Fue como entrar en una máquina del tiempo y volver al santuario improvisado que era nuestra habitación: ese tugurio tan nuestro rebozado de pósters de la Vale, la Súper Pop o la Bravo que olía a colilla, a hormonas y a lágrimas y que, por mucho que pasen los años, ya siempre olerá igual. Han pasado casi 30, unos pocos menos según a qué fan se mire, pero diría que la sensación fue la misma por unanimidad: una reconciliación con la niña interior que todas llevamos dentro. En un Palau Sant Jordi dominado por tías, algunas quizás echaron la vista atrás y se vieron participando activamente en un bullying que en los 90 era solo cosas de niñas; otras se felicitaron por haberse plantado el top que nunca se atrevieron a ponerse porque entonces no encajaban en la normatividad impuesta por las Spice Girls, Kate Moss o Britney Spears; aunque ahora, viendo las fotos de antaño, cómo me podía ver gorda yo ahí. Seguramente, los Backstreet Boys unieron a toda esa jauría con el objetivo de hacerlas bailar y revivir y seguir consolidándose como la mejor boy band de la historia. Lo que Nick Carter, A. J. McLean, Howie Dorough, Brian Littrell Kevin Richardson no sabían era que su concierto sería algo así como una terapia grupal que muchas necesitaban para relativizar el pasado y superar las angustias de unos años jodidos para las mujeres.

backstreest boys barcelona2
Foto: Carlos Baglietto

Nada más verse las siluetas robóticas del grupo al final del escenario, el silencio del recinto, lleno hasta los topes con un sincero sold out gobernado por mujeres, se deshizo y brotó la marea de gritos como si fueran los de un primer concierto. Unas notas rellenas de melancolía y jolgorio juvenil que se fue calmando a ratos, vacilando proporcionalmente entre los hits más poderosos de la banda y los de su último disco, DNA (2019), el que da nombre a su gira mundial DNA World Tour. En su tercer concierto tras pasar por Lisboa y Madrid, los Backstreet Boys — que desde 2012 volvieron a ser cinco, después que Kevin volviera tras unos años ausente—, los allí asistentes comprobamos que saben lo que se hacen y que en lo suyo son un diez. Que todavía tienen la capacidad de enamorar a las quinceañeras, y a las que ya no lo son tanto, pero de un modo distinto, más maduro y menos tóxico, de una forma más empoderada.

📸 Las fotos del concierto de los Backstreet Boys en Barcelona
 

En una época en que las etiquetas y los estereotipos fluían sin medida, escuchar a los Backstreet Boys era sinónimo de cursilería, de fragilidad, de ser una tipa previsible y esperar pacientemente al hombre deseado. La culpa fue de las revistas, que los comercializaban como objetos y nos obligaban —sin saberlo todavía— a naturalizar que las encuestas arbitrarias lo decidieran todo por nosotras. Ayer casi 17.000 mujeres le dieron portazo a esa época en la que ser feminista era ser un bicho raro y, más o menos sumadas a la causa, pudieron bailar con libertad. Inauguraron el concierto Everyone y I wanna be with you, dos temas de su primera época, en una jornada nocturna marcada por la nostalgia y el guiño a un pasado de amor adolescente que los cinco saben que les va de cara.

Bailes bien sincronizados sin demasiado esfuerzo, voces perfectamente empastadas, un directo sin fisuras: los chicos de la calle de atrás entrenados para la posteridad

La pandemia fue la culpable de retrasar más de dos años este encuentro espiritual y reparador; la gira mundial de presentación del último álbum de la banda ya empezó en 2019 —cuando salió publicado—, y se paralizó tras sucumbir el mundo al virus. Un marketing evidentemente involuntario, pero quizás también una estrategia obligada que ha contribuido a que las ansias por recuperar el tiempo perdido despeguen como un gorrión recién liberado de su jaula. Los chicos de la calle de atrás se comieron la pasarela como si el tiempo hubiera quedado encerrado en una caja de cristal —aunque ya tienen entre 42 y 51 años, superadlo, hasta ellos hicieron coña de ello—: bailes bien sincronizados sin demasiado esfuerzo, voces perfectamente empastadas, cambios de vestuario —incluso uno en directo tras un biombo improvisado y que acabó con algunos calzoncillos tirados al público—, un directo sin fisuras, los Backstreet Boys entrenados para la posteridad.

backstreet boys barcelona6
Foto: Carlos Baglietto

“El año que viene cumplimos 30 años”, dijo Nick, y tres décadas nos hacen viejos a todos. Es que, en serio: ¿cuántas veces nos abrazamos al cojín susurrando el mítico tell me why de I want it that way? ¿Cuántas veces intentamos imitar el baile de Everybody (Backstreets Back)? ¿Cuántas recordamos el mítico videoclip de As long as you love me, que volvió suertudamente a nuestra vida varios años después gracias a Quim Gutiérrez, Raúl Arévalo y Adrián Lastra en Primos? Las tres, como no podía ser de otra manera, fueron las más vitoreadas en un set list dominado por las canciones millennials que se movieron entre el baile y la balada romántica: Get down, Show me the meaning of being lonely, Shape of my heart, We’ve got it goin’on —el primer single que publicaron y primera canción de su primer disco—, It’s gotta be you, All I have to give, Larger than life para el cierre. Aunque como toda gira de presentación de cualquier grupo que no quiera vivir solo de sus leyendas —podrían, han vendido más de 140 millones de copias en todo el mundo— también se pudieron escuchar algunos de sus últimos temas, como No place, No love o Breathe. Porque como recordó A. J.: "Backstreet Boys never stop".

Habrá quien se ría de todo esto y siga viendo a Howie, Brian, Nick, A. J. y Kevin como esos tipos explotados por la industria sin talento musical. Habrá quienes piensen que su concierto es un engañabobos, que el precio de la entrada no vale ni la mitad de lo que cuesta, que seguro hacen playback. No estuvieron ahí. Incluso habrá, seguro, quien lo leerá con la superficialidad de una noche en la que una horda de tías locas vitorearon a cinco tíos buenos. Pues sí, y por qué no. Y por más hordas de tías libres vitoreando a cinco tíos buenos, pero porque quieren.

backstreet boys barcelona4
Foto: Carlos Baglietto