Jonathan Larson fue un famoso autor teatral de los años 90 conocido por Rent, una obra sobre la vida bohemia de unos jóvenes en Nueva York que se representó en Broadway durante 12 años. Larson, sin embargo, no vivió nunca el éxito, porque murió de forma repentina a los 36 años. Una tragedia que impacta todavía más conociendo el esfuerzo que dedicó a triunfar en el mundo musical, habiendo trabajado ocho años en su primera obra, Superbia y, posteriormente, en la autobiográfica Tick, tick... Boom!, un canto a la creatividad que ha sido muy influyente en el terreno de los musicales. Lo ha sido, por ejemplo, para una estrella de este mundo como Lin-Manuel Miranda, que decide debutar como director adaptando la magnífica obra Tick, tick… Boom! de Larson para Netflix

Al ritmo del "tic, tac"

En Tick, tick... Boom! el protagonista tiene poco tiempo para acabar el musical Superbia antes de presentarlo a los productores que lo pueden hacer triunfar. Es por eso que de fondo siempre oímos un "tic, tac" de reloj, de forma implícita o explícita, que le da un ritmo trepidante a la película.

Pero la urgencia que siente Larson va más allá. Es la urgencia de la vida, la de hacer 30 años y no haber triunfado. Es el "tic, tac" que sentimos todos dentro y que nos hace querer aprovechar el tiempo porque cada vez tenemos menos. Una sensación que se acentuaba en los años 90 por la pandemia del sida que, como dice el mismo Larson a la obra, le había hecho ir a tres funerales de amigos en un solo año.

Y este contexto social como telón de fondo ayuda a dar realismo a la obra. No sólo por la visibilización de la entonces ignorada crisis del sida, más explorada en Rent, sino también por la presentación verosímil de qué significa ser un artista que tiene que trabajar en una cafetería y no puede pagarse el piso. Estos elementos generan que, aunque el protagonista sea un soñador bastante pretencioso, la obra quede siempre arraigada a la realidad.

Andrew Garfiled lo da todo

También acerca al espectador el retrato de las complicadas relaciones de Larson tanto con su pareja Susan como con su mejor amigo Michael, interpretados de forma magnífica por Alexandra Shipp y Robin de Jesús, respectivamente. Ahora bien, aquí la estrella es él, Andrew Garfield. Conocido por la inquietante Lo que esconde Silver Lake y, sobre todo, por The amazing Spider-man - que podría reaparecer el mes que viene en el universo de Marvel -, el consenso general está de acuerdo en decir que esta es su mejor actuación.

Y es que Garfield lo da absolutamente todo. Canta, baila, llora, ríe y transmite emoción siempre a través de la verdad, nunca impostado. Su homenaje a Jonathan Larson es impecable, porque sabe capturar tanto el amor como el dolor y entiende, igual que él, esta forma de vida arriesgada que es ser un artista.

Perseguir tus sueños

Al fin y al cabo, Garfield quiere transmitir el mensaje que ofrecía Larson, y que ofrece Lin-Manuel Miranda y, en general, el mundo de los musicales: el de perseguir tus sueños a pesar de las adversidades, el de no rendirse y seguir escribiendo, cantando, bailando, pintando o actuando sin escuchar las presiones sociales y económicas que te aconsejan lo contrario. "Here's for the ones who dream", que decían en La La Land.

Y en Tick, tick... Boom! este mensaje cala de forma magnífica. El guion sabe ir sembrando el terreno (el tick, tick) para el impacto emocional final (el boom) que te reconcilia con la vida y las canciones son capaces de transmitir tanto la frustración de las dificultades como, sobre todo, la esperanza que proporciona el arte para seguir adelante. Porque, al final, este es el único sentido hacia donde giran las agujas del reloj; el "tic, tac" siempre va hacia adelante.