que han firmado algunas de las grandes comedias de la modernidad. Suyas son, por ejemplo, Supersalidos, uno los mejores retratos que se ha hecho de la amistad adolescente, o la descomunal Juerga hasta el fin, metaficción apocalíptica que habría hecho aplaudir a Buñuel. También son los artífices de The Boys, una de las mejores series en emisión; de aquel impagable cuento de Navidad que era Los tres reyes malos y de la última y magnífica versión animada de las Tortugas Ninja. Incluso cuando no acaban de acertarla, como The Interview o The Green Hornet, el resultado aporta unas buenas dosis de diversión desacomplejada. Pero lo que ni siquiera sus fans más incondicionales esperábamos es que nos vinieran con una joya como The Studio. Esta serie de Apple TV+ es una de las mejores sátiras que se han hecho nunca sobre las interioridades del Hollywood de la era de las franquicias absurdas, de los costes desorbitados y de la tiranía de las plataformas. Es, en un solo plano narrativo, una mirada punzante y muy ingeniosa a lo que pasa entre bastidores de rodajes, compañías y actos sociales, y a la vez una declaración de amor a una manera casi extinta de hacer cine.

Foto The Studio 3
The Studio, Seth Rogen y Evan Goldberg lo han vuelto a hacer

The Studio es una de las mejores sátiras que se han hecho nunca sobre las interioridades del Hollywood de la era de las franquicias absurdas, de los costes desorbitados y de la tiranía de las plataformas

Una de las grandes series de 2025

El protagonista, Matt Remick, consigue cumplir un viejo sueño de infancia: dirigir un gran estudio de Hollywood. Siempre había querido decidir sobre grandes proyectos, con una fe ciega en que el buen cine puede llevar millones de espectadores a las salas. Pero la euforia le dura poco, porque pronto se da cuenta de que la calidad de las películas es el menor de sus problemas. Su vida se convierte en una frenética y atolondrada carrera para evitar desastres financieros, gestionar caprichos de las estrellas y salvar el prestigio de su compañía. Entre las numerosas virtudes de The Studio destaca que Rogen y Goldberg saben convertir cada episodio en una set piece por sí misma sin que desentone del conjunto de la serie. Todos ellos tienen en común que son divertidísimos y muy ocurrentes, y que siempre están rodados con un entusiasmo contagioso, pero cada entrega aborda diferentes frentes de una industria que pocas veces se ha mirado en el ombligo con tanta gracia y lucidez. Una buena prueba de ello es que, aunque la lista de cameos es larga y realmente espectacular, no hay ni uno que no esté bien integrado a la historia. Algunos, como el de Martin Scorsese, son directamente magistrales. Pero es que además Rogen, Goldberg y su equipo alternan esta cinefilia desbordada (vale la pena verla más de una vez para captar todas las referencias) con una concepción de la comedia digna de los clásicos. Solo hay que ver el dominio de los tempos y de los gags del segundo episodio, una auténtica joya. Y todo con un Rogen en estado de gracia: siempre ha sido mejor actor de lo que se ha dicho, pero aquí su interpretación es fundamental para convertir The Studio en una de las grandes series de 2025.